Haití 2010: imperialismo o revolución. In memoriam revolucionaria

AutorAntonio Salamanca
Páginas186-196

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Haití ya no permanecerá aislado entre sus hermanos. Los principios de Haití influirán en todos los principios del Nuevo Mundo.

S. BOLÍVAR, Carta al Presidente de Haití

Alexander Pétion, 4 de septiembre de 1816

La fecha gloriosa de la emancipación del pueblo todavía no ha sonado, las clases populares viven aún en la esclavitud, encadenadas al orden económico por el salario y al orden político por el fraude...

LUIS EMILIO RECABARREN

Hoy se cumple un mes del terremoto ocurrido en Haití el pasado 12 de enero de 2010. Sea ésta mi oración en memoria revolucionaria de los más de 200.000 fallecidos, 300.000 heridos, 1.000.000 sin techo, 8.000.000 invadidos, y de cada una de las víctimas del imperialismo capitalista en la historia del sufriente pueblo haitiano.

El imperialismo español (1492-1697)

La satisfacción del sistema de necesidades, esto es, de la necesidad de alimentos, de explorar lo desconocido, de seguridad frente a las agresiones internas o de otros pueblos, etc., así como la lucha contra el deseo patológico en algunos de agredir, someter y explotar a otros, es lo que mueve a los pueblos. Según los historiadores, hace unos 7.000 años, grupos indígenas del Yucatán y/o la Florida se desplazaron hacia las Antillas. En torno al siglo V. a.C. comunidades de taínos-arahuacos sudamericanos (llamados a sí mismos como los buenos, los nobles) ascendieron por la cuenca del río Orinoco, alcanzaron la isla de Trinidad, y desde allí llegaron a poblar las Antillas. Años antes del encontronazo con los europeos, los caribes, pueblos originarios de Sudamérica, habían forzado a los taínos de las Pequeñas Antillas hacia las Grandes Antillas (hoy Cuba, Jamaica, Haití, República Dominicana, Puerto Rico y Trinidad). A consecuencia de la presión taína, los ciboneys, pobladores originarios de estas tierras, dedicados a la caza y pesca, se movieron al oeste de Cuba y Haití. Por esas fechas, los taínos, más numerosos, completaban la actividad agrícola de tala y cultivo de mandioca y maíz con los productos de la caza y la pesca, y se organizaban en comunidades dirigidas por jefes llamados caciques.

El 5 de diciembre de 1492, Colón llega a la isla Quisqueya (La madre de todas las tierras, en taíno). Con él viene parte de un pueblo periférico, el español, navegante y acostumbrado a siglos de guerra contra los musulmanes. Cegados por la fiebre patológica de riquezas y gloria, su comparativa superioridad militar desencadenará y desarrollará un modo de relaciones imperialistas (expropiadoras, explotadoras y violentas) con los pueblos indígenas. La isla estaba dividida en cinco cacicazgos (Higüey, Jaragua, Maguá, Maguana y Marién), subdivididos a su vez en comunidades llamadas nitaínos, con una pobla-

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ción de número indeterminado para los historiadores, oscilando entre 120.000 para Rosemblat, y los 3 millones, según Bartolomé de las Casas. Los Cazicazgos, enfrentados entre sí en ocasiones, estaban amenazados por los más belicosos caribes. El cacicazgo de Jaragua (o Xaragua) ocupaba el suroeste de la isla, su poblado principal era Yaguana, cerca de lo que hoy es Puerto Príncipe. Colón comenzó expropiando el nombre a la isla y la bautizaría como La Española. Allí establecerá el primer emplazamiento europeo en América (Fuerte Navidad). Prevaliéndose de las tensiones entre los grupos étnicos, así como de la propia superioridad militar, los españoles dan comienzo a la guerra expropiatoria imperial de las tierras, medios de producción y fuerza de trabajo. Todo en busca del oro y plata, primero, y, luego, de otros productos que servirán de acumulación originaria para el capitalismo europeo, mercantilista primero y luego industrial.

Parte del pueblo taíno se rebeló contra el imperio y resistió la agresión. En 1519, mientras los españoles cometen la Matanza de Cholula, fundan Panamá y Veracruz, y Cortés llega a Tenochtitlán, en Quisqueya, el pueblo taíno, liderado por Enriquillo (Guarocuya, según algunos historiadores) se levanta contra el imperio español. Su padre, natural de Jaragua, fue asesinado por los españoles. Huérfano, Enriquillo se educó entre los dominicos. Si Enriquillo y Guarocuya son la misma persona, era entonces sobrino de Anacaona, hermana del cacique de Jaragua, Bohechío. Con Enriquillo se dio inicio a la Revolución taína de 1519-1533. Los insurgentes se reapropiaron de la Sierra de Bahoruco, que pasó a ser tierra libre de esclavitud. Sin embargo, las enfermedades y la violencia terminaron por someterlos. Los caribes resistieron un poco más, hasta el siglo XVII. Para ese tiempo, la población de los taíno-arahuacos y caribes quedó reducida a pocos miles. Hoy sólo malviven unos 500 caribes en reservas de Dominica, y los pocos arahuacos que han sobrevivido se reparten entre Guyana, Suriname, Guyana Francesa y Puerto Rico. Sea cual fuere el número de habitantes de Quisqueya a la llegada de Colón, lo cierto es que el genocidio español acabó con la vida de más de 100.000 indígenas.

La escasez de fuerza de trabajo en las colonias españolas, para seguir con la explotación imperialista del oro, y, una vez agotado éste en 1525, de la caña de azúcar, ganado y maderas preciosas, etc., determinó al emperador Carlos I de España, y V de Alemania, a autorizar en 1518 a Lorenzo de Garrevod pasar 4.000 esclavos negros a América. La avaricia comercial española del oriente de la isla, y la falta de previsión que necesariamente conlleva, hizo que desde 1603 se despoblara la parte oriental. La seducción de sus buenos puertos, el abandono de las tierras por los colonos, y las facilidades geográficas permitieron que tomaran allí refugio piratas, filibusteros y reos fugados que fundan Saint Domingue. Desde la isla de la Tortuga, con el apoyo de la Compagnie des îles d’Amérique y la Compagnie des Indes Occidentales comienza la colonización francesa. Para 1681 había en Haití 6.648 personas, 2.970 franceses, y 2.000 africanos que trabajaban en treinta ingenios azucareros, y el resto formado por mestizos dedicados al comercio y la agricultura.1

El imperialismo francés (1697-1804)

En 1697, por el Tratado de Ryswick, España cede a Francia la parte occidental de Quisqueya. En Haití (Tierra montañosa, en lengua aborigen) Francia introdujo unos 20.000 esclavos por año como fuerza de trabajo para la producción de azúcar. Cambió el actor,

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pero Francia representaba el mismo papel en la relación del capitalismo imperial-colonial. El azúcar se convirtió en la principal mercancía de exportación, y causa de explotación. Haití se transformó en el siglo XVIII en la zona con el mayor número de esclavos y el dominio colonial caribeño más importante de Francia en América. En 1720 Haití superaba ya a otros países en la producción de azúcar, por delante de Brasil, Jamaica, Barbados y Martinica. Una de las razones fue la apertura del mercado de las destilerías estadounidenses, que necesitaban el azúcar que no podían importar de las colonias inglesas, que bloqueaban de este modo la independencia de la excolonia. Por entonces, las inversiones francesas excedían los 1.600 millones de francos. En 1789, la plusvalía robada a Haití por Francia suponía dos tercios de la economía francesa. Medio millón de esclavos negros explotados en 800 ingenios, añilerías y cafetales fueron parte esencial de la acumulación originaria para poner en marcha el capitalismo industrial europeo. La población haitiana se dividía en esclavos negros (aproximadamente más de 500.000), mulatos y hombres de color libres (30.000), y Grandes Blancos, dueños de la tierra y la riqueza (30.000), los blancos criollos (petit blanc) pequeños productores, artesanos y funcionarios del Estado, que trabajaban para los Grandes Blancos, muchos de ellos residentes en Francia (absentistas), y contra quienes comenzaron a desarrollar un creciente resentimiento (10.000). Parte de los mulatos consiguieron hacerse dueños de plan-taciones y se enriquecieron igualmente con la explotación de los esclavos negros. Llegaron a poseer la cuarta parte de los esclavos y la tercera parte de las tierras. Pero los mulatos ricos pronto sentirían el desprecio racista de los blancos criollos y metropolitanos. El resentimiento generado lo descargaban contra sus esclavos negros y contra los pocos negros libres.2 Los esclavos de los blancos y mulatos eran tratados cruelmente:

Desde las cinco de la mañana, la campana los despertaba, y eran conducidos a golpes de látigo a los campos o a las fábricas donde trabajaban hasta la noche [...] diez y seis horas diarias [...] Abatidos por el trabajo de todo el día, a veces hasta la media noche, muchos esclavos dejaban de cocinar sus alimentos y lo comían crudos [...] Inclusive las dos horas que les concedían en medio de la jornada, y las vacaciones del domingo y días de fiesta, no estaban consagradas al descanso, pues debían atender al cultivo de pequeños huertos donde trataban de encontrar un suplemento a las raciones regulares [...] Se interrumpían los latigazos para aplicar al negro castigado un hierro candente en el cuello; y sobre la llaga sangrienta se le rociaba sal, pólvora, limón, cenizas [...] La tortura del collar de hierro se reservaba a las mujeres sospechosas de haberse provocado un aborto, y no se lo quitaban hasta no producir un niño [...] Un género de suplicio frecuente aún -dice Vassiére, testigo de la época- es el entierro de un negro vivo, a quien ante toda la dotación se le hace cavar su tumba a él mismo, cuya cabeza se le unta de azúcar a fin de que las moscas sean más devoradoras. A veces se varia este último suplicio: el paciente, desnudo, es amarrado cerca de un hormiguero, y habiéndolo frotados con un poco de azúcar...

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