La importancia del lenguaje y los discursos en la transformación social

AutorJuan Miguel Garrido Gil
Páginas223-240

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1. Lenguaje y discurso Concepción pre-giro lingüístico

La primera pregunta a la que hemos de responder es: ¿qué es el lenguaje? ¿qué es un discurso? La acepción «común» o «tradicional» define, a grandes rasgos, el lenguaje como aquello con lo que nombramos, describimos o representamos el mundo externo y expresamos el mundo subjetivo interno; mientras que entiende que el discurso es: aquello que se «dice de», «describe a» y/o «representa la» realidad.

Normalmente entendemos —o se suele entender en los espacios fuera de la academia al menos— que el discurso es una especie de envoltorio con el que representamos o recubrimos la «verdadera realidad», lo que «verdaderamente es»; con lo que, por un lado esta lo que las cosas «son», y por otro, como nos referimos a ellas (las describimos, representamos etc.) mediante el lenguaje y el discurso. Esta concepción es deudora del positivismo aplicado a las ciencias sociales y de la idea de verdad como adecuatio del positivismo (adecuación entre la «realidad real» y el contenido de nuestras afirmaciones, mediante la experimentación empírica positiva).

Esta visión del lenguaje y el discurso fue perdiendo centralidad debido, básicamente, a «la crisis del positivismo y la influencia creciente del estructuralismo, el post-estructuralismo, el marxismo y el psicoanálisis a partir de los años sesenta y setenta del siglo XX» que provocaron el denominado «giro lingüístico» en las ciencias sociales, caracterizado por una mayor conciencia de la importancia del papel del discurso en la formación y reproducción de las instituciones que enmarcan nuestra existencia y la consiguiente aplicación del análisis del discurso al estudio de mate-

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rias tan diversas como la antropología, la sociología, la psicología, la politología, etc.»1El «giro lingüístico» pretende impugnar esta visión en la que el lenguaje y el discurso representarían/describirían una realidad ya inmutable, esencial, «dada»; Para plantear, que el lenguaje y el discurso configuran y conforman la «realidad» y no sólo la representan. De esta manera toda aprensión o acercamiento da la realidad, y en las ciencias sociales en especial, viene mediada por algún tipo de discurso que transforma el hecho social en «objeto» al explicarlo de una determinada manera, al construirlo políticamente en un sentido u otro, al involucrarlo en una cosmovisión u horizonte de sentido determinado.

Desde esta concepción, además, hay una relación muy estrecha entre el «discurso» y la política. No se coloca al discurso como muestra de aquello que la política tiene para decir, ni cómo intérprete de conflictos, ya que «el discurso no es simplemente aquello que traduce las luchas o los sistemas de dominación, sino aquello por lo que, y por medio de lo cual se lucha, aquel poder del que quiere uno adueñarse» (Foucault, 1971).

2. Introducción a la teoría de análisis del discurso según la Escuela de Essex y el construccionismo social
2.1. Construccionismo Social

El CS es, mucho más allá de las meras percepciones, una corriente que se nutre de aspectos centrales de la tradición marxista, por un lado, y de la fenomenológica, por el otro, y plantea que para entender la realidad debemos tener en cuenta la relación dialéctica existente entre las condiciones materiales de existencia de un grupo, y la herencia cultural, o lo que es lo mismo: la pantalla (o las «gafas») a través de la cual interpreta esa realidad en la que vive. Todo lo dicho no significa que no haya elementos objetivos de la realidad como «hechos sociales» que no dependen del observador, sino que «éstos elementos son percibidos, manipulados y elaborados de forma distinta en distintos grupos y sociedades, como muy bien nos ilustra la antropología (…) Cada cultura está compuesta a su vez de simbolizaciones y discursos distintos, que pueden ayudar a entender mejor la realidad material y simbólica en la que vivimos, para así poder transformarla... o no, pues una de las funciones de los discursos hegemónicos ha sido, en general, la de dar una visión conformista y «naturalizada» de la realidad, que permita la reproducción del tipo de sociedad que favorece a los grupos dominantes que acostumbran a difundir dichos

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discursos»2tal y como señala el prestigioso antropólogo médico catalán Oriol Romaní.

2.2. Escuela de Essex

Esta corriente de pensamiento surge en la segunda mitad de los años ochenta del s.XX en la universidad de Essex, Inglaterra, a raíz del programa de post grado en «Ideología y análisis del Discurso» y del Centro de Estudios Teóricos de las Humanidades y las Ciencias Sociales que fundó y dirigió durante muchos Ernesto Laclau, quien es, asimismo, el principal representante y uno de los padres creadores de la escuela. La escuela de Essex se centra en el análisis del discurso desde una perspectiva multidisciplinar que aúna las ciencias sociales la psicología y la filosofía. En ella encontramos una fuerte influencia del post-estructuralismo, el marxismo, el psicoanálisis, y el giro lingüístico en autores como Wittgenstein, Foucault, Gramsci y otros.

En la actualidad, la mayoría de los teóricos del análisis del discurso diferencian entre «discurso» como término abstracto y general, y «discursos» o «practicas discursivas», en plural, como ejemplos concretos del primero. El discurso es una categoría teórica, lo que existe son «prácticas discursivas».

Los conceptos centrales que maneja la escuela de Essex son:

a) Rechazo del finalismo y el esencialismo: Se rechaza la visión finalista y esencialista tanto de la doctrina neoliberal capitalista —fin de la historia, Fukuyama—, como de la doctrina marxista ortodoxa —sociedad sin clases libre de contradicciones.

  1. Concepción propia del «Discurso»: El discurso es entendido como una totalidad estructurada que resulta de las prácticas articulatorias que organizan y constituyen las relaciones. No solo describe, sino que prescribe; no solo representa o expresa, sino que configura y determina los hechos sociales enmarcándolos en un horizonte de sentido —en una superficie discursiva— determinado. Por tanto, se defiende una concepción maximalista del discurso que afirma que «ningún objeto se constituye al margen de una superficie discursiva de emergencia». La realidad no se reduce al discurso, pero nada en la realidad se constituye como objeto al margen de una superficie discursiva.

  2. Hegemonía:

En primer lugar quiero determinar qué no es la hegemonía: noes el mero domino por coerción o imposición por la fuerza, ni tampoco

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es la simple «yuxtaposición» de demandas diferentes mediante una alianza estratégica para la obtención de un fin determinado (se rechaza la concepción «leninista» de hegemonía de «golpear juntos, marchar separados»).

La hegemonía sí es la articulación de una serie de demandas y su encauzamiento en una misma dirección, enmarcándolas en un mismo horizonte de sentido, capaces de constituir una «voluntad colectiva» y no solo una «alianza estratégica». Para Mouffe, hegemonía es entendida como la «dirección política, intelectual y moral que ejerce una clase fundamental y por la cual logra articular en un bloque histórico los intereses de otros grupos. Ha de reconstruir una voluntad colectiva a través de una reforma intelectual y moral, es decir, a través de la transformación del sentido común»

La hegemonía tiene que ver con la naturalización de un determinado orden de representación de la realidad (asignación de roles sociales, materiales y culturales) por instituciones de la sociedad civil —que se presentan como neutrales en el combate político, ejemplos de ello serian: los medios de comunicación de masas, las artes, la escuela, la religión etc.— por el que se consigue «consentimiento» de la población a su propia dominación.

El concepto de hegemonía en Gramsci —que heredan y modifican en la escuela de Essex— hace alusión al hecho de que el poder —en las sociedades de capitalismo «avanzado» en occidente— ya no sólo se ejerce mediante la coerción o la imposición por la fuerza, sino que más bien se ejerce fundamentalmente, de manera más sofisticada y sutil, mediante el consentimiento de los gobernados a través de la seducción; Esto es: ya no obligan forzosamente a la persona mediante la amenaza de castigo, sino que consiguen que la persona obedezca por su propia voluntad ya que consiente y justifica tal «dominación» al naturalizar el sentido común de la clase fundamental que ostenta la hegemonía. Está —la hegemonía— nunca es tomada por completo o perdida de manera absoluta, está siempre en una constante disputa y re-significación. a mayor hegemonía, menor coerción y represión violenta; a mayor coerción, menor hegemonía. Es por ello que cuando un estado endurece sus leyes punitivas y represoras por coerción, no está más que dando muestras de la debilidad de la hegemonía que ostenta. El dominio hegemónico es aquel por el cual los dirigidos...

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