La pena de presidio en las plazas menores africanas hasta la Constitución Española de 1812

AutorPedro Alejo Llorente De Pedro
Páginas265 - 330

Page 266

Introducción

Los presidios del norte de África constituyeron el mayor exponente del cumplimiento de penas durante el Antiguo régimen. La pena de presidio se originó a mediados del xvii y tuvo un desarrollo extraordinario alcanzando su cenit en el XVIII. Durante el XIX siguió aplicándose con intensidad pero fue perdiendo lentamente sus notas definitorias. A principios del xx se desmantelaron los presidios norteafricanos.

Estos presidios quedaron clasificados en virtud de su importancia en «mayores» y «menores». Los mayores fueron Orán-Mazalquivir y Ceuta 1. Y los menores: Melilla, el peñón de Vélez de la Gomera y el Peñón de Alhucemas y, en la costa africana atlántica, las plazas de Larache y la Mamora. Estos dos últimos se perdieron antes del arribo del siglo XVIII.

Así, este artículo tiene por objeto desentrañar la pena de presidio hasta la Constitución de 1812 (fecha que para la corriente mayoritaria coincide con el fin del Antiguo régimen) esencialmente en Melilla y en los dos peñones de Vélez de la Gomera y Alhucemas ya que el resto de los enumerados quedan fuera de la acotación pretendida. también albergaron presidiarios las islas Chafarinas, pero igualmente excede al ámbito temporal propuesto pues fueron tomadas por España en 1848.

En estos territorios tan hostiles y como producto del declive económico, hubo una falta acuciante de soldados y de obreros para levantar medios defensivos contra las agresiones. Para suplir en lo posible esas carencias se enviaron, como mano de obra forzada, a vagos y presidiarios quienes se ocuparon además en otras muchas ocupaciones: labores administrativas, enfermeros, en obras ajenas al erario y en ciertos empleos que casi desvirtúan la pena como servicio doméstico a militares, maestros de escuelas e incluso como regentadotes de pequeños negocios.

A mediados del xvii comenzaron a poblarse los presidios con reos comunes. Dada la inestabilidad del territorio, los penados realizaron acciones militares arriesgadas como apunta Morales, uno de los poquí-Page 267simos autores que han tratado estos temas 2, participando también en los dos cercos principales contra Gibraltar 3.

Como vemos era una fuerza provechosa, pero las autoridades militares siempre estaban recelosas por su potencial peligrosidad y los conflictos que de vez en cuando generaban 4.

Page 268

Pero ante circunstancias excepcionales siempre les emplearon. Incluso hubo proyectos tan descabellados como el de D. Francisco Ximenez de Cisneros en 1809 en plena guerra de la Independencia: «... con los presidiarios del arsenal de Cartagena, con los de la caxa de rematados y los de obras publicas hasta juntar 2000 de esta clase; y 500 de voluntarios embarcandose los presidiarios, introducirlos en territorio frances y asolen y reduzcan a la mayor confusion y espanto a sus habitantes... solo se les dara racion para tres dias, el demas alimento de lo que roben y saqueen. no perdonaran vida ni haciendas...».

La junta General Militar rechazó la propuesta: «Es muy probable que gran parte de los 2000 presidiarios abandonen para entregarse al enemigo o restituirse a España e infestar los caminos y pueblos... cuando esto no sucediese serian en breve batidos y dispersados, sin mas fruto que haber desacreditado nuestra justisima causa y Santa religion con violencias y asesinatos que irritarian a los naturales...el proyecto quimerico de Ximenez provocaria mas perjuicios que ventajas...» 5.

Las diferencias de cumplir condena entre los distintos presidios eran importantes: en los «mayores» (Orán y Ceuta) había mejores condiciones de vida al darse un cierto comercio interior y actividades lúdicas (casas de juego, bailes, teatro, etc.) Además, los reos tenían la posibilidad de ejercer una pluralidad de ocupaciones o quedar «relevados del servicio» trabajando para personal civil o militar en servicio doméstico. también, estos presidios estaban generalmente menos amenazados por agresiones de los rifeños.

Por contra, en los «menores» de Alhucemas y Peñón de Vélez, la total dependencia de la península, hasta del agua 6, la estrechez del recinto y los problemas inherentes a una colectividad pequeña impeliendo a la mezcla entre sus habitantes (ver apéndice documental núm. 1), hacían más insufrible la estancia. Melilla ocupaba una posición intermedia.

También recalaron como presidiarios miembros de la nobleza. Fueron destinos apropiados por su lejanía para imputados en delitos políti-Page 269cos, o a consecuencia de ideas revolucionarias en América 7; algunos, personajes tan ilustres como D. Francisco Martínez de la rosa 8, sentenciado a ocho años al Peñón de Vélez de la Gomera, o D. Agustín de Argüelles, desafectos junto a otros a la restauración de Fernando VII. Consta se les realizó una conducción especial para desperdigarles por los presidios africanos (véase apéndice documental núm. 2).

1. Breve reseña histórica de los presidios menores africanos

En este capítulo pretendo ofrecer el origen de estos recintos, ubicando en parámetros históricos y geográficos la presencia de los condenados. tuvimos otras posesiones (trípoli, Peñón de Argel, La Goleta, túnez, Bizerta, tánger, etc.) pero sólo me extenderé en el análisis de los que, teniendo el calificativo de «presidios menores», retuvieron presidiarios, en especial Melilla y los peñones de Vélez y Alhucemas.

1. 1 Las pretensiones ibéricas de sometimiento norteafricano de finales del XV y principios del XVI

En esas fechas, en Castilla y Portugal se produjo el expansionismo hacia el continente africano. Dos tratados le propiciaron: el de Alcaçovas en 1479 9 y el más perfecto e importante celebrado en tordesi-Page 270llas 10 en 1494 motivado por el descubrimiento del nuevo Mundo. Estos tratados acotaban el espacio de ocupación de estas monarquías ibéricas.

Con dicha expansión se favorecía además el sesgo mesiánico de «lucha contra el infiel», auspiciado por el Papa Alejandro VI quien en 1495 dictó la bula «Ineffabilis» declarando el carácter de guerra santa de todas estas acciones. Esta lucha incluso quedaba plasmada en las cláusulas testamentarias de los reyes Católicos y primeros Austrias.

En consecuencia, los portugueses fueron haciéndose dueños de poblaciones del litoral atlántico africano: Larache, Mazagán, Safi, Agadir, Azemmur… 11.

Castilla completó el sometimiento del al-Andalus con la toma de Granada que motivó muchos exiliados a reinos norteafricanos 12. Había que asegurar el territorio conquistado salvaguardando costas y rutas comerciales. Para ello, nada mejor que controlar plazas importantes africanas que, además, eran cobijo frecuente de piratas.

Así, y vencido en 1492 el reino de Granada, Castilla resucita sus primitivos planes de apoderarse de zonas extensas africanas. Para ello fijaron la conquista de un puerto mediterráneo que sirviera como cabeza de puente para posteriores operaciones de penetración. Hernando de Zafra, Secretario de los reyes Católicos, fue comisionadoPage 271para estudiar dicho plan. no tardó en descubrir a Melilla como el prioritario objetivo 13. Esta ciudad se había rebelado anteriormente contra el rey de Fez y, fruto de esa revuelta, sus murallas estaban prácticamente derruidas lo que representaba una ventaja para su conquista aunque un inconveniente en su defensa posterior.

La decisión no se hizo esperar. La armada dispuesta por el duque de Medina Sidonia, D. juan de Guzmán, y capitaneada por D. Pedro de Estopiñán entraba en Melilla en septiembre de 1497 mediante una acción rapidísima. Consolidada la plaza, los cinco mil soldados de las fuerzas de ocupación se aprestaron a labores de fortificación que la aseguraran.

La reacción musulmana fue inmediata. A los ataques rifeños se unieron tres mil soldados enviados por el rey de Fez Mohammed el Wattasi. Las posiciones castellanas quedaron bloqueadas por las fuerzas fasíes y rifeñas, impidiendo ampliar la conquista. Como aseguran las crónicas de la época, los reyes Católicos habían conquistado una cabeza de puente hacia ninguna parte 14.

Pese a todo, los reyes Católicos se felicitaban de la conquista: «Estas nuevas holgaron mucho el rey e la reina… porque Melilla era cosa muy preheminente e necesaria a la seguridad de estos reynos de Hespaña e pueblo aparejado para desde alli conquistar el Africa», prometiendo medios financieros para arraigar la victoria. Poco después, una expedición desde Melilla con su alcaide a...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR