Introducción

AutorAlfonso Serrano Maíllo
Páginas27-40

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1. El interés contemporáneo por la oportunidad en la teoría criminológica y la contribución seminal de Hindelang

La idea de oportunidad, pese a que tiene unos rancios e ilustres orígenes que se remontan a Quetelet1, no ha tenido, hasta hace relativamente poco, una especial relevancia en Criminología. Probablemente el trabajo de Michael Hindelang, en solitario y junto a algunos de sus colegas, de mediados de los 70 marque un hito decisivo en la inflexión de esta tendencia. Esta constituye, como es sabido, sólo una de sus contribuciones a la Criminología, la cual ha contraído una deuda con él que no será capaz de devolver, parafraseando al propio autor. No son pocos los autores que consideran que aquel hecho -su relativa ausencia hasta entonces- es sorprendente2. Y no puede sino estarse de acuerdo con ellos puesto que, como iremos comprobando, se trata de un aspecto nuclear de la teoría criminológica. Como veremos con un cierto detalle más abajo, son diversos, por otro lado, los usos que el concepto recibe en nuestro campo.

Son varios los hitos que han contribuido a poner sobre la palestra la relevancia de la idea de oportunidad para la teoría criminológica. El primero de ellos es, sin duda y como acabamos de ver, el trabajo de Hindelang y sus colegas sobre la victimación y sobre el rol de los estilos de vida. La idea es que ciertos estilos de vida favorecen la victimación porque ofrecen más oportunidades para ello3. Otro hito Page 28 fundamental es la aparición, en el salto de la década de los 70 a la de los 80 del siglo pasado, de la teoría de las actividades rutinarias, esporádicamente también denominada por sus proponentes teoría de la oportunidad4. Este enfoque, como es bien sabido, ha sido especialmente influyente en Criminología -pese a que ocasionalmente sus proponentes parecen quejarse de falta de atención-, y ello tanto en el ámbito de la explicación como en el de la prevención del delito. Cuando la teoría criminológica se encontraba en un momento de relativamente escasa actividad, apareció, en 1990, la llamada teoría general del delito. La misma ha tenido un impacto casi sin parangón en la disciplina y, de hecho, es probablemente la teoría que más tests empíricos ha recibido. Junto al autocontrol, los autores mencionaban la oportunidad como uno de los elementos de la teoría5. Sin embargo, no queda claro cuál es el rol que desempeña en la misma6. Por ejemplo, yo mismo he mantenido la siguiente postura desde la primera edición de mi Introducción a la Criminología: «El factor oportunidad [...] parece ocupar un lugar secundario en la teoría [...] Uno puede incluso preguntarse para qué se ha introducido un elemento en la teoría al que prácticamente no se le presta atención [...] el factor oportunidad pudiera desempeñar una función ad hoc en la teoría»7. Desde este punto de vista, la teoría del autocontrol es una teoría unitaria -de Page 29 hecho, un arquetipo de esta modalidad metodológica. Si por el contrario se interpreta que la oportunidad es un elemento independiente del autocontrol y que desempeña un rol fundamental en la teoría, entonces puede mantenerse que la teoría del autocontrol es una propuesta integrada. Y no hace falta irse muy lejos para observar esta distinta interpretación de una misma teoría. En su bien conocido manual, Garrido Genovés y sus colegas ubican la teoría general del delito, precisamente, entre las integradas8. Lo fundamental a nuestros intereses ahora es que la presencia del factor oportunidad en una de las teorías más notables de las últimas dos décadas, una presencia que como hemos visto es discutida, ha contribuido a resaltar su relevancia para la teoría criminológica contemporánea, así como a fomentar el debate. Y es que, en efecto, el elemento oportunidad es uno de los más aptos para la estrategia de la integración teórica. Ello constituye también un factor decisivo, a mi juicio, para el presente protagonismo (relativo) de la idea de oportunidad en la Criminología teórica, ya que en la actualidad son abundantes las propuestas de teorías que siguen, precisamente, esta metodología teórica de la integración -y muchas de ellas, como veremos más abajo, incluyen a la oportunidad entre sus mecanismos causales. Finalmente, la orientación pragmática que ha caracterizado en diversas épocas a la Criminología ha comenzado a extender su influencia a la teoría criminológica. En este sentido, son muchas las teorías que ahora prestan una atención expresa a sus consecuencias de Política criminal, esto es para el control y prevención del delito. Puesto que las teorías de la oportunidad han tenido una especial acogida en este terreno de la prevención e incluso existen algunas pruebas empíricas que apuntan a una cierta eficacia de Page 30 algunas de sus propuestas9, es también comprensible que por esta vía hayan pasado a interesar a muchos teóricos10.

La idea de oportunidad ha recibido tradicionalmente, salvo excepciones, una relativamente escasa atención no sólo en Criminología -aunque la situación ha cambiado, como he señalado con insistencia, en nuestra disciplina desde finales de los años 70- sino también en las ciencias humanas y sociales en general11. De nuevo, también los usos con que se ha utilizado el término en estas últimas son heterogéneos. Uno de ellos, bien conocido, es el llamado coste de oportunidad. Es sabido que en los análisis económicos debe tenerse en cuenta el coste que supone aprovechar una oportunidad (económica) en detrimento de otra alternativa12. Si, de acuerdo con el conocido ejemplo de Samuelson, invierto en cañones con medios limitados o al menos finitos no puedo invertir esos mismos medios en mantequilla; el análisis de mi inversión ha de tener en cuenta, entonces, el coste de no hacerlo en otro producto alternativo. Esta idea ha recibido una cierta atención en Sociología13 e incluso en Criminología. Para el enfoque económico en Criminología, por ejemplo, la comisión de un delito es una función de la utilidad que se espera sacar del mismo por un lado; y aspectos tales como la probabilidad de ser condenado, el castigo que posiblemente se sufriría y los beneficios que se Page 31 obtendrían si se utilizase ese tiempo, esfuerzo, etc. para otras actividades lícitas o ilícitas por otro14. Nada más y nada menos que Elster, quien como es bien sabido trabaja en la cercana tradición de la racionalidad, o quizá mejor dicho de las paradojas de la racionalidad, incluye con un cierto detalle la idea de oportunidades en sus trabajos. Para su tesis, sin embargo, las oportunidades son «las opciones o medios de entre los que el agente puede "elegir"»15. Un ulterior ejemplo que puede señalarse hace referencia al oportunismo como una visión del ser humano. Hargreaves Heap y sus colegas lo utilizan, verbigracia, en el ámbito de los problemas sociales en mercados y los contratos formales. Consideran, siguiendo la definición de Williams, la búsqueda autointeresada con malicia o, más en concreto, la comunicación incompleta o distorsionada de información, especialmente con esfuerzos calculados de equivocar, distorsionar, disfrazar, ofuscar o de otro modo confundir. Los autores añaden que se trata de una concepción de la naturaleza humana «ciertamente compartida por Maquiavelo»16. El propio Elster, a quien acabamos de mencionar, insiste también en esta idea del oportunismo como concepción del ser humano, si bien para mostrarse contrario a la misma: en el mundo real, escribe, «existe una buena cantidad de honestidad y sentido del deber. Si la gente siempre se viera envuelta en comportamiento oportunista cuando pudiera hacerlo impunemente, la civilización como la conocemos no existiría»17. Estas concepciones del oportunismo evocan la idea de un sujeto que tiende a aprovechar en su propio beneficio las oportunidades Page 32 ilícitas o al menos inmorales que se le presentan cuando puede hacerlo con ventaja. El concepto de oportunismo también ha sido utilizado en el ámbito de la violencia colectiva. Concretamente, para Tilly se trataría de un tipo o variedad de violencia interpersonal (colectiva). En su bien conocido trabajo, este autor ofrece una taxonomía de violencia interpersonal a partir de dos variables clasificatorias: la extensión de la coordinación entre los agentes violentos y la relevancia del daño a corto plazo. Pues bien, el oportunismo se caracteriza por una coordinación media y por una relevancia relativamente elevada, a la vez que una naturaleza colectiva. Concretamente, Tilly se extiende sobre cómo cuando existe una cierta ocultación frente a una vigilancia y represión rutinarias, ciertos grupos de individuos pueden recurrir a medios que incluyen el daño para lograr fines habitualmente prohibidos. De entre los muy diversos ejemplos que propone, destaca el uso del secuestro para, entre otros fines, lograr medios económicos por parte de la guerrilla chechena18. La tesis, pues, llama la atención sobre el rol de elementos situacionales de oportunidad. Aunque parece clara la relación de este uso de la oportunidad con la Criminología, el mismo se centra aquí en mecanismos colectivos de violencia. La oportunidad también se ha utilizado en Sociología en el marco de los movimientos sociales o de la acción colectiva no violenta -o al menos no necesariamente violenta. Tarrow, verbigracia, explica que un movimiento de naturaleza colectiva precisa de ventanas de oportunidad para alcanzar un cierto éxito y, desde luego, para lograr sus objetivos o...

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