El Marxismo y los Derechos Humanos durante el siglo XX

AutorEusebio Fernández García
Páginas31-109

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1. Introducción

C. Wrigth Mills comenzaba así el capítulo II, significativamente titulado "Elogio de Marx", de su libro "Los marxistas", publicado en 1962:

"Lo que Marx escribió no tuvo muchos lectores en vida de su autor. Pero sus ideas y su temple moral, su vocabulario y aún sus nociones desencaminadas han venido a influir, de entonces acá, el curso de la historia mundial. Sea lo que fuera por lo demás, el marxismo constituye el drama intelectual más importante de nuestro tiempo. Intelectual, porque su doctrina es utilizada políticamente; y por la misma razón es el drama político más importante.

‘En el marxismo, se confrontan las ideas y la política: los intelectuales, los políticos, las pasiones, las concepciones, el análisis más frío, la condenación moral más ardiente. Todos estos elementos se encuentran y, de manera inmediata y dramática, hacen historia"66.

Me parece que las valoraciones que hace Mills acerca del marxismo son muy atinadas. Efectivamente, las ideas de Marx, desde su aparición, han influido, de manera progresiva en el curso de la historia mundial, a pesar de que unas décadas después de la aparición de este libro el marxismo haya disminuido en cuanto a su presencia en los ámbitos académicos y en las organizaciones

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políticas. No obstante, su vocabulario ha logrado cuajar en el de las ciencias sociales y la práctica política, además de acompañar muchas de las reivindicaciones, críticas y luchas por la justicia en las relaciones sociales y económicas. La crítica a los derechos cívicos y políticos como libertades burguesas abrió el paso a las exigencias de los derechos sociales y económicos. La idea de que las libertades pueden perder su contenido emancipatorio si no van acompañadas de un marco igualatorio en lo social y económico tiene bastante que ver con el marxismo. Sin embargo, como dice el texto, la historia del marxismo también ha acogido "nociones desencaminadas", que ya lo fueron en sus inicios y que hoy se puede enumerar con bastante exactitud. Y cuando de las nociones se ha pasado a la práctica política la historia del marxismo ha adquirido tintes dramáticos.

Es nuestra obligación hoy analizar cómo ha tenido lugar todo esto, qué hay en el marxismo de recuperable para una historia y una teoría de los derechos humanos, y cuánto de vergonzoso y rechazable. Si la historia debe ser maestra de la vida, en este caso la necesidad de una lectura objetiva y serena de lo ocurrido en el desarrollo de las ideas marxistas y su puesta en práctica es muy palpable y acuciante.

Parece bastante evidente que Marx se equivocó en parte de sus previsiones y pretensiones; los marxistas, gran parte de sus sucesores, no solo se mantuvieron firmes en los errores teóricos, sino que al aplicar sus teorías y propuestas a la lucha política y a la organización de las sociedades, una vez adquirido el poder político, se han visto salpicados por la crueldad, el terror y la muerte sobre y de millones de seres humanos. Estos datos son inobjetables y solo la barbaridad, por emplear un término suave, de distinguir los muertos buenos y los muertos malos durante el siglo XX, puede llevarnos al olvido o a la matización cínica o hipócrita. Sin embargo, algo permanece de la denuncia del marxismo, y mantiene hasta hoy su validez para millones de personas. Con palabras de C. Wrigth Mills que "La obra de Marx, considerada en su conjunto, es la apasionada y sostenida denuncia de una pretendida injusticia: que la ganancia, la comodidad y el lujo de un hombre se pagan con la pérdida, la miseria y la privación de otros"67.

Existe otra aportación del marxismo que conserva su interés e importancia, tanto para los que rechazan el capitalismo como para los que, sería mi caso, somos partidarios de su revisión y reforma en profundidad. Norberto bobbio lo ha señalado en varias ocasiones; así, en una entrevista que le hizo Alfonso Ruiz Miguel en 1979, respondía a la pregunta sobre la vitalidad del marxismo:

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"A mi modo de ver, el punto vital del marxismo es la crítica del capitalismo. Mientras exista una sociedad capitalista, la obra de Marx será un punto de referencia necesario o, como se suele decir, un paso obligado. Creo que otras partes de la obra de Marx (que, sin embargo, han contribuido a su reforma) están más caducas, como la filosofía de la historia o la idea de la extinción del Estado, que ya nadie puede tomar en serio hoy... Mientras existan movimientos que dirijan su batalla política a eliminarlo, al menos en su primer momento, a modificar el capitalismo, la obra de Marx será leída, discutida y comentada. Pero una cosa es leerla, discutirla y comentarla, y otra hacer de ella una doctrina completa y coherente a aceptar como una verdad revelada"68.

Y, en último lugar, existe otra contribución que Salvatore Veca ha indicado, al escribir: "Moralmente e intelectualmente hoy no es posible ser marxista en el sentido tradicional... Sin embargo, yo creo que es posible ser marxista en un sentido más bien diferente del término... La crítica a la explotación y a la alienación continúa siendo central"69.

Otro punto imprescindible que siempre aparece en este tipo de estudios críticos sobre la historia del marxismo es el de su responsabilidad en la catástrofe de su puesta en práctica, es decir, en la construcción y mantenimiento de las sociedades comunistas. Coincido con N. bobbio cuando ha escrito que "no obstante la aclamada derivación marxiana del comunismo soviético, Marx, el ‘verdadero’ Marx no es en manera alguna responsable de aquello que ha sucedido en el país, o mejor en los países, del así llamado socialismo realizado. Y no es responsable porque no existe una relación inmediata entre teoría y práctica"70.

No obstante, a pesar de esa coincidencia, creo que la afirmación bobbiana debe ser matizada, en el sentido de que si la relación inmediata no se da en Marx sí se puede cuestionar en sus sucesores, pongamos por caso Lenin, o Stalin, o Mao, o tantos otros. De ellos se podría decir que, de la misma manera que la mejor práctica es una buena teoría, también la mala teoría es la peor práctica.

Este asunto es tratado por Francisco Fernández buey en su libro "Marx (sin ismos)". En este estimulante trabajo se presenta a C. Marx como un autor

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que en el siglo XXI se ha de leer como un "clásico" y que en el siglo anterior, el XX, fue uno de sus "faros intelectuales". Además, se enfatiza, "En su nombre se han hecho casi todas las revoluciones político-sociales de nuestro siglo". Aunque, también se añade, en honor a la verdad, que "En nombre de su doctrina se elevó también la barbarie del estalinismo"71. La intención del libro, según apunta el autor, es "entender a Marx sin los ismos que se crearon en su nombre y contra su nombre"72.

Podemos preguntarnos si la buena intención señalada cuenta con posibilidades de perseverar con éxito. Y no existirían obstáculos invencibles para ello si no fuera por el hecho, también indicado unas líneas antes de que la obra de Marx ha estado presente en las más significativas revoluciones políticas y movimientos sociales desde la construcción de su teoría hasta hoy mismo.

Tan pesada carga hace inevitable que no podamos separar el marxismo de Marx de los distintos marxistas posteriores y que debamos tener en cuenta, no solamente la evolución intelectual sino también su incidencia en esas revoluciones y movimientos sociales, dada la sólida y específica vocación práctica del marxismo en general. Por ello, a la hora de analizar la historia de los derechos humanos en el siglo XX debemos tomarnos en serio la pregunta repetida por Francisco Fernández buey en el Prólogo del libro: "¿Se puede separar a Marx de lo que han sido el marxismo y el comunismo modernos?". Me parece que la respuesta más adecuada es claramente negativa, aunque otra cuestión es la de la responsabilidad directa de Marx en todo lo que el marxismo y el comunismo han hecho en su nombre y ha tenido nocivas consecuencias para los derechos humanos.

Pero esa no es la respuesta que se desarrolla en el libro comentado, y que reza así: "¿Se puede escribir hoy en día sobre Marx sin entrar en el tema de su herencia política, es decir, haciendo caso omiso de lo que ha sido la historia del comunismo en el siglo XX? Mi contestación a esa pregunta -prosigue el autor- es: no sólo se puede (pues, obviamente, hay quien lo hace), sino que se debe. Se debe distinguir entre lo que Marx hizo y dijo como comunista y lo que dijeron e hicieron otros, a lo largo del tiempo, en su nombre"73.

Me permito dudar de lo acertado de esa contestación, teniendo en cuenta que, debido precisamente al carácter político añadido de la obra de C. Marx, la proclamación de su inocencia histórica es difícil de establecer y mantener. Y ello a pesar de estar de acuerdo con F. Fernández buey en que "La prostitución del nombre de la cosa de Marx, el comunismo moderno, no es ya responsa-

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bilidad de Marx". Obviamente el camino que va de Marx a las barbaridades de Stalin o Mao...

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