Diversos aspectos de la violencia domestica (consideraciones generales. ambito jurídico internacional. Premisas básicas. Factores de vulnerabilidad: elementos socioculturales y económicos)

AutorJose Francisco Escudero Moratalla
CargoSecretario Judicial
Páginas5-76
  1. INTRODUCCION: EL ENEMIGO EN CASA

    «El hombre: un milímetro por encima del mono, cuando no un centímetro por debajo del cerdo» (PÍO BAROJA).

    Y es que en esto de la violencia doméstica, al igual que en la mayoría de las cosas, la «historia» se repite; las mujeres y los hombres, nacen, viven, sienten, y mueren, unos tras otros, y en numerosas ocasiones no puede controlar su propia historia y mucho menos la historia actual, verdadero precipitado de fenómenos y acontecimientos sociales difíciles de analizar desde cualquier perspectiva. Y estos hechos que giran en la eterna noria de la vida, van conformando cangilones plenos de acontecimientos materiales que generan estructuras, en las que los seres humanos se ven inmersos, atrapados, agazapados en las celdas que les toca vivir, preguntando y preguntándose donde están y porqué se produce ese movimiento continuo, cual es su fuerza, y el espíritu que le da su sinrazón.

    Y así, en el ámbito de nuestra materia, según PÉREZ MARTÍN (1), la adopción de medidas jurídicas, la elaboración de informes, la suscripción de convenios, la realización de estadísticas, etc., poco o nada van a contribuir a solucionar el problema de la violencia doméstica, ya que al final la práctica nos demuestra que en muchas ocasiones las decisiones adoptadas sólo se quedan en buenas intenciones y en declaraciones de cara a la galería para sofocar el clamor y la indignación pública. Erradicar la violencia entre cónyuges o compañeros sentimentales implica una actuación a largo y a corto plazo. La educación de las personas en el respeto, la tolerancia, la igualdad, la responsabilidad, etc. ayudará a impedir que en el futuro aumente el número de agresores, pero conseguir esta meta no está lamentablemente en nuestras manos. Se necesita una actuación política y social a nivel nacional e internacional que, desde luego, no parece estar entre las prioridades de los gobiernos.

    Pero dejando a un lado las soluciones globales, en el ejercicio de los profesionales del derecho nos vamos a encontrar con más de un caso de violencia familiar en el que el cónyuge o conviviente agredido necesita una solución personal e inmediata ¿Qué solución le ofrece actualmente el ordenamiento jurídico? En vía penal, la presentación de una denuncia; en vía civil, la solicitud de unas medidas provisionalísimas, pero en ambos supuestos, después de efectuar la correspondiente denuncia o solicitud, la víctima regresa al lugar de los hechos, vuelve a convivir con el agresor, y ahora con más miedo por la reacción que pueda tener el agresor cuando se entere de la denuncia; la mujer será victimizada y abocada a seguir un lento y largo camino jurídico con un resultado incierto dependiendo de la profesionalidad de los órganos judiciales y de los operadores jurídicos intervinientes. Así, luego, la citarán en el Juzgado para que se ratifique en la petición, con suerte señalarán la comparecencia para dentro de un mes, aunque corre el riesgo de que se suspenda porque el destinatario de la citación -el agresor- estuviera ausente en horas de reparto. Celebrada la comparecencia, tendrá que esperar a que se dicte el correspondiente auto y luego que se notifique a las partes. Pero claro, si el agresor no sale voluntariamente de la vivienda será necesario solicitar al Juzgado el lanzamiento y esperar a que éste lo acuerde, y que dentro de un plazo razonable lo lleve a efecto. ¿Y que pasa con la pensión?. Pues que o bien no se la pagan o le entregan una cantidad inferior a la que señaló el Juzgado, con lo cual será necesario que presente otro nuevo escrito al Juzgado para reclamar la deuda.

    Pero ahí no acaba la cuestión; como la vigencia de las medidas previas está limitada en el tiempo, tendrá que buscar un abogado y un procurador de oficio para que le lleven la separación. Un problema más. Tiene que demostrar que es pobre. Un largo paseo hasta la Delegación de Hacienda, el Ayuntamiento, la Seguridad Social, etc. Transcurrido un tiempo, por fin le notificarán que tiene derecho a la justicia gratuita.

    ¿Qué sensación tiene esta persona? Sin duda pensará que no está recibiendo una atención personal a su problema. ¿No sería más lógico que cuando se denuncia una agresión se cite inmediatamente a las dos partes a través de la Policía Judicial para ese mismo día o, en su caso, para el siguiente; que a continuación se dicte el auto de medidas provisionalísimas y se notifique a las dos partes, que acto seguido la policía y la correspondiente Comisión judicial acompañen al agresor a la vivienda familiar para sacar los objetos de uso personal y profesional; que por sistema se impida al agresor acercarse a la víctima; que si es necesario se dé protección policial a la víctima durante algunos días y paralelamente que se retenga el saldo que exista en las cuentas bancarias para atender las necesidades de la familia; que se libre un oficio a la empresa para la retención inmediata de la nómina; que con una simple consulta a una base de datos nos informe que la víctima no tiene bienes a su nombre; que al día siguiente conozca que abogado y procurador han sido designados por el turno de oficio?

    Para conseguir esto no hacen falta grandes reformas legislativas, en muchos casos bastaría la coordinación de las distintas Administraciones públicas y de los cuerpos de seguridad del Estado. Y una cosa radical y fundamental: cambiar el concepto de la Administración de Justicia. Es necesario definir una Administración de Justicia como servicio público, para atender las necesidades de ciudadanos y ciudadanas. Sin embargo, parece que la preocupación en la materia pasa por penalizar más severamente estas conductas y por introducir como causa automática de divorcio la existencia de malos tratos, aunque, eso sí, es necesario que previamente se tramite un procedimiento penal el que se condene al agresor. Aunque es un sentimiento que sólo puede expresar una persona que ha recibido malos tratos, intuyo que a ella le da igual que al agresor le impongan una pena mayor o menor, que le da igual estar separada que divorciada, lo único que quiere es no volver a recibir más agresiones y que la dejen vivir tranquila...

    Y «ellas (2)», para nosotros profesionales del derecho aposentados cómodamente en nuestras atalayas existenciales, desgraciada y tristemente, como diría Georges DUBY «... no serán otra cosa que sombras indecisas, sin contorno, sin profundidad, sin acento...».

  2. CONSIDERACIONES GENERALES

    «Hay una gran diferencia entre tener suficiente dinero y no tenerlo. Y una diferencia muy pequeña entre tener suficiente dinero y más que suficiente» (GALBRAITH).

    Y es que a la hora de analizar los hechos delictivos, la realidad a veces no solo supera a la ficción, sino que evidencia que no existe una ficción que pueda ser ni de lejos tan rica, tan misteriosa, tan imprevisible como cualquier fragmento de realidad, como esos ámbitos interiores del cerebro humano en los que se forja y deshace lo que somos, la identidad que nos parece tan firme, y que sin embargo puede ser tan volátil como un espejismo o un sueño, o como el mundo exterior, cuyos colores y formas, cuya objetividad nunca dudamos, dependen en realidad de los instrumentos falibles de nuestra percepción (MUÑOZ MOLINA). Como díría el poeta «... hay otros mundos pero están en éste...», porque en el interior de nuestras cabezas, en los pensamientos... cabe el Universo.

    Y en materia de violencia, si hay un punto en el que la doctrina y la mayoría de los autores coinciden es en la naturaleza «didáctica», en el factor de aprendizaje de los fenómenos violentos. Sin duda alguna, «la violencia se aprende», y el grado de intensidad de la misma depende en gran parte del proceso instructivo de esa violencia, en el cual intervienen de modo oscuro y subliminal la propia sociedad, sus medios de comunicación, y el mercado como instrumento y herramienta de desenvolvimiento y materialización de la propia vida social (3). En general el ejercicio de la violencia constituye una respuesta a una identidad deficitaria, que puede tener orígenes muy variados en la vida de cada individuo, pero que en cualquier caso, remite también a un déficit estructural en la conformación de la identidad masculina que tiene ramificaciones muy diversas. La violencia «doméstica» envilece a quien la comete y degrada a la sociedad en que se produce; las víctimas son acreedores de una deuda que los poderes públicos principalmente, pero también la sociedad entera, tienen contraída con ellas; revela la incapacidad del Estado de asegurar a todos sus miembros el respeto que cada uno merece y la libertad, seguridad e integridad personales a la que tienen derecho; supone la formación de un nuevo modo de concebir las relaciones sociales en el que la violencia no tenga cabida y hombres y mujeres disfruten por igual de su condición de seres libres. Sin embargo, la experiencia nos enseña que los hombres, no el hombre, jamás aprenden nada de la experiencia. Por ello, la violencia en general, y en particular la doméstica es un tema difícil de afrontar y de solucionar. De este modo es tarea de todos impulsar una educación no sexista, asegurar la dignidad de la mujer en la publicidad y los medios de comunicación, promover nuevas fórmulas de asistencia jurídica a las víctimas y cooperar con el poder judicial en la coordinación de actuaciones procesales y civiles rápidas y eficaces. Y muchas, muchas dosis de educación; como diría RAMOS COSTA «escuela y despensa»... la educación es el factor más importante a la hora de romper la cadena de la violencia.

    En la actualidad, a mayo de 2001, tanto el plan de acción contra la violencia en general, como las medidas legislativas de junio de 1999 en particular, no han servido para hacer disminuir el número de casos de violencia doméstica, y desgraciadamente rara es la semana que no aparece en los medios de comunicación un caso de violencia con resultado muerte. En la mayoría de estos casos, la víctima había denunciado en varias ocasiones, y la...

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