Servicios públicos locales y cuestiones competenciales
| Autor | Jaime Rodríguez-Arana Muñoz |
| Cargo del Autor | Catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad de La Coruña. Ex-Director del Instituto Canario de Administración Pública. |
| Páginas | 63-74 |
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Como es bien sabido, el entorno del Gobierno local se ha modificado sus-tancialmente en estos últimos años. Han surgido nuevos fenómenos que demandan respuestas inteligentes y de vanguardia ya que existen numerosos factores que facilitan el cambio y la transformación de las Administraciones públicas. Quisiera destacar, en este sentido, algunos factores que, en mi opinión, certifican esta voluntad de cambio en el modelo de Administración pública y de Gobierno municipal.
En primer lugar, es innegable la influencia de los factores económicos, ya que hoy se reclama a todas las Administraciones públicas sin excepción que trabajen mejor y cuesten menos. Asimismo, el impacto de las nuevas tecnologías, debe propiciar consecuencias prácticas ya que la ciudadanía confía en que estos modernos instrumentos ayuden a resolver algunos de los problemas endémicos del sector público. En concreto, en materia de Administración pública se trata de continuar un proceso de simplificación de trámites administrativos y de simplificación de las estructuras caracterizado por una atención rápida y profesional y por el incremento de la calidad y la cantidad de información que se proporciona a los ciudadanos. Se apuesta, pues, por la calidad en el servicio a través de las denominadas Cartas de Servicios Públicos, por la profesionaliza-ción de los empleados públicos y por la plena utilización de las posibilidades que ofrecen estas nuevas tecnologías.
Por otra parte, a pesar de los fenómenos globalizadores a los que estamos asistiendo, el escalón local se convierte en una instancia clave para el desarrollo de la actividad económica para el bienestar social, para generar un nuevo consenso político y, consiguientemente, para promover la aparición de una nueva dimensión de la política más humana y social puesto que la dimensión local es el ámbito donde mejor puede apostarse por alcanzar altas cotas de la calidad de vida de los ciudadanos.
Además, tampoco debe olvidarse que la percepción que la ciudadanía tiene de las Administraciones públicas, lo sabemos bien, no es quizás todo lo buena Page 66que sería deseable. Hay una creciente desconfianza de los ciudadanos con la Administración aunque la ciudadanía realmente no deja de valorar como misión fundamental de las Administraciones Públicas la de servir a los ciudadanos de la manera más eficaz y con el uso más eficiente posible de los recursos.
Así pues, a mi juicio, los tres retos principales que las Administraciones y Gobiernos locales habrán de abordar son los siguientes: proximidad a los ciudadanos, compromiso con la igualdad y la solidaridad e innovación dentro de la cooperación y colaboración con otras Entidades públicas y privadas.
En esta línea hay que reconocer que el Gobierno local, por encima de competencias reguladoras aún relevantes como la urbanística (ampliamente discutida por las instancias supralocales), se caracteriza por la prestación de servicios. Servicios que son de carácter diario, directo y de base. Son, por tanto, servicios que se prestan cotidianamente a tal o cual vecino o vecinos. Recordemos asimismo que se trata de servicios divisibles y que presentan grandes variaciones en la demanda. Variaciones que pueden ser de carácter personal, o pueden ser de calle, barrio o núcleo de población.
Otra característica igualmente importante es el fuerte nivel de relación directa que existe a nivel local entre el ente prestador del servicio y el usuario. Esta circunstancia plantea la necesidad, si es posible, de individualizar el servicio, al margen de los ámbitos más universales e indiferentes de prestación centralizada. Las Administraciones y Gobiernos locales difícilmente pueden mantener en vigor los esquemas weberianos de anonimato, indiferencia y despersonalización que se asumen, en ocasiones, en los servicios centrales. Al mismo tiempo, y probablemente debido a factores como éstos y otros, los distintos servicios tienen tendencias centrífugas, dejándose llevar más por la lógica del servicio encomendado, o del territorio o clientela a servir que por la lógica central que postula la coherencia de sus decisiones y su transitoriedad territorial y de servicio a servicio.
El Gobierno local aparece, pues, como aquella instancia de gobierno que asume el trabajo menos brillante del sistema en el sentido de que su labor es menos relevante, aparentemente, que la del Ejecutivo central (política exterior, economía general,..), o la de los Gobiernos autonómicos (política universitaria, ordenación territorial, urbanismo...), porque la realidad local está más vinculada a las aceras, al tráfico de las calles o, por ejemplo, a la recogida de basuras. Tareas que aunque parezcan más modestas que otras, son, sin embargo, las tareas que más directamente influyen en la mejora de la vida real de los vecinos.
En sede de competencias, la realidad de los Entes locales es criticable por la inexistencia de un marco claro y concreto que delimite el espacio funcional de Page 67ejercicio del poder público. Por ello, según los momentos y las modas, se ha ido trabajando en esta materia. Así, a comienzos de los años noventa del siglo pasado, era frecuente encontrarse con un sinfín de patronatos y empresas municipales, mediante la utilización de distintas tipologías societarias para desarrollar determinadas actividades, lo que provocó que gran número de ellas sean prácticamente inoperativas. Todo ello, bajo el manto de la pretendida huida del Derecho Administrativo, que, a la larga, a suscitado precisamente lo contrario: la vuelta al Derecho Administrativo.
También es interesante dejar constancia, brevemente, de las tendencias de las Corporaciones locales a asumir «de facto» más competencias para...
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