Prólogo

AutorTatiana Cucurull Poblet
Páginas17-21

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Se afirma, sin temor a equivocarse, que una de las tareas más genuinas de la dedicación académica es la que concierne a dirigir tesis doctorales. El más auténtico y satisfactorio de los múltiples empeños, cada vez más numerosos, que caracterizan a los docentes universitarios es el que se plasma en la guía y el asesoramiento de quienes acuden libremente a su tutela en el postgrado.

Esta labor, lejos de ser pesarosa, convoca muy distintos factores positivos, en correspondencia con los esfuerzos que reclama en quien asume su nuevo rol. Refrenda la enseñanza suscitando vocaciones investigadoras e interés por la disciplina que cultiva; y a su vez, permite ampliar el abanico del aprendizaje con los nuevos campos que despliega el estudio en ciernes.

En efecto, al margen de las apetencias intelectuales que a cada uno distinga, la elección de los temas a desarrollar debe permitir el mayor de los respetos por su protagonista último. En consecuencia, el doctorado no solo constituye apuesta para el autor, sino asimismo en quien ha de conducir sus esfuerzos. Este cometido le permitirá también asomarse al unísono a terrenos novedosos, que le reportarán enriquecimiento. Luego las tesis igualmente aportan, y mucho, a quien las avala.

***

Un buen ejemplo de cuanto afirmo se manifiesta en este libro, que su escritora gentilmente me ha invitado a prologar. La doctora Cucurull hizo su licenciatura en la Universitat Internacional de Catalunya, joven y vigorosa iniciativa privada en la Enseñanza Superior, en la que cuento con discípulos y amigos estimables, y a cuyo elenco de doctores en Derecho se incorpora y

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engrandece. Al término de sus estudios decidió emprender la senda del tercer ciclo, que le permitiría profundizar en el desarrollo de la investigación jurídica, en la que da muestras palpables de pericia.

Cuando en su inicio me solicitó que amparase su proyecto puse de relieve los obstáculos que me suscitaba la idea. Junto al agradecimiento por haber pensado en mi persona -siguiendo la sugerencia de las autoridades académicas de su Facultad, a quienes debo agradecer tantas muestras de confianza-, me surgía la duda razonable de si era la opción más adecuada. La incertidumbre provino del hecho de que no fue alumna de mis clases. Por tanto, ni yo la conocía lo suficiente, y tampoco ella era consciente de los rasgos científicos y talante que identifican a cada cual, lo que implicaba no pocas incógnitas, al menos en mi caso.

Los reparos...

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