La política penitenciaria del franquismo y la consolidación del Nuevo Estado

AutorGutmaro Gómez Bravo
CargoProfesor Contratado Doctor Facultad de Geografía e Historia universidad Complutense de madrid
Páginas165 - 197

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1. Introducción

El siglo xx, lamentablemente, ha dado ejemplos muy significativos de perfecta fusión entre ideología y terror. Durante toda su primera mitad se desarrollaron varios sistemas políticos asentados en fuertes métodos represivos y, en particular, en métodos de encarcelamiento masivo. Como regímenes autoritarios, todos pretendieron en primer lugar reducir al individuo a la nada, pero lo hicieron de distintas maneras. En el caso español, con el mayor número de presos de su historia, no quedaron reducidos a un número como ocurrió en los campos nazis o el gulag soviético. Se mantuvieron sus nombres y apellidos esperando a que llegaran los informes de sus ciudades y pueblos natales. El caos burocrático, la desidia y el deseo de venganza, interfirieron en un particular y kafkiano proceso español presidido por la arbitrariedad y la total incertidumbre, ante unos mecanismos de excarcelación convertidos a menudo en nuevas vías de acceso para la actuación de los tribunales especiales contra los considerados enemigos del Nuevo Estado.

Prácticamente todos los gobiernos totalitarios de la Europa de entreguerras desarrollaron sistemas de control hacia los que consideraban sus enemigos políticos. Con distintos matices, en especial losPage 166raciales, en todos ellos fue palpable la identificación de sus enemigos con la de criminales y delincuentes en la que se basaban las órdenes de actuación extrajudicial. Para ello se instituyó una escala de responsabilidad civil derivada de la criminal para todos aquellos acusados de «colaboracionismo». Pero el caso español plantea importantes diferencias, sobre todo, porque el franquismo nunca tuvo una vocación de exterminio tan clara. La agresividad que supo reconducir el fascismo hacia el enemigo extranjero fue canalizada en España hacia el enemigo interior, lo que hizo particularmente dura la guerra civil y la posguerra. Así, la sombra de las medidas represivas fue mucho más alargada. No sólo porque Franco sobreviviera a la Segunda Guerra mundial, sino porque prescendió deliberadamente de la solución dada en el resto de Europa. La amnistía, que el propio Franco calificó de «fruto podrido del liberalismo», fue sustituida por un perdón concebido como una redención y expiación de los pecados que pasó a ser el único medio de reintegrar a la sociedad a los que venían del «campo apestado». Por último, el elemento de legitimación del poder que más sobresalió en España fue el religioso; el derecho a penar fue concebido como un derecho divino autorizado por la violación del orden sagrado que quedaba muy lejos del componente racial o estatal de la Alemania nazi, la Italia fascista o la rusia soviética. Su principal consecuencia fue la segregación social entre vencedores y vencidos, establecida como norma dentro de la misma sociedad como una importante fuente de aproximación e identificación con la nueva realidad política 1.

1. 1 La particularidad del caso español

Con demasiada frecuencia se afirma que la cárcel fue sólo una realidad ligada a la represión de la guerra, de importancia por su dureza pero ajena a las políticas de consolidación del régimen. Ésta sigue siendo una visión dominante en muchos estudios políticos y en aquellos estudios legales y normativos que no mencionan este período. La mayoría de los estudios historiográficos, por su parte, sí señalan la prisión como un elemento clave en este proceso pero sin llegar nunca a tratarlo como parte central de su análisis y mucho menos como un sistema integrado jurídica, política e históricamente. Fruto de estaPage 167interpretación los elementos más destacados en el análisis de las formas de represión han incidido en las formas de eliminación del contrario, en la denominada visión exterminista. La imposibilidad de acceder a la información custodiada en los archivos militares y judiciales ha impedido durante mucho tiempo reconstruir otra dimensión del engranaje institucional del franquismo; debido a la falta de documentación, tradicionalmente se ha identificado la prisión con las primeras formas de terror a través de la visión de los testimonios orales. El Libro blanco sobre las cárceles franquistas, todavía editado en Francia, recoge recuerdos de las víctimas con una clara intencionalidad política. Años después fue seguido por las primeras recopilaciones de testimonios y relatos autobiográficos de mujeres, destacando los tres volúmenes de tomasa Cuevas. Posteriormente, llegaron los primeros estudios de tuñón de Lara, Salas Larrazábal, Aróstegui, reig tapia, Espinosa, moreno y muchos otros que se enfrentaban a la problemática de la cuantificación de las víctimas de la guerra y de la represión. Víctimas de la guerra civil coordinado por Santos Juliá recogió prácticamente toda la evolución bibliográfica hasta mediados de los años 90. tras ellos, y dentro de un particular momento de interés por la memoria histórica, los estudios históricos de esta temática se dispararon. La imagen de la España de postguerra quedó así fijada como una «inmensa prisión», lo que generó no poca polémica e hizo que otra serie de estudios surgieran como una respuesta a una cierta tendencia «revisionista», supeditando a tal objetivo el análisis de la violencia.

En esa línea han sido fundamentales los datos aportados por los estudios locales, que han determinado el mayor peso relativo de esta tendencia sobre el estudio de la represión directa, pero hasta el momento han sido los hispanistas anglosajones los que más han indagado en su impacto cultural, en el desarrollo de una cultura del miedo, en la sociedad de postguerra. Desde entonces puede decirse que ha sido el mundo de los estudios concentracionarios el que más se ha desarrollado. Los análisis de los campos de concentración y de los trabajos forzados han avanzando desde el rigor metodológico y la nueva documentación en el conocimiento de una realidad hasta el momento poco y mal conocida 2. Se sabe mucho más de los batallo-Page 168nes de castigo, las colonias penitenciarias, los destacamentos penales y el mundo de los trabajos forzados que de la mayor parte de las prisiones. Sin embargo, sigue pesando de manera extraordinaria esta necesidad de cuantificación, dando por agotadas prácticamente el resto de fuentes que no ofrezcan información numérica. El análisis de estos espacios como instituciones cerradas, creadas ex profeso como castigo por la guerra civil siguiendo la lógica disciplinaria del totalitarismo en Europa, explotan ciertamente la comparación con los campos alemanes y rusos, pero a menudo terminan obviando generalmente la evolución histórica del propio sistema penitenciario español. Por su parte, el estudio de las prisiones se ha abordado con un escaso tratamiento de otros aspectos fuera de la secuencia temática y temporal ligada a la primera represión, especialmente los incluidos dentro de la «normalidad» que quiere instituir el régimen. El origen de la cárcel franquista está en la guerra, pero la cárcel también se institucionalizó, evolucionó y se transformó siguiendo los propios pasos de la dictadura. Apartar la prisión de este marco contribuye a obviar gran parte de los elementos presentes en la legitimación de la represión así como de la continuidad del régimen. Sobre todo porque el mundo penitenciario está conectado permanentemente con la dirección política a través de dos funciones básicas para el nuevo orden franquista: la autoridad, a través del cumplimiento de las penas, y el control social, a través de un sistema puesto en marcha y diseñado para ello 3.

En primer lugar hay que mencionar la contribución de los estudios comparativos del franquismo con el fascismo europeo. El interés por la naturaleza ideológica de la dictadura, y en particular sus similitudes con el modelo alemán, plantea un problema fundamental: la utilización de categorías ajenas al sistema penitenciario franquista. En el caso español dos de sus principales impulsores y especialistas, el Ejército y la Iglesia, poseían una dilatada experiencia desde el siglo xix en este campo, con un activo y principal papel desde la Ordenanza de Presidios de 1834 y sobre todo en la primera parte de la restauración; experiencia que se vio ampliada durante la Dictadura de Primo de rivera y que ambos sectores reutilizaron abiertamente desde el primer momento del golpe de estado. El particular proceso de formación del penitenciarismo franquista discurre por otros derroteros ajenos a la aplicación de principios penales que ni siquiera son comunes dentro del espectro ideológico del fascismo europeo, sino que se nutre de una constante reutilización doctrinal de lo anterior. El principal problema que surge al enfatizar los aspectos comunes al período de entreguerrasPage 169radica en trascender los aspectos formales, básicamente los derivados de actos convencionales para la época con prisioneros de guerra y, sobre todo, de desestimar la desigualdad de los sistemas judiciales, policiales y penales. Con anterioridad a los años 30 ya existían características similares a otros sistemas de detención, de explotación y de presidio, como los trabajos forzados en las colonias de ultramar de franceses y británicos, pero con una legislación y una filosofía penitenciaria muy distinta en cada caso 4.

Es sólo un ejemplo de lo que como puede suponer el error de partida del modelo comparativo, ya que al fijar un marco de correspondencia inicial y final cerrado traspone las categorías explicativas sin tener en cuenta el marco de desarrollo propio. tal fue el caso de la Comisión Internacional contra el régimen Concentracionario (CICrC) dirigida por David rousset y formada por víctimas de los campos nazis que tomaron su experiencia como punto de partida al visitar 17 establecimientos penitenciarios en...

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