Las históricas Rutas de la Seda y los nuevos corredores de transporte en Asia Central y en el Cáucaso

AutorJesús de la Iglesia
CargoUniversidad Complutense de Madrid
Páginas671-686

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I Introducción

Tras el desmembramiento de la antigua URSS en 1999 y la posterior reestructuración política del espacio geográfico del Cáucaso, el Caspio y Asia Central, se ha dado nacimiento a nuevos países independientes que están intentando, actualmente, encontrar en la historia sus señas de identidad nacional. Países en los que, hasta comienzos de la última década del siglo XX, ha existido siempre una mezcla de razas, culturas, religiones e idiomas, que dificulta enormemente crear una conciencia de nacionalismo que permita tratar como si fueran extranjeros a quienes han compartido una misma historia durante varios milenios, por lo que aún se debate en los medios intelectuales y políticos de ese espacio geográfico sobre los principios que han de seguirse para determinar, de una manera inequívoca, la esencia de la nueva identidad nacional.

Los criterios lingüísticos son absolutamente inoperantes. Porque conducirían a una mayor fragmentación (y al reconocimiento de nuevas fronteras cuyo trazado es imposible) si se siguiera ese criterio hasta sus últimas consecuencias. El único acuerdo momentáneo, exigido por la terca realidad, es el reconocimiento del idioma ruso como segunda lengua de todo ese espacio que antes fue ruso y de la URSS. Y aunque la primera reacción de los nuevos países independientes fue su alejamiento de la Federación Rusa, el idioma de la política y de los negocios sigue siendo el de los antiguos colonizadores.

Las diferenciaciones étnicas tampoco constituyen un criterio válido para conseguir lo que se persigue. Y no porque no existan etnias bien diferenciadas en el conjunto de la región sino por su desigual distribución geográfica, como consecuencia de muchos siglos de historia nómada que han permitido el establecimiento, en espacios muy concretos de cada uno de los países, de amplios clanes de procedencia diversa, unidos por lazos raciales con los habitantes de Page 672 otros países que, histórica y geográficamente, son una fracción de lo que siempre había sido un espacio común.

La religión tampoco es una seña de identidad. La clase política dominante, que en la mayoría de los países de la zona sigue siendo la misma que gobernaba en tiempos de la URSS, se opone a considerar a la religión como algo propio y diferencial. Porque el poder de la mayoría musulmana podría ser un fuerte competidor para los actuales poderes laicos y porque, inmersos en un proceso de internacionalización de sus economías, todos los países del Cáucaso, el Caspio y Asia Central han decidido aceptar el modelo laico turco en lugar del sistema teocrático establecido en Irán.

Otros aspectos culturales son igualmente compartidos por todos: la misma literatura común (salvo excepciones muy puntuales), el mismo sistema de valores ético-filosóficos y una confianza (también generalizada) en un futuro desarrollo económico que les permita constituir una zona de libre cambio que les conduzca posteriormente a la cooperación y a la integración económica y política.

Ésta es, precisamente, la idea motriz que está promocionando el estudio de las antiguas Rutas de la Seda para construir, sobre su histórico trazado, dos nuevos corredores de transportes que estructuren entre sí las distintas economías nacionales y a éstas con los grandes espacios económicos del siglo XXI. Ésa es la idea que ha dado vida al corredor de transportes Este-Oeste, que enlazará el extremo occidental europeo con las costas orientales de China, y al proyecto Norte-Sur, que unirá Finlandia con el Golfo Pérsico. A ellos me referiré más adelante, después de recordar la importancia de los intercambios económicos, culturales y religiosos que tuvieron lugar en las históricas Rutas de la Seda.

II El débil imperio chino del siglo II antes de Cristo

Durante las primeras décadas del siglo II antes de Cristo, el imperio chino de la dinastía Han sufrió las consecuencias de una serie de invasiones continuadas (cada vez más frecuentes, más violentas y menos contenibles), protagonizadas por una serie de tribus nómadas situadas al noroeste de sus fronteras. Tribus cuya superioridad militar era una consecuencia directa del hábil manejo de una caballería fuerte, esbelta y ligera, más apta para la guerra que la china, cuyos Page 673 caballos eran absolutamente inadecuados para toda actividad que exigiera rapidez de movimientos, lo que les cerraba cualquier perspectiva de éxito ante las incursiones bélicas de los Xiongnu. Los Xiongnu ya se habían demostrado invencibles frente a otra tribu igualmente belicosa (los Yuezhi) a la que obligaron a desplazarse hacia el oeste con la pretensión de no dejarles regresar jamás. Conocidos posteriormente en Occidente con el nombre de los Hunos, no dejaron de acechar las fronteras chinas hasta que comprendieron que les era más fácil avanzar hacia el oeste, donde habrían de encontrar menor resistencia a sus invasiones, mayores riquezas para saquear, y un mundo que les era más atractivo por su exotismo cultural y artístico. Mientras tanto, los chinos iniciaron la construcción de la Gran Muralla (en el siglo III antes de Cristo) con la finalidad de defender el territorio nacional ante posibles invasiones, que sólo se esperaban del norte y del noroeste.

III Las históricas rutas de la Seda

Ésa era la situación político-militar del imperio chino, que tenía su capital en Changan, ciudad situada cerca de la actual Xi'an, que llegó a tener cerca de dos millones de habitantes a comienzos del siglo VIII -cinco mil de ellos, extranjeros-, lo que ha permitido a los arqueólogos y estudiosos de la historia china compararla con su coetánea Bizancio. En sus bazares podían encontrarse, entre otras mercancías procedentes de cualquier lugar europeo, plantas exóticas de Japón, Corea o Malasia, y una gran variedad de medicinas y especias procedentes de la india y Persia. Su primaria estructura urbanística, como ocurre en otras ciudades imperiales chinas, estaba constituida por el palacio, la ciudad imperial y los barrios de la nobleza, de los funcionarios, de los artesanos y de los agricultores. Todo ello rodeado por unas grandiosas murallas rectangulares de varios kilómetros de longitud.

Aun así, y para erradicar definitivamente la amenaza de futuras invasiones, se decidió enviar una embajada en busca de los Yuezhi para formalizar con ellos una alianza militar que pudiera derrotar al enemigo común. El jefe de la expedición, Zhan Quian, salió de Changan el año 138 antes de Cristo al mando de un centenar de soldados y con un buen aprovisionamiento de productos artesanales con los que se pretendía comprar la voluntad de los Yuezhi. Pero nada salió como estaba previsto: Zhan Quian fue apresado por los Xiongnu Page 674 inmediatamente después de su salida del territorio chino, y le mantuvieron en cautividad durante algo más de diez años; hasta que tuvo la oportunidad de escaparse con el grueso de su comitiva y encaminarse hacia las tierras del lejano oeste (lo que hoy conocemos como Asia Central) para descender posteriormente hasta el reino de Bactria, donde encontró finalmente a la buscada tribu de los Yuezhi, cuyos antiguos jefes militares habían tenido suficiente tiempo para comprobar las ventajas de la vida sedentaria respecto a su anterior pasado nómada, por...

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