Periodismo y fuerzas armadas. La visión de un periodista de defensa.

AutorMiguel Ángel de la Cruz
Cargo del AutorAntena3 TV
Páginas19-55

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Fue en el año 1999 cuando tuve mi primera relación con el periodismo de Defensa y fue durante la cobertura de la Guerra de Kosovo. La realicé desde el Cuartel General de la OTAN, en Bruselas. Desde entonces me he ocupado de esta parcela de la información en Antena 3 TV. Cumpliendo este cometido he acompañado a las tropas españolas por los distintos escenarios internacionales en los que han desarrollado sus misiones. Kosovo, Bosnia, Albania, Afganistán, Irak, Paquistán y Líbano, como principales lugares. Por lo tanto, mi punto de vista como es el del informador de televisión que ha estado en los países en conflicto como especialista en Defensa, nunca como reportero de guerra.

Desde esta perspectiva puedo explicar en primera persona como se cubren este tipo de informaciones, cual es el papel de los distintos ejércitos y, sobretodo, como planea por encima de ellos la política informativa del Ministerio y del Gobierno.

1. La cobertura informativa de una misión militar española en zona de guerra

Hay que destacar que este tipo de coberturas están férreamente controladas desde la Dirección General de Comunicación del Ministerio de Defensa; es decir, por lo que los periodistas llamamos el gabinete de prensa del ministro.

De esta forma, este departamento es el que decide que se cubre, a que se accede, como, con que restricciones, quien lo hace y en que momento.

Lo cierto es que la forma en que se controlan estas informaciones ha ido depurándose con los años y con la experiencia que han ido adquiriendo los encargados militares de información destacados a los puntos de conflicto.

En la Guerra de los Balcanes, por ejemplo, la inexperiencia en política informativa de Defensa hacía que, o bien se abrieran las puertas a los periodistas para que les fueran otorgados todo tipo de permisos para estar junto a las tropas,

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incluso en situaciones peligrosas, o que por el contrario, el periodista se viera ante un pétreo muro imposible de ser traspasado por la más mínima información.

Con los años y la experiencia periodística adquirida "en zona", como gustan de llamar los militares a los lugares donde desarrollan sus misiones internacionales, los filtros se han depurado.

Una de las primeras medidas para conseguirlos ha sido la formación de militares especializados en información de Defensa y en tratar con los periodistas "del ramo". Son los denominados PIO, denominación que viene de las siglas que se dan en inglés a los oficiales encargados de tratar con la prensa. Pues bien, estos PIO controlan perfectamente el campo del periodismo de Defensa, saben lo que se debe contar y lo que no y "venden" su producto; es decir, ponen al alcance los periodistas lo que política y militarmente interesa. En definitiva, manejan la información como un arma más para el combate.

Solicitud de permisos.

Un equipo de televisión está formado por regla general por un periodista y un cámara. En algún caso también se une a él un productor, la persona encargada de las gestiones. Pues bien, cuando este equipo quiere ir de forma libre a un lugar en el que nuestros soldados están desarrollando una misión internacional y quiere realizar allí reportajes sobre sus actividades y hacer entrevistas a los militares, debe pedir a Defensa los permisos oportunos y conseguir las credenciales y acreditaciones que le servirán como salvoconducto y le avalarán ante los responsables militares.

Por lo general estos permisos se solicitan siempre primero a los gabinetes de comunicación de los ejércitos. Cada uno tiene el suyo. Departamento de Comunicación de Tierra, del Aire y de la Armada. A ellos se les explica lo que se quiere, que se pretende en la cobertura informativa. En principio estos gabinetes no suelen mostrarse muy reacios a facilitar el acceso a los campamentos militares españoles en el extranjero, pero también son precavidos y ordenados. Por este motivo, ellos, a su vez, deben consultar la pretensión de los periodistas al Ministerio de Defensa. Sólo si obtienen de sus superiores un sí, lo trasladarán a su vez al equipo de informadores. Como es lógico pensar, la condición esencial para la concesión de un permiso para elaborar informaciones es que los intereses de los periodistas coincidan con los de los militares. Si esto ocurre no hay problema para la concesión, si no es así, se deniega la solicitud.

Son curiosas las reticencias que muchas veces existen en los gabinetes de comunicación a la hora de facilitar la labor de los informadores sobre temas militares. En muchos casos se piensa que se quiere ir más allá de lo solicitado, que se va a tratar de engañar, que existen oscuras intenciones, que se ha pedido permiso para una cosa y que en realidad se quiere otra que, en definitiva, se busca dañar. Se ve al periodista como un enemigo. Pero la realidad ha enseñado lo contrario. El miedo de los militares a no mostrar, por cierto cada vez más

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disminuido, desaparece cuando se comprueba que en un elevadísimo porcentaje todo lo que se muestra e incluso lo que no se quiere enseñar por temor a ser malinterpretado, es bien acogido por los informadores y por la sociedad española.

La experiencia ha demostrado que no hay más que acercarse a los ejércitos y ver las labores que desarrollan para cambiar la opinión más contraria que se pudiera haber tenido sobre ellos.

2. La polémica sobre la función "humanitaria" del Ejército

No debemos confundir. Las misiones que realizan nuestros soldados son misiones militares en cualquiera de sus facetas. Es completamente cierto que durante años se ha "vendido" a la opinión pública española la imagen del soldado que no combate, sino que reparte ayuda humanitaria, la imagen en definitiva de un "ejército ONG". Ha sido una imagen que ha tenido unos efectos fructíferos en varios campos. Ahí está por ejemplo, la contribución decisiva al cambio de percepción que se tenía sobre las Fuerzas Armadas.

Esos reportajes que han aparecido en los telediarios durante años, sobre militares repartiendo comida en Kosovo o en Irak han ayudado a eliminar la cáscara de arcaísmo que con toda razón rodeaba a los ejércitos. Una pátina de polvo antiguo formada por las rancias estructuras franquistas conocidas por la inmensa mayoría de los jóvenes españoles durante su servicio militar obligatorio.

Las informaciones sobre las misiones internacionales en las que han participado y participan los ejércitos españoles han ofrecido a la población unas imágenes amables que han caído bien a la sociedad y que han repercutido notablemente en la mejora de la percepción que los españoles tienen de sus militares y de lo que llevan a cabo. También, sin ningún género de dudas, han ayudado a algo sustancial, como es convertirse en un aliciente, en un reclamo para la incorporación voluntaria y profesional de soldados a las filas.

Cabe pensar si esas imágenes que tanto se han explotado, incluso en campañas oficiales, de combatientes sosteniendo a niños en brazos o atendiendo a enfermos en hospitales de campaña son en realidad el fiel reflejo de un ejército blando, no dotado para el combate.

Nada más lejos de la realidad.

Como he dicho más arriba, el reparto de ayuda humanitaria que tanto se ha explotado mediáticamente no es más que una de las tantas misiones de los militares españoles en zona de conflicto.

Suele ser esta una misión que se realiza al principio de una operación internacional, cuando se entra en una zona inestable. También suele ser una misión y eso es indudable, que el ejército español hace muy bien, con la que consigue eliminar muchas actitudes hostiles entre la población e incluso entre los grupos armados enfrentados.

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Recordemos Bosnia. Recordemos la ayuda española y la protección indistinta que ofrecían nuestros militares de forma generosa a bandos que se aniquilaban entre sí. Eso marcó a las tropas españolas como auténticas pacificadoras.

En este escenario empezaron a adquirir experiencia los denominados equipos CIMIC. Los equipos cívico-militares encargados de poner en contacto y en relación a los militares que entran en una zona extranjera con sus habitantes. Hoy se puede decir que los componentes de estas unidades españolas son maestros a la hora de enseñar a otros ejércitos como deben comportarse con la población en las zonas de guerra en las que se encuentran.

Los expertos en contactos militares con la población civil y con las partes en conflicto tienen auténticos tratados sobre como llevar a cabo estas misiones. Los contactos con las autoridades locales son básicos, el respeto a las costumbres primordial, el conocimiento del estado anímico y psicológico de la población esencial y el conocimiento de las necesidades sociales fundamental. La construcción de escuelas, reconstrucción de casas y carreteras, dotación de agua potable, etc., es tan importante como las patrullas armadas o la preparación para el combate.

En el año 2005, con motivo de las actuaciones españolas de reconstrucción en Afganistán, el propio Jefe del Estado Mayor de la Defensa, general Félix Sanz comentaba que siempre es más difícil atacar a un ejército que se sabe que está trabajando en la mejora del nivel de vida de la población.

La labor conciliadora y pacificadora de los militares españoles en el extranjero es de sobra conocida. El respeto de los locales hacia ellos se ha hecho evidente en cuantas misiones se han abordado. Tanto es así, que una práctica muy utilizada por nuestros soldados es la de colgar en lo alto de la antena de los blindados una pequeña bandera de España. El que se identifique ese BMR como español, en algunas circunstancias puede dar a sus ocupantes más...

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