Cómo no resolver la paradoja del montón

AutorTimothy A. O. Endicott - Traductores: J. Alberto del Real Alcalá - Juan Vega Gómez
Páginas129-156

Page 129

¿ES posible resolver la paradoja de sorites? Una solución podría proporcionar una ilustración alternativa de las exigencias del Derecho en los casos marginales -una ilustración que rescataría el enfoque estándar de la adjudicación. ¿Debemos dar por hecho que las expresiones vagas ordinarias son vagas de orden superior (como hice en el Capítulo 4)? ¿Qué es exactamente la vaguedad de orden superior? Una teoría que demuestre que no existe tal cosa como vaguedad de orden superior, o que proporcione una técnica para manejarla, podría rescatar el enfoque estándar al proporcionar un modelo para la resolución de indeterminaciones por medio de los recursos interpretativos del Derecho. Finalmente, ¿son las indeterminaciones que surgen de la vaguedad un margen trivial de falta de claridad, o son éstas sustanciales? Si son triviales, quizás las objeciones al enfoque estándar pueden ser ignoradas.

Las preguntas acerca de la paradoja de sorites y de la vaguedad de orden superior resultan estar conectadas. Al igual que las teorías de la adjudicación discutidas en el Capítulo 4, las diversas soluciones propuestas a la paradoja de sorites afrontan los problemas con la vaguedad de orden superior. En la Sección 1 presentaré una breve descripción de tres de estas soluciones: la teoría de supervaluación, las teorías del grado, y el uso de un operador de definición. Podemos generalizar y decir que las teorías de la vaguedad que buscan resolver la paradoja de sorites, aunque también postulan la indeterminación en los casos marginales, afrontan el problema de explicar la vaguedad de orden superior. Estas teorías están en riesgo de cambiar la bivalencia por la trivalencia, y negar una delimitación precisa solamente para acabar con dos: (i) entre casos en los cuales una expresión se aplica determinadamente, y casos en los cuales su aplicación es indeterminada, y (ii) entre casos en los cuales su aplicación es indeterminada, y casos en los cuales determinadamente no se aplica. La Sección 2 argumenta que ninguna teoría debería negar la vaguedad de orden superior, y ofrece a las tres teorías mencionadas una alternativa: éstas pueden reiterar en órdenes supe-Page 130riores la negación de una delimitación precisa entre verdad y falsedad que hicieron en el primer orden. La Sección 3 arguye que ese enfoque es responsable de tropezarse con una forma nueva de paradoja pragmática a la cual llamaré la "paradoja de la trivalencia": negar delimitaciones precisas en todos los órdenes, puede llevar a sostener que existen delimitaciones precisas en un arbitrario orden superior.

Concluyo que la vaguedad de orden superior es conflictiva: una teoría no debería negarla, ni afirmar un número particular de órdenes de vaguedad, ni muchos menos afirmar que las expresiones vagas ordinarias son vagas en todos los órdenes.

La Sección 4 examina si la vaguedad es trivial o sustancial. Las conclusiones son (i) que no hay una respuesta precisa a la pregunta "¿cómo de vaga es una palabra vaga?", y (ii) que aun cuando es difícil formular afirmaciones generales acerca del significado de la vaguedad, hay razones generales para rechazar la noción de que es trivial. La Sección 5 discute la importancia de un hecho poco reconocido acerca de la vaguedad: que puede no haber un caso marginal claro de aplicación de una expresión vaga. La Sección 6 examina si podemos disolver la paradoja, al estilo wittgensteiniano, no planteando la pregunta "¿cómo de grande es el montón más pequeño?".

1. Soluciones semanticistas

Propongo que ninguna teoría debería tratar de resolver la paradoja de sorites. Hay dos razones generales para la propuesta: el encanto de la noción familiar de que las palabras vagas no dibujan delimitaciones precisas, y el hecho de que las soluciones a la paradoja están obligadas a retratar palabras vagas como si éstas dibujaran delimitaciones precisas. La "teoría epistémica" afirma expresamente que hay claros aunque desconocidos límites entre verdad y falsedad; me ocupo de esto en el Capítulo 6. Las soluciones posibles discutidas en este capítulo son teorías "semanticistas": éstas afirman que hay indeterminaciones en la aplicación de palabras vagas.1 Mi propuesta es, por supuesto, "semanticista" en el sentido de que afirma que las incertidumbres en la aplicación de expresiones vagas no son mera-Page 131mente epistémicas, porque el significado de las expresiones vagas no determina las delimitaciones precisas para su aplicación. No obstante lo anterior, voy a distinguir a las "teorías semanticistas" como teorías que afirman la indeterminación y además proponen una solución a la paradoja.

Las soluciones a la paradoja que discutiré atacan el principio de tolerancia. La teoría epistémica afirma que, en cada serie de sorites, hay un contra-ejemplo al principio de tolerancia. Las teorías semanticistas afirman que el principio de tolerancia es falso, o no del todo verdadero, o que su verdad es indeterminada, pero ellas niegan que haya generalmente algún contra-ejemplo del principio de tolerancia. Quiero decir que el principio de tolerancia puede ser verdadero. No que cualquier tesis de tolerancia sea verdad, sino que para la aplicación de todas las expresiones vagas ordinarias en la mayoría de los contextos comunes, es posible proponer formas del principio de tolerancia que sean verdaderas. Si adoptamos esta posición, nos quedaríamos en el predicamento de lo que Crispin Wright llama un "indeterminista del sentido común que intenta aceptar tanto la coherencia de expresiones vagas -la posesión de al menos algunos ejemplos determinados positivos y negativos- como su sensibilidad limitada [e.g. su tolerancia]".2 El predicamento es que parecemos estar comprometidos con la verdad de las premisas y con la falsedad de la conclusión de un argumento válido. Esto es un conjunto insoportablemente inconsistente de compromisos, no sólo para teóricos epistémicos sino también para los semanticistas. Significa ir por la vida con una paradoja sin resolver. El enfoque más común de los filósofos de la lógica que buscan una solución es, como Wright señala, el tratar de dibujar «una distinción fundamental entre vaguedad y tolerancia».3

Mi propuesta necesita una aclaración significativa. Es consistente con algunas soluciones a la paradoja, que son expresamente presentadas como idealizaciones. Willard Quine, por ejemplo, resolvió la paradoja al afirmar la bivalencia, pero admitió que para hacerlo tuvo que tratar las expresiones vagas como si ellas tuvieran delimitaciones precisas (ver más adelante, epígrafe 6.6). La teoría de Dorothy Edgington sobre "los grados de verdad" es una aproximación teorética de grado que trata a la gente como si ellos tuvieran un grado preciso de cercanía a la certeza sobre la verdad de un enunciado vago. Tales teorías dan una versión precisa que sustenta una relación vaga con los hechos; éstas afirman una Page 132 «verdad aproximada».4 Mis tesis son consistentes con tales teorías idealizadas, aunque aquellas teorías puedan adoptar una posición diferente sobre cómo de sustancial es la vaguedad, dependiendo de cómo de aproximados estén dispuestos a ser.5

El punto de esta discusión no es hacer un repaso de las soluciones propuestas a la paradoja, ni siquiera hacer justicia a las elaboraciones sofisticadas de las teorías discutidas.6 Es solamente poner en el foco de atención la importancia de la vaguedad de orden superior. No discutiré otras objeciones a las teorías, y no afirmaré que la vaguedad de orden superior supera necesariamente aquellas teorías; sólo quiero mostrar la dificultad de un problema que, según parece, cualquier teoría semanticista tiene que afrontar. Estimo que la única manera en la que una solución supera el problema es idealizando. Sin embargo, no demostraré que tenga que ser así.

Teoría de la supervaluación

La teoría que le asigné a Kelsen es una teoría supervaluacional.7 La idea es que una expresión vaga puede precisarse, y que su significado da a las personas una discreción para hacerlo así (una discreción como la discreción del juez para imponer una sentencia dentro de un marco).

Page 133

Los hablantes pueden "demarcar" una expresión vaga de maneras diferentes al adoptar diferentes puntos de delimitación. Pensemos en un enunciado vago como "superverdadero" si y sólo si es verdadero sin importar cómo sea demarcado (es verdad bajo cualquier demarcación), y "superfalso" si es falso en todas las demarcaciones. Los casos marginales son los casos en los cuales un enunciado es ni superverdadero ni superfalso: es verdadero en algunas demarcaciones y falso en otras. La teoría de la supervaluación trata a la superverdad como verdad, y a la superfalsedad como falsedad. Trata a los enunciados vagos en casos marginales como ni verdaderos ni falsos.

La paradoja se resuelve porque un enunciado del principio de la tolerancia es falso (e.g. superfalso, falso en toda demarcación). El principio de la bivalencia no sostiene, sin embargo, que la verdad o falsedad de cualquier paso particular en la serie de sorites es el paso de la verdad a la falsedad (un enunciado que dice que la delimitación se coloca en un punto particular es verdadero en una demarcación, y es falso en cualquier otra demarcación, entonces es ni superverdadero ni superfalso).

La vaguedad de orden superior es una amenaza porque la teoría necesita una noción de demarcaciones "admisibles". El significado de "alto" no permite demarcarlo de forma que nadie menor a nueve pies de altura sea alto. Así que las personas claramente altas deben ser aquellas que son altas en todas las demarcaciones admisibles. Sin embargo, "admisible" parece ser vago, tal y como "claramente alto" es vago. Si no hay una respuesta precisa a la pregunta "¿qué...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR