Introducción. La ciencia jardinera

AutorAlfonso Serrano Maíllo
Cargo del AutorDoctor en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid
Páginas29-44

Esta investigación se enmarca en el proyecto Inmigración juvenil y delincuencia en la Comunidad de Madrid (06/HSE/0124), financiado, como Proyecto de Investigación en Humanidades, Ciencias sociales y jurídicas, por la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid y del que he sido investigador principal yo mismo.

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La monografía que el amable y crítico lector tiene en sus manos es únicamente, como su subtítulo indica, un test de una teoría criminológica, concretamente la del autocontrol o, quizá de modo preferible, teoría general del delito -una de las dos o tres más influyentes en la actualidad a nivel individual. Al escribir «únicamente» no pretendo sugerir, ni mucho menos, que sea ésta una labor o función baladí. ¡Más bien todo lo contrario! Lo que ello sí quiere decir, en primer lugar, es que aquí está ausente cualquier aspiración de estudio exhaustivo y sistemático de la explicación de referencia. Ello representaría, con poco lugar para dudas, un reto formidable habida cuenta de que nos encontramos ante una teoría, no sólo en constante desarrollo1 y acerca de la cual existe un volumen de escritos prácticamente inabarcable, sino de una profunda complejidad2. Esto último es una paradoja puesto que Gottfredson y Hirschi anteponen la parsimonia a la completitud3; pero el hecho de que diversos autores consideren, ingenuamente, que se trata de una teoría sencilla -y algunos añaden que ésta sería su gran ventaja, ¡acaso la única!- sólo contribuye a alimentar y perpetuar los malentendidos. Del mismo modo y en segundo

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lugar, aquello quiere decir que este trabajo no está presidido por ninguna vocación de originalidad. No se propone aquí, en efecto, ninguna modificación ni extensión del enfoque. Antes al contrario, se inspira en la idea de que el racionalismo crítico4 exige tests empíricos de teorías, así como replicaciones fieles y ortodoxas y que, precisamente, la deslealtad a este procedimiento es en buena medida responsable de que el desarrollo de nuestra disciplina haya sido hasta ahora relativamente lento y decepcionante. Creo ser consciente del alcance de esta declaración, incluyendo las consideraciones críticas que mere-ce5. Por supuesto, los tiempos que vivimos se caracterizan por una individualización muy poco proclive a entender la ciencia como un proceso colectivo, modesto y anónimo6.

Consistentemente, una vocación de economía ha guiado su redacción. Ello no se traduce, sin embargo, en una restricción de consideraciones que he creído esenciales -antes al contrario, ocasionalmente pueden llegar a resultar tediosas. En efecto, habitualmente, la discusión, verbigracia, de aspectos metodológicos que aquí, sin duda, juzgo nucleares tales como la potencia estadística, el diseño muestral, la medición de las variables, el manejo de los datos perdidos y, en su caso, su imputación, las estrategias analíticas adecuadas, la comprobación de las asunciones de los modelos estadísticos, etc., se limita a unas palabras o está ausente en absoluto de publicaciones científicas, desde luego en el caso de la Criminología de habla hispana. La competencia, dedicación y honestidad tanto del investigador como, en su caso, de los editores y evaluadores parece darse por supuesta. Tal y como yo lo veo, en este estado de cosas prevalecen los costes frente a los beneficios -aunque probablemente representa algo complejo. Por este motivo, en la presente investigación, como digo, se ha procurado un balance mucho más equilibrado. La alternativa a menudo

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impide evaluar la validez interna de un estudio, lo cual conlleva bien prácticamente descartarlo o bien aceptarlo como un acto de fe. Finalmente y siempre tratando de ser fiel a su vocación, también ahora he tratado de ajustarme al criterio de Hustlers, beats, and others para publicar un libro: sobre todo que esté «tan bien compactado (tightly packed) como sea posible»7. Confío en que la morfología del tamaño y estilo de fuentes aquí utilizada contribuya a ello.

El principal reto que se deriva para la teoría general del delito del test que aquí se lleva a cabo es lo que suelen denominarse contingencias. Las mismas han sido bien documentadas y discutidas en la literatura y, de hecho, existe un sólido cuerpo de evidencia empírica que las respalda ya en el caso de la teoría del autocontrol8. Debido a la extraordinaria importancia que a mi juicio tienen para la teoría general del delito y para el test de teorías criminológicas en general, las mismas ocupan un lugar preponderante en las reflexiones que siguen. Las contingencias evocan lo inesperado, algo que no es ni necesario ni imposible, circunstancias que no son fundamentales o esenciales, cosas que pueden ocurrir o no. En particular, me refiero a que, en modelos multivariantes, el control de las variables aquí nucleares no hace desaparecer una relación estadísticamente significativa entre las del aprendizaje social y la delincuencia. La argumentación que se defenderá se refiere, naturalmente, a contingencias relacionadas con variables de teorías muy importantes y que han aparecido en diversas replicaciones.

La concepción aquí seguida de las contingencias se inspira en el interaccionismo simbólico -una tradición de tal riqueza que a menudo resulta imprescindible en análisis con la aspiración de una cierta profundidad9. No es posible aquí más que limitarnos a unas breves notas sobre el significado

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y origen en ciencias sociales del concepto de interés. Goffman explica que una persona puede exhibir unas características o un comportamiento deter-minado y, sin embargo, no ser definido como un enfermo mental ni ser internado en una clínica psiquiátrica. Este proceso depende a menudo de eventos que pueden ocurrir o no, que no son imposibles pero tampoco seguros -esto es, de contingencias. Escribe lo que sigue: «por cada ofensa que lleva a una queja efectiva, existen muchas similares desde un punto de vista psiquiátrico que nunca tienen esa consecuencia [...] incluso los ofen-sores que son finalmente hospitalizados es probable que acumulen una larga serie de acciones inefectivas tomadas contra ellos. Separando aquellas ofensas que podrían haber sido utilizadas como base para una hospitalización de su autor de aquellas que son realmente así utilizadas, uno encuentra un vasto número de [...] contingencias de carrera»10. Goffman distingue contingencias que llevan al internamiento de alguien, contingencias que le permiten evitar consecuencias que no desea o contingencias que afectan a que siga hospitalizado o no. Llega a escribir este mítico autor que «Hasta que una persona efectivamente llega al hospital habitualmente no parece haber manera de saber con seguridad que él está destinado a ello, dado el rol determinante de las contingencias de carrera», «uno podría decir que los pacientes mentales no sufren en particular de enfermedad mental, sino de contingencias»11. Del mismo modo, es posible, para quien lo sufre, ocultar un estigma -de entre diversas estrategias accesibles para él. De hecho, algunas formas de estigma son muy fácilmente ocultables12. Rock pone aquí el ejemplo de que «muchos homosexuales puede permanecer en sus roles desviados sin que les molesten», a la vez que añade que incluso existe en casos así una desviación de grupo y cooperativa, que por lo tanto la vuelve más visible, que puede perfectamente pasar desapercibida para la mayoría13. Naturalmente, también en estos supuestos pueden darse (¡o no!) situaciones o eventos -contingencias- que delaten al portador del estigma14. Aplicado a nuestro mundo del delito, la idea se traduce en que los sujetos que llevan a cabo actos criminales son abundantes en una sociedad, pero sólo algunos de ellos llegan a definirse como delincuentes y/o a adoptar un rol desviado. La desviación primaria -utilizando la terminolo-

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gía de Lemert- sólo puede convertirse en secundaria cuando concurre alguna determinada contingencia15. Estas contingencias particulares, por su propia naturaleza, entonces, pueden acaecer o no, no son ni ineludibles ni imposibles. Así las cosas, estos enfoques se basan (teóricamente), en los supuestos típicos, en la existencia de unos mecanismos más la aparición de una serie de contingencias para la explicación de variables dependientes como el ingreso en un hospital psiquiátrico, las consecuencias sociales de un estigma o la desviación secundaria. En todo caso, a lo largo de esta monografía resultará evidente que ni el centro de atención ni el grado de relevancia que se concede a este esquema coincide en el caso de la tradición del etiquetamiento y de la teoría general del delito -cuya mirada se enfoca hacia la tendencia individual para delinquir, concediendo únicamente y en el marco de su explicación de la delincuencia que junto a los procesos o mecanismos principales, esto es el autocontrol, suelen aparecer contingencias de muy diversa naturaleza16. Pero sí queda clara la enorme relevancia de las contingencias para el enfoque del labeling y para la presente investigación, que les otorga a algunas de ellas un carácter potencialmente causal.

El interés por la Criminología científica en España y en los países de habla hispana en general es, a día de hoy, escaso. A mi juicio, este estado de cosas encaja perfectamente en la falta de comprensión que abunda entre nosotros de lo que la teoría es y del modo íntimo en que se conecta con la investigación empírica. En particular, resultan sorprendentes las serias dificultades de muchos investigadores para comprender la lógica del test de teorías. Quizá nuestra larga tradición antiempírica y el imperialismo de disciplinas como el Derecho

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penal y la Psicología puedan explicar al menos en parte este lamentable estado de cosas17.

Algunos comentaristas creen que esta situación se conecta con la omnipresente corrupción que campa en este ámbito de la investigación en España18. Ésta es una mirada optimista, para la que remover el Himalaya de esta causa resolvería la...

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