La ideología de la unidad en el trabajo: organicismo, corporativismo y armonicismo

AutorJosefa Dolores Ruiz Resa
Páginas163-208
163
CAPÍTULO 4
LA IDEOLOGÍA DE LA UNIDAD EN EL
TRABAJO: ORGANICISMO,
CORPORATIVISMO Y ARMONICISMO
Puede decirse que, en el siglo XIX, y con el desarrollo de la
llamada “cuestión social”, comenzaron a surgir corrientes críticas
y superadoras del individualismo, hasta entonces dominante en
la teoría moderna de los derechos humanos, según la cual estos
eran concebidos como derechos naturales del individuo y del
ciudadano. En general, estas corrientes trataban de recuperar la
dimensión social, que se consideraba perdida en beneficio del
individualismo resultante de la desmembración de la comunidad
medieval. Porque en la reunión de los individuos dentro de la
llamada sociedad civil moderna, el organicismo sólo ve una suma
de átomos que continúan en su particularidad, sin hacer de su
suma un ente más perfecto. Por esa razón se defiende una vuelta
al grupo. Así lo observamos en la filosofía católica social, en las
ideologías tradicionalistas y conservadoras, o en la nueva
doctrina socialista que empieza a desarrollarse en el siglo XIX. A
este giro hacia lo social no permanecerá inmune la teoría de los
derechos humanos, que también evolucionará para situarse más
allá del individualismo liberal y de la teoría del derecho
subjetivo, y conectar con las teorías que justifican la intervención
del Estado en la sociedad mediante políticas sociales y fiscales.
Tales políticas irían dirigidas a garantizar una demanda
suficiente que absorbiera la oferta de productos y servicios, la
protección de los sectores sociales más desfavorecidos y la
redistribución de las rentas, lo que a la vez desactivaba la
potencial conflictividad social.
164
También en el plano de la ciencia jurídica se asiste al predominio
de la colectividad o comunidad. Si hasta entonces aquella se
había movido dentro del individualismo, la reivindicación del
elemento o dimensión social del Derecho terminará haciendo
surgir en su seno una serie de teorías en las que la socialidad se
afirma frente a la individualidad. Así lo pone de manifiesto, por
ejemplo, el desarrollo de las corrientes institucionalistas del
Derecho, de la mano de Gurvitch y su noción de “Derecho
social”; Hauriou y Renard, teóricos del “Institucionalismo
jurídico”, según el cual todas las instituciones crean derechos,
que, a su vez, regulan fines de carácter suprapersonal; o la teoría
de la función social de Duguit, quien resalta, desde una
concepción positivista y sociológica, que no hay más realidad que
el hecho de la solidaridad, que dirige y limita la actividad
consciente y voluntaria del hombre. De alguna forma, todas estas
concepciones se habían ido alejando de la concepción
individualista de la sociedad, para acercarse a otra, de tipo
organicista, que también tenía nexos con una organización
corporativista y una visión armonicista de los componentes del
organismo social.
1. ORGANICISMO, CORPORATIVISMO Y ARMONICISMO
El organicismo social se erige, pues, en una ideología que concibe
la organización social como si fuera un todo indisoluble,
simbolizado por la figura del organismo vivo, donde cada uno de
sus miembros ocupa un lugar prefijado e inamovible según su
esencia o naturaleza, y en donde cada cual realiza una labor que
emana de esa esencia, en pos del bien común. Luego la noción de
trabajo a desempeñar y el lugar en donde se desempeña son
puntos centrales de esta teoría.
165
El organicismo social manifiesta un contenido formulado y
enriquecido por diversos teóricos a lo largo de la historia;
Aristóteles, Cicerón, Tito Livio, Séneca y San Pablo en la
antigüedad; Juan de Salisbury y Nicolás de Cusa en la Edad
Media; ya en la modernidad, Hobbes y Rousseau; Hegel,
Schelling, Ahrens y Krause, a finales del siglo XVIII y comienzos
del siglo XIX; y posteriormente, los defensores de la personalidad
del Estado, tales como Sthal y Gierke220. Asimismo, el
organicismo social refleja el paso de una noción de naturaleza
metafísica a una noción de naturaleza identificada
exclusivamente con lo sensible, característico de la
transformación moderna de los saberes. Por esa razón, la
justificación última de la existencia del organismo social recorre
explicaciones transcendentales, que remiten a valores morales
como la amistad o el amor fraternal (es el caso de las realizadas
por Aristóteles, San Pablo, Santo Tomás de Aquino, y en general,
por el organicismo de la filosofía escolástica cristiana y del
idealismo: habremos de ver la remisión al amor también en la
ideología del Régimen franquista en torno al trabajo y los
derechos socio-laborales); o explicaciones mecanicistas y
empiristas, que sustentan el fundamentos de lo social en
propiedades de la naturaleza y del ser humano, empíricamente
perceptibles (por ejemplo, las ofrecidas por Comte y demás
cultivadores del positivismo sociológico).
La concepción organicista de la sociedad se opone al
individualismo que se desarrolla a partir de la modernidad, así
como a las explicaciones contractualistas del origen de la
sociedad que aquel defiende –donde el consentimiento para
pactar la creación de la comunidad es emitido por el individuo-,
porque se considera que inauguran la preeminencia del
220 Vid. H. E. BARNES y H. BECKER, Historia del pensamiento social, tomo
I, trad. Vicente Herrero, Fondo de Cultura Económica, Méjico, 1945, p.
658.

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR