Prólogo

AutorVicente Aracil Voltes
Cargo del AutorDoctor en Derecho. Universidad Jaume I
Páginas19-26
  1. Un tradicional y, en este caso, buen uso académico justifica que me tenga que enfrentar ante la tarea de presentar este libro. En efecto, es práctica habitual en nuestra Universidad que el director de una tesis doctoral prologue la obra cuando ésta llega a publicarse. Y el libro que el lector tiene en sus manos constituyó, con algunas modificaciones requeridas por razones editoriales, la memoria que Vicente Aracil Voltes presentó en la Universidad Jaume I de Castellón para la colación del título de Doctor en Derecho, tesis doctoral cuya dirección asumí en la última fase de su elaboración. Pero mi cumplimiento del uso no debe entenderse como la satisfacción involuntaria de un deber, sino en cierta forma como una grata ocasión para expresar en estas pocas líneas mi principal sentimiento: el del aprecio y la admiración que siento por su autor. Vicente Aracil es una persona que emprendió la tarea de la investigación jurídica con la vista puesta exclusivamente en saber más y que, para ello, estaba dispuesto a dedicar su esfuerzo y a sacrificar, sin esperar ninguna recompensa material, el tiempo que naturalmente habría dedicado a su familia y al ocio.

    Existen, al menos, dos clases de tesis doctorales. Es- tán las de los jóvenes investigadores universitarios para quienes la tesis constituye el primer peldaño de su carrera académica, aunque también el más importante, pues con él confirman que saben hacer lo que debe ser la principal característica de un buen universitario: investigar con una correcta metodología científica. Pero, al lado, hay también profesionales ansiosos tan sólo por incrementar sus conocimientos o profundizar en ellos y que, con este objeto, emprende la costosa tarea de elaborar la tesis doctoral. Éste último es el caso del autor y de la obra que aquí se presenta.

    Cuando hace ya cerca de tres años, a indicación de José Miguel Embid, Vicente Aracil se presentó en la Universidad de Castellón desde su domicilio en Las Palmas de Gran Canaria para pasar numerosas horas discutiendo conmigo, escuchando atentamente mis recomendaciones, cuando no mis impertinencias, y puliendo ideas de su trabajo originario. También el correo -el tradicional y el electrónico- nos sirvió de canal constante de comunicación en la necesaria tarea de profundización y mejora en la exposición de los resultados de una investigación que, sin embargo, el autor había tenido que desarrollar prácticamente en solitario. Si la investigación jurídica es casi...

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