La planificación

AutorTomás Alberich Nistal
Cargo del AutorCoordinadora de Asociaciones Culturales de Madrid - COACUM
Páginas2ª edición (actualizada y ampliada)

PLANIFICAR Y CONOCER NUESTRA REALIDAD

Para las asociaciones (sin ánimo de lucro y formadas mayoritariamente por personas que desarrollan un trabajo voluntario, no remunerado), el análisis de la realidad y la planificación son elementos básicos para poder adecuar sus actividades a los objetivos de la asociación y a los que normalmente no prestamos suficiente importancia.

La realidad social nos "rodea" y nos influye constantemente. En la actualidad hay que tener en cuenta que esa realidad está, en gran parte, "creada" (ampliada, seleccionada, corregida) por los medios de comunicación. Por ello, debemos prestar atención tanto a lo que denominamos como "realidad objetiva" (hechos, datos, ...) como a la "realidad subjetiva": lo percibido por las personas.

Para conocer la realidad hay que analizar el discurso que existe sobre ella: los estereotipos, las opiniones, los "tópicos", las formas de los mensajes,... a veces son tan importantes como los hechos.

Cuando creamos una asociación, de cualquier tipo, con unos fines determinados, éstos tenderán a cambiar la realidad social en algún sentido. Cualquier asociación trata de cambiar una realidad: aunque se haya creado, por ejemplo, sólo para entretenerse o divertir a un grupo de personas (los socios), la asociación está tratando de cambiar un aspecto de la vida de esas personas y, por tanto, la realidad de ese grupo.

En el caso de las Asociaciones de carácter privado, pero de acción social pública, parece evidente que el objetivo es cambiar la realidad, y no sólo de las personas que están afiliadas a la Asociación: los objetivos se orientan a cambiar una realidad social concreta, la situación de un barrio, una ciudad o un grupo de población.

En muchas ocasiones, las personas que estamos en asociaciones creemos que lo único importante es hacer muchas actividades y que lleguen a mucha gente. Sin embargo, le dedicamos poco tiempo a conocer nuestro entorno, reflexionar sobre los objetivos que tiene la Asociación y cómo planificar nuestra intervención para que sea eficaz, adecuando las actividades al logro de los objetivos, y no al revés.

No se trata sólo de dedicarle tiempo: hay que hacerlo ordenadamente, con una metodología y técnicas adecuadas.

Todos participamos constantemente del análisis de la realidad: cuando recibimos noticias de sucesos acaecidos en nuestra ciudad, cuando nos llegan interpretaciones periodísticas sobre esos sucesos, cuando los comentamos con nuestros vecinos y amigos,...

A veces pensamos que de sobra conocemos "nuestra" realidad, confundiendo lo que son informaciones y opiniones de un reducido número de personas (miembros de la Junta Directiva, amigos,...) con el conjunto social al que nos dirigimos desde la Asociación y al que raramente se le pregunta de forma directa qué opina. Lo mismo ocurre con la evaluación de las actividades de la Asociación: todos realizamos una evaluación o balance de cómo han salido las actividades, pero es muy diferente hacerla en el "bar" después de la actividad y en caliente, a planificar la evaluación, realizándola en cada fase del programa de actividades y de una forma más objetiva.

El conjunto del proceso lo vemos en el cuadro anterior. Tener en cuenta los recursos, planificar nuestras actuaciones, la evaluación,... son términos que nos pueden sonar raros, incluso en muchas asociaciones aún se piensa que eso es cuestión de "burócratas".

Sin embargo, todos, como decíamos, de una forma u otra planificamos y evaluamos, al igual que estamos constantemente recibiendo información sobre la realidad. Reuniones interminables, debates desordenados, evaluar sólo cuando la actividad ha salido mal, realizar programas y presupuestos porque "nos lo exigen para pedir una subvención"... son algunos de los defectos que tenemos que desechar definitivamente de nuestras asociaciones.

Por contra, debemos tener presente la utilidad y el fin del análisis de la realidad y de la planificación, para no caer en el defecto contrario al que se citaba...

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