Las políticas públicas de igualdad de género en España.

AutorBelén Blázquez Vilaplana
Cargo del AutorProfesora Contratada Doctora Área de Ciencia Política y de la Administración. Universidad de Jaén
Páginas31-52

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I A modo de introducción

La búsqueda de la igualdad a través del diseño e implementación de Políticas Públicas se ha convertido en un tema prioritario en la agenda guberna-mental. Ya, en la anterior legislatura, el gobierno aprobó y puso en marcha distintas medidas cuyo fin era su consecución, o, al menos, el intento de ir limando aquellas aristas que en la sociedad española de comienzos del siglo XXI impedían su plena realización. Así, se aprobaron, entre otras, la Ley Orgánica 1/2004, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género; la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo de igualdad efectiva entre mujeres y hombres1; la Ley Orgánica 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia2.

Pero el hito que ha marcado un punto de inflexión para los defensores de este principio como valor central del funcionamiento del Estado de Bienestar ha sido la creación del Ministerio de Igualdad tras las últimas Elecciones Generales. La revalidación del triunfo del Partido Socialista en la primavera

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del 2007, llevó al presidente del Gobierno, José Luís Rodríguez Zapatero, a la modificación de la estructura ministerial de la Administración General del Estado con la entrada de un ministerio que nadie había incluido en las quinielas durante la formación del ejecutivo. Su novedad y, hasta cierto punto originalidad, se encontraba en la temática objeto del mismo: La Igualdad. No sólo entre géneros, como se ha querido poner sobre la mesa en algunos momentos, sino en el sentido más amplio de la palabra. Pero, la sorpresa inicial, se vio acompañada desde el principio por una amplia polémica, con posturas a favor y en contra no tanto de su necesidad o posible operatividad en un contexto como el actual, sino, sobre todo, por la persona que se puso al frente del mismo. Bibíana Aído Almagro3(Alcalá de los Gazules, 1977), se convirtió en la ministra más joven de la historia de la democracia española. Algunos, o muchos, quisieron desde el mismo día de su nombramiento valorar éste en función de su edad y de su, para algunos, falta de "currículum" para ser Ministra. Temas que en otros casos nunca se habían cuestionado, al menos, no con la simpleza que entendemos que se hizo desde que se conoció por la opinión pública a quién había designado el Presidente Zapatero4. La mayor parte de las críticas que recibió tuvieron dos ejes, por una parte la "necesidad" que tenía el Presidente de cubrir la cuota de género femenino, la cual había defendido durante toda la campaña electoral y, por otra, la de dar mayor presencia en el ejecutivo a la fuerte "delegación" andaluza.

Sin entrar a valorar estos temas, hemos considerado prioritario empezar este capítulo haciendo referencia a la creación y presencia de este Ministerio en la Estructura del nuevo Ejecutivo. Puesto que consideramos que el mismo puede analizarse como el fin de un largo camino recorrido por muchos y muchas en España, pero, al mismo tiempo, como el punto de arranque hacia la consecución de una igualdad efectiva, real y sin matices. Algo distante, por tanto, de lo que existe en estos momentos. La presencia de un Ministerio como este, al que se comenzó a valorar antes casi de dejarle tiempo para actuar, puede ser algo positivo si ello permite que se visualicen y se centralicen determinadas cuestiones, pero, cuidando siempre que su existencia no suponga el "olvido" de otros Ministerios hacia los temas de igualdad. Esta temática es, y así está recogido en diversos planes, legislaciones nacionales e internacionales, etcétera, un tema transversal. Cualquier medida que se

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apruebe y se lleve a cabo debe hacerse bajo este prisma. El hecho de que ahora exista una estructura con esta denominación no debe hacer que el resto de organismos públicos e instituciones, o la administración territorial competente no se preocupen en su búsqueda y consecución. Lo cual, guarda estrecha relación con una de las críticas que ha recibido: la falta de presupuesto. Es cierto que en el momento de crearse apenas contaba con el montante necesario para poner en marcha acciones, medidas, programas... pero, como se han encargado de clarificar sus responsables, ello es debido, sobre todo, a que no es un ministerio "inversor". Como se recoge en el Real Decreto 1135/2008 de 4 de julio, por el que se desarrolla la estructura orgánica básica del Ministerio de Igualdad, en su artículo 1:

"... le corresponde la propuesta y ejecución de las políticas del Gobierno en materia de igualdad, eliminación de toda clase de discriminación de las personas por razón de sexo, origen racial o étnico, religión o ideología, orientación sexual, edad o cualquier otra condición o circunstancia personal o social, y erradicación de la violencia de género, así como en materia de juventud. Le corresponde, en particular, la elaboración y desarrollo de las normas, actuaciones y medidas dirigidas a asegurar la igualdad de trato y de oportunidades, especialmente entre mujeres y hombres y el fomento de la participación social y política de las mujeres".

Las competencias atribuidas en este real decreto se entenderán en coordinación con las que corresponden a otros departamentos ministeriales, dado su carácter transversal.

Por tanto, más allá de todos los matices que podamos anotar sobre su existencia, entendemos que es un elemento positivo y un logro para todos y todas los que durante tantos años han luchado por la igualdad efectiva en España. Aún es pronto para ver, o no, su operatividad, el alcance de sus medidas, la eficacia de sus programas, los resultados de sus propuestas. Los símbolos son muy importantes para reflejar lo que se ha conseguido, lo que se ha avanzado en la consecución de políticas públicas de igualdad. La existencia de este Ministerio ha sido un símbolo, pero no se debe bajar la guardia para que sea una realidad y no sólo como ha ocurrido en otras ocasiones, un conjunto de buenas intenciones. Se tendrá que analizar qué se ha hecho desde el mismo por conseguir una sociedad más igualitaria en general y, por que las mujeres dejen de estar en una situación de desventaja, en particular.

El Real Decreto 1135/2008 de 4 de julio, desarrolló la estructura orgánica básica del Ministerio de Igualdad (BOE de 9 de julio de 2008) tal y como se recoge en el siguiente cuadro:

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[VER PDF ADJUNTO]

Fuente: Ministerio de Igualdad (http://www.migualdad.es)

II Las mujeres como problema: su entrada en la agenda pública

El objetivo central de este capítulo es adentrar al neófito en las Políticas Públicas de Igualdad entre los géneros y en la manera de analizarlas. Entendemos por tales, aquel conjunto de intenciones y decisiones, objetivos y medidas adoptadas por los poderes públicos en torno a la promoción de la situación de la mujer y de la igualdad de género entre hombres y mujeres. Antes de profundizar en las mismas, consideramos necesario hacer algunas precisiones conceptuales, por cuanto, el lenguaje ha sido uno de los grandes campos de batalla donde las feministas y aquellos y aquellas que abogan por la igualdad han venido desarrollando sus reivindicaciones5.

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Lo primero es un llamamiento: la necesidad, cuando trabajamos con estos temas, de hablar de la mujer en plural y no en singular. Si ya se las considera un colectivo, con todos los elementos positivos y negativos que ello conlleva, al menos que se reconozcan las particularidades, las diferencias, los matices, etcétera, que existen entre ellas. Este reconocimiento es prioritario para poder buscar medidas, planes, acciones positivas que den respuesta a las necesidades y problemas que las afectan, en distintos contextos culturales, geográficos, temporales. De otro modo, las políticas públicas que se implementen no responderán a las divergencias sociales que dieron lugar a su entrada en la agenda pública. Sobre ello volveremos más tarde.

Lo segundo, definir algunos conceptos. Si estamos de acuerdo en que ser mujer y los temas relativos a estas y al género se han convertido en una "moda" en los últimos años en España, no es menos cierto que ello ha dado lugar a un problema, a saber: la utilización de nociones y términos sin la carga conceptual y teórica que los mismos contienen. Es decir, la sociedad civil, en particular y la población, en general, ha adoptado determinadas expresiones, ha incorporado al lenguaje cotidiano palabras y vocablos que aunque son propios del feminismo, de sus reivindicaciones y de sus teorías, son utilizados sin esas connotaciones científicas. Por tanto, se usan con demasiada frecuencia expresiones como, por ejemplo, "con perspectiva de género", sin conocer realmente qué se quiere decir con ello, en muchos casos, únicamente porque es políticamente correcto y "vende" de cara al electorado. Para superar esas limitaciones y, en muchos momentos, desconocimiento, los proyectos, planes, legislaciones, están incluyendo glosarios de términos que permiten, por una parte, buscar un consenso a la hora de utilizarlos y, por otra, evitar confusiones terminológicas. No podemos hacer un listado exhaustivo de todos y cada uno de estos conceptos6, pero, al menos, consideramos necesario dejar constancia de qué vamos a entender por:

Tabla 1.

CONCEPTO DEFINICIÓN
ACCIÓN POSITIVA "Medidas dirigidas a un grupo determinado, con las que se pretende suprimir y prevenir una discriminación o compensar las desventajas resultantes de actitudes, comportamientos y estructuras existentes".
BARRERAS INVISIBLES "Actitudes resultantes de las expectativas, normas y valores tradicionales, que impiden la capacitación (de la mujer) para los procesos de toma de decisiones, para su plena participación en la sociedad".

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CUOTA "Proporción
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