La influencia de variables políticas y psicológicas en los procesos de información y decisión
| Autor | Rubén Herrero de Castro |
| Páginas | 79-94 |
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En el curso de tomar una decisión, entendiendo por ésta, «una elección entre alternativas, que guardan referencia a algún fin» (Allison, 1988: 57) en el marco de la política exterior e interior, de forma general, se articula un proceso secuencial que consta de las siguientes etapas:
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Para desarrollar un proceso de toma de decisiones, ha de plantearse un problema hasta entonces no manifestado o bien puede reproducirse con distintos matices una situación ya vivida.
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Recolección de información relativa a la situación planteada, susceptible de ser utilizada para elaborar las posibles alternativas de respuesta y solución al evento que ha surgido.
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Evaluación de alternativas, esto es, conocer con la mayor precisión posible las posibles consecuencias y resultados de las alternativas planteadas.
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Una vez efectuada la evaluación, el decisor optará por una de las estrategias, presumiblemente aquella por la que obtenga una mayor compensación o satisfacción del objetivo propuesto.
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La ejecución de la decisión será la siguiente fase.
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Una vez se conozcan los resultados de la decisión, tiene lugar una fase de evaluación de los mismos, con el objetivo de comprobar el grado de satisfacción obtenido.
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Mantenimiento de la decisión tomada hasta que produzca los resultados y efectos finales y previstos. En caso de que la evaluación de resultados no resultara satisfactoria, se podrán introducir matices a la decisión, o en caso extremo, revocarla por completo.
De estas fases podemos extraer que la adopción de decisiones, se halla condicionada tanto por factores objetivos como subjetivos (López Cachero, 1983: 17). Los primeros son los que representan la estructura básica del problema que requiere de una decisión a adoptar. Los segundos se refieren a la evaluación de alternativas, consecuencias y resultados de la decisión tomada. Estos se encuentran asociados al grado de información del cual dispone/n el/los decisor/es, referente a la situación que se les plantea. La información juega por tanto un papel capital. La calidad y cantidad de la misma afecta de forma evidente al grado de conocimiento de los efectos y consecuencias que nuestras decisiones causarán. De forma básica podemos distinguir entre tres posibles estados de decisión en relación con la cantidad/calidad de la información disponible (Area, 1983: 38):
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Decisiones en estado de certidumbre, son aquellas en las cuales quien decide conoce casi con toda seguridad el resultado de las distintas estrategias o alternativas diseñadas (el estado de naturaleza que resultará se conoce). La decisión adoptada será aquella que produzca los mejores resultados. La única dificultad que pudiera surgir sería si hubiera un exce-Page 81sivo número de alternativas, ya que podría degenerar en una errónea valoración de las consecuencias de las mismas.
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Decisiones en estado de riesgo, son aquellas en las que el decisor no conoce con seguridad el resultado de sus acciones; pueden ocurrir diversos estados de naturaleza. En este caso, la experiencia previa juega un papel importante (siempre y cuando su percepción haya sido adecuada). Todas las alternativas presentan pros y contras, por tanto (inicialmente) se optará por aquella que más se acerque a lo esperado.
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Decisiones en estado de incertidumbre, lo cual provoca que el decisor desconoce por completo o en su mayoría los posibles estados de naturaleza que resultarán de las distintas estrategias o alternativas.
Dando por cierto, que es prácticamente imposible disponer de toda la información relativa a una situación dada, disponer de información relevante va a ser un hecho casi tan importante como desechar la irrelevante. La primera puede conducir a tomar una decisión de buena calidad, mientras que la segunda además de poder conducirnos a una decisión de baja calidad, hará perder un tiempo y unos recursos esenciales, que podrían dañar de forma definitiva nuestra respuesta ante la situación planteada. Pero quién y cómo, recopila, analiza y transmite la información, serán también factores de suma importancia, de cara al resultado final del proceso de toma de decisiones abierto.
Adoptar decisiones desde una perspectiva política es una acción humana y dinámica que genera cambios a nivel interno e internacional, alterando una realidad, según sea el nivel al cual se decide. Ello conlleva que la decisión política es una acción libre y como tal no se refleja con exactitud en las fórmulas matemáticas que surgen de las teorías económicas o explicarse plenamente en las normas del Derecho. Esta acción es libre, porque además de unos elementos cuantificables y objetivos, la política tiene un componente emocional y psicológico, que aumenta su complejidad y previsión. En este sentido, todos podemos afirmar que conoceremos previamente el resultado de una suma, pero sin embargo ninguno podemos expresar con total seguridad cual será la decisión tomada por un individuo, ante una determinada situación, dado que además de los elementos mencionados se suma que la acción política se desenvuelve en un entorno cambiante y complejo, en el que concurren multitud de actores e intereses, sin olvidarnos del elemento azar.
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La política como acción libre tiene su efecto inmediato en la generación de múltiples actores/decisores, todos ellos dotados de personalidad política y psicológica.
Así pues, de acuerdo a lo expuesto hasta ahora, se aprecian cuatro factores, que influyen de forma evidente en los procesos de información y decisión:
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Las características del entorno doméstico y/o internacional y la posición e interacción del actor o actores que toman la decisión, respecto al mismo.
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Las características propias de la situación que activa los procesos aludidos.
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Los factores y dinámicas de naturaleza esencialmente política, externos e internos, que operan en todo proceso de toma de decisiones.
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Una variable de naturaleza psicológica, compuesta por diversas dinámicas y comportamientos, que tiene su origen en la personalidad humana, de quienes participan en ambos procesos.
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Inicialmente se produce una interacción bidireccional entre el entorno y quienes están inmersos en la toma de decisiones. Así, toda decisión modifica el entorno en mayor o menor medida, mientras que el entorno condiciona al decisor en mayor o menor grado influyendo sobre sus ideas, percepciones, motivaciones y comportamientos. La interacción que exponemos, de acuerdo con Robert Jervis, «puede producir profundos cambios en nuestros valores y así determinar nuestro comportamiento posterior. Involucrarse en una actividad (...) nos conduce a desarrollar nuevas habilidades, apreciaciones y juicios» (Jervis, 1997: 56).
De acuerdo con ello, podemos decir que buena parte del comportamiento de los actores políticos, resulta del entorno y de sus capacidades y características personales y psicológicas, que estos actores desarrollan en su relación con el entorno. En esta interacción propuesta, hay que tener en cuenta además dos factores:
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La posición de quien decide respecto del entorno. No todos los actores que toman decisiones tienen la misma capacidad y poder para modificar el entorno.
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Las posibilidades de modificación que admite el entorno. Cabe distinguir entre entornos estables e inestables, en el sentido de cuanto más estable menos capacidad de reestructuración y viceversa (Greenstein, 1986: 43).
Y evidentemente, de cara a los procesos de información y decisión, más allá de la interacción que describimos, serán esenciales, no sólo las características del entorno sobre el cual se pretende actuar, sino las características de la situación a la que nos enfrentamos. Debiendo además considerar tres...
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