Políticas sociales para personas mayores

AutorCarmen Alemán Bracho
CargoCatedrática de Política Social y Servicios Sociales. UNED
Páginas6-24

Este artículo fue evaluado positivamente antes de la incorporación de la autora al Consejo de redacción de la revista.

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I Introducción

La atención a las personas mayores, o personas de edad en terminología de Naciones Unidas, fue uno de los primeros Servicios sociales desarrollados en España. El descenso de la natalidad y el intenso envejecimiento hacen necesaria la atención pública a este sector. Además, finalizada la vida laboral, no es suficiente el sistema de pensiones para cubrir muchas necesidades, en su propio hogar, en el ámbito de su familia - a veces reducida y por consiguiente con dificultades para servirle de apoyo-, en su entorno habitual y comunitario de vida y en muchos aspectos que requieren la atención y cuidados de la persona a medida que avanza su ciclo vital. Por ello, son necesarios los servicios sociales, a fin de mejorar el bienestar social y calidad de vida de las personas de edad.

II Perfil y necesidades de las personas mayores

En el año 2010, existían en España 7.782.904 personas mayores de 65 años, que representaban el 16,7 por 100 de la población total. De ellos el 57,5 por 100 eran mujeres y el 42,5 por 100 hombres. El número de personas muy mayores -80 años y más- se ha incrementado, y representa ya el 28,3 por 100 de las personas mayores (IMSERSO, Libro blanco sobre el envejecimiento activo, 2010:14). Estos datos reflejan el notable incremento del sobre envejecimiento en la última década, el tantas veces llamado "envejecimiento del envejecimiento", así como la gran diferencia cuantitativa que existe entre mujeres mayores de 65 años y hombres mayores de esa misma edad (nada menos que una diferencia porcentual de 15 puntos); es la llamada "feminización del envejecimiento". Este último aspecto pone de manifiesto la necesidad de incluir la perspectiva de género en todas las políticas, de sanidad, de Seguridad Social, de servicios sociales, de vivienda, de ocio y cultura, etc., hacia las personas mayores. Otro dato que puede ser de interés es la distinta distribución del envejecimiento en España: los porcentajes más elevados de población mayor se concentran en la mitad norte del país (Gómez Redondo y Robles González, 2010:32-35)

Según todos los análisis estadísticos, el crecimiento de las personas mayores va a ser todavía más intenso, en nuestro país y en toda Europa. Según las proyecciones comparadas elaboradas por Eurostat, el envejecimiento en España será mucho más intenso en los próximos 40 años. En este período la tasa de dependencia (el cociente entre la población de 65 o más años y la población entre 16 y 64 años) se incrementará en 2,4 veces, desde 24,4 por 100 en 2010 hasta el 58,7 por 100 en 2050 (la segunda más alta, sólo superada por Italia). Ahora sólo hay una persona mayor de 65 años por 4 personas en edad de trabajar, y en tan sólo cuatro décadas la proporción será de una por cada 1,7 personas (Conde-Ruiz y González, 2010:128).

Si algo caracteriza al sector de personas mayores es su diversidad. Es un grupo heterogéneo, contra la opinión que, en ocasiones, algunos tienen. Si hace unas décadas la edad legal de jubilación marcaba generalmente un antes y un después, en la actualidad la edad de jubilación es el comienzo de una nueva etapa, en la que se deja de trabajar en un empleo remunerado, pero no por eso necesariamente de estar ocupados en otro tipo de actividades, generalmente de voluntariado. Frente a esos "mayores jóvenes" prejubilados o jubilados, existe el colectivo de personas de más edad, los "más viejos, más viejos" (el primero de los "viejos" entendido como sustantivo, el segundo como adjetivo) (Chuliá, 2010:153). Si a las anteriores características añadimos la antes señalada de la diferenciación por género, por ingresos económicos, por nivel cultural, por participación social, etc., comprobaremos que no existe un perfil único de personas mayores.

Si tuviéramos que marcar un perfil de la persona mayor en la sociedad actual española, diríamos que, en términos generales y según los estudios sociológicos, la mayoría de las personas mayores se sienten tales cuando han sobrepasado la edad de 70 años. Sus temores ante el envejecimiento son por este orden los siguientes: pérdida de la salud, deterioro físico, pérdida de autonomía, soledad, sentimiento de inutilidad, pérdida de amigos y familiares, y pérdida de memoria. A partir de los 80 años las mujeres duplican a los hombres. Los estereotipos que la sociedad tiene sobre las personas mayores son, por orden de prevalencia, los siguientes: no pueden valerse por sí mismos y necesitan cuidados; son diferentes, cada uno con una situación distinta; constituyen una carga; están muy solas, sin apoyo familiar o social; ayudan a la familia y a otras personas; no tienen obligaciones. El 55 por 100 de las personas mayores está satisfecho con su situación, más en el medio rural que en el urbano; dos de cada tres personas mayores considera su situación mejor que la de sus padres. Existe un fuerte apoyo familiar entre generaciones: el 68 por 100 de las personas mayores mantienen contacto diario con sus hijos e hijas; además el 70 por 100 de los abuelos cuidan o han cuidado a los nietos, el 49 por 100 lo hace a diario (IMSERSO, Encuesta Mayores 2010).

Existen otras variables importantes que configuran, junto a lo anteriormente indicado, el perfil de la persona mayor. Entre ellas su nivel de formación y su situación económica. Por lo que se refiere a la primera de ellas, en el Cuadro 1 se indica cuál es el nivel de estudios alcanzado por las personas de edad. Puede observarse que las personas mayores de 65 años han alcanzado un nivel de estudios verdaderamente bajo, pues el 75,3 por 100 de ellos sólo ha cursado educación primaria o inferior, mientras que únicamente el 8 por 100 tiene educación superior.

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Fuente: Encuesta de condiciones de vida 2009. INE

Por lo que se refiere a su situación económica, y si nos fijamos en la principal fuente de ingresos de las personas mayores, que son las pensiones, se llega a la conclusión de que éstas son bajas en relación con el coste de la vida. En efecto, según estadísticas oficiales del sistema general de la Seguridad Social (no se incluye el sistema de Clases Pasivas u otros equivalentes), existen a noviembre de 2010, un total 5.182.747 pensionistas (de ellos, 369.619 son prejubilados, pues no han alcanzado los 65 años de edad), que perciben una pensión media de 890,85 € mensuales en catorce pagas anuales. Ahora bien, cuando se examinan los tramos de cuantía de las pensiones, se refleja que 1.191.003 pensionistas (el 30 por 100 sobre el total de pensionistas) perciben una pensión entre 550,01 y 600 € al mes. Sin embargo, su situación económica ha mejorado en los últimos seis años, según se desprende de la Encuesta sobre las condiciones de vida del INE, según la cual la tasa de riesgo de pobreza en las personas mayores de 65 años ha disminuido en cinco puntos, aunque sigue más elevada en la mujer que en el hombre, entre otras causas porque existen más mujeres viudas que hombres y su pensión es menor.

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Fuente: encuesta de condiciones de vida 2010. INE

En cuanto a las necesidades principales que presentan las personas mayores pueden resumirse en las siguientes: 1) mantenimiento de un buen sistema de salud que atienda sus peculiaridad; 2) prevención del riesgo de pobreza, sobre todo en edades más avanzadas; 3) sostenimiento de un sistema de pensiones que responda a las necesidades del momento, como principal medio para evitar la pobreza; 4) ofrecimiento de oportunidades de empleo para quienes lo deseen; y 5) creación y mantenimiento de servicios sociales que complementen las necesidades anteriores, tanto para las personas mayores autónomas como para las dependientes. Así se dice en un texto de Naciones Unidas, "los países desarrollados tienen que ampliar la prestación de cuidados oficiales a largo plazo para las personas mayores, incluida la vida en centros especializados, y organizar servicios alternativos para que las personas mayores puedan envejecer en su hogar si así lo desean" (Naciones Unidas, 2007:9).

Ha de tenerse en cuenta, por otra parte, que el envejecimiento de la persona lleva aparejado pérdidas y cambios. Pérdidas de carácter afectivo (parte de los seres queridos desaparecen) y de facultades biológicas; cambios psicológicos y en el papel social que la persona venía desempeñando. Las pérdidas que afrontan nuestros mayores son estresantes, siendo conscientes de "que en su ambiente más inmediato se dispone de menos recursos para afrontar los problemas; es decir, menos personas con quienes compartir experiencias, menos control físico y natural sobre el ambiente..."(Beaver, 1998:34). Este proceso de envejecimiento será distinto para cada persona, de ahí que sea precisa una intervención social individualizada que apoye una redefinición activa de la identidad personal y social del sujeto, teniendo en cuenta su perfil concreto y sus necesidades de carácter biológico, psicológico y social.

Asimismo, las políticas sociales dirigidas a la tercera edad deben fomentar las...

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