Heike Jung/Heinz Müller-Dietz (Hrsg.), Justiz und Komödie, NomosVerlag, Baden-Baden, 2014

AutorGuido Leonardo Croxatto
CargoAbogado
Páginas333-342

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Este libro se inscribe dentro de un campo de importancia creciente: el cruce entre la Literatura y el Derecho. La literatura se presenta como una disciplina capaz de “emocionar” al Derecho: de hacerlo pensar de nuevo. De conmoverlo. De humanizar lo que cada día se parece cada vez más una técnica “inhumana”, deshumanizada, formal, indiferente, distante, indolente al destino de las personas. Como dicen los autores en la Introducción del trabajo, “Derecho y Literatura se ha convertido en los últimos tiempos en una disciplina en auge”. Este auge sucede por igual en Europa, Estados Unidos y América Latina y pareciera ser el “contrapeso” de la marginación creciente de otros campos, como la filosofía del derecho, que parece, en Estados Unidos y otros países, estarse convirtiendo en una disciplina marginal, (y marginada), de preguntas anquilosadas, con un lenguaje vetusto, que no logra despertar el interés –la imaginación, la curiosidad– de los estudiantes de abogacía. Pareciera que este lugar, que tradicionalmente ocupó la filosofía legal, lo viene a ocupar en las aulas de Derecho la literatura. La poesía, el teatro, los cuentos, las novelas, parecieran asumir la responsabilidad de sostener el pensamiento crítico sobre el Derecho y la Justicia. Parecieran despertar mejor y más profundamente el interés de los estudiantes. La literatura pareciera hablar el lenguaje que hablan quienes se dedican a defender el Derecho. Pareciera ser que la literatura puede mostrar un poco mejor que la filosofía, en este atribulado comienzo de siglo, los caminos de la justicia1.

Lynn HUNT, en La invención de los derechos humanos, afirma que “Resulta difícil precisar qué son los derechos humanos porque su definición, su misma existencia, dependen tanto de las emociones como de la razón. La pretensión de evidencia se basa en última instancia en un atractivo emocional; es convincente si toca la fibra sensible de toda persona”2. Esta es la fibra elemental que parece tocar (mejor que la filosofía) la literatura:

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la fibra “sensible” de cada persona. Esta fibra es fundamental para el Derecho. Sin ella el Derecho mismo se desvanece. Pierde valor. Pierde fuerza.

Este libro se propone, mediante una selección de comedias, más que presentar respuestas, dejar abiertas nuevas preguntas, sacar al Derecho del debate pautado y comedido de las facultades, (donde los que debaten son siempre los mismos actores formales: profesores, jueces, abogados), para llevarlo a un terreno público, lleno de “espectadores” críticos: es una forma de desnudar los mecanismos de la justicia. Frente al juez, el hombre corriente está acostumbrado a bajar la mirada. A mantenerse callado. A sentir miedo. La comedia permite cambiar esto: permite al hombre común levantar la vista: reírse de las solemnidades vacías que, en otros escenarios, tanto miedo generan. La comedia “baja” a la justicia de su pedestal. De su elevación y su sabiduría sobrehumana. Le permite entrar en contacto con la sociedad.

Después de una breve introducción de los autores, donde se justifica la importancia creciente de este campo de estudios (Literatura y Derecho), aparece un texto, previo al análisis de las comedias seleccionadas, que funciona como un prólogo conceptual: “Palabra y Derecho/Derecho y Palabra” (“Sprache und Recht/Recht und Sprache3). En este texto, Egon MÜLLER explica por qué el Derecho y la Palabra (el derecho y el lenguaje) forman una “unidad dinámica” (“dynamische Einheit”). MÜLLER presenta die Sprache como el mundo donde el Derecho se construye y se mueve: la palabra es el mundo donde el Derecho –todo derecho– nace. La palabra es en sí misma una forma primaria de la Justicia. La historia demuestra que allí donde se anulan las palabras, prontamente se anulan también los derechos. La palabra forma así la base de la identidad, forma la base de la cultura. La base de la persona. “La Palabra es pues Madre y Padre, comienzo y fin, Alfa y Omega” (“Die Sprache ist also Vater und Mutter, Anfang und Ende, Alpha und Omega4).

La palabra, el estilo mismo en la literatura (ya en la oratoria de los sofistas, enemistados con Platón, quien expulsa de su República ideal a los poetas) nace de la mano de la defensa de las personas: de su derecho a expresarse, de tener libertad de tener una visión propia (homo mensura), un punto de vista. Esto desmiente la idea de que existe una sola verdad. Donde la verdad es una, el estilo en cuanto tal, no cuenta. Por eso PLATÓN expulsa a los poetas, los ve como malos “imitadores”. Por eso sostiene E. M. CIORAN que los abogados “son hijos de los sofistas”. La libertad es hija de esta pasión “por la belleza de estilo”, y el estilo –como ambición literaria– nace de la mano de la apertura a la otredad, de la participación colectiva, del debate de ideas. Es decir, de la existencia de los otros. El derecho de defensa moderno, como lo pensamos hoy, nace de esa ambición de los sofistas: cada persona tiene derecho a defender un punto de vista “y su contrario”. Cada persona tiene derecho a ser escuchada. Este “relativismo” ético está en la base del nacimiento de la retórica. Este “relativismo” está en la base del crecimiento de la literatura (“Aquí se encuentran las raíces

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más profundas de la defensa”, reconoce MÜLLER5). Este relativismo está en la base del humanismo, está en la base de la idea de tolerancia, está en la base de la libertad, está en la base de la idea de participación civil y política.

La primera comedia analizada por Heike JUNG, es La Farce de maîtrePierre Pathelin, un pobre y mal abogado y las estratagemas y palabras que emplea para burlar a la Justicia. “La obra deja en evidencia todas las quejas y opiniones negativas que existían contra los abogados en ese momento”6; el autor cita al pie de página una visión de ROUSSE, quien sostiene sobre esta obra “Tout ce que l `on peut reprocher aux avocats est ici à l`oeuvre: la cupidité, la malhonneteté, la fraude, la familiarité complice avec le Juge, l´usage d´arguments spécieux pour tromper la justice, le maniement biaisé de la langue…”7.

En segundo lugar, Claude WITZ analiza Les Plaideurs, una comedia de RACINE. WITZ comienza remarcando que “Droit et littérature” es también un campo o enfoque que ha crecido mucho en las facultades de abogacía de Francia. Esta obra de RACINE, fuertemente influencia por la obra Las Avispas, de ARISTÓFANES, es notable por la forma en que se entrecruzan y determinan los hechos, como todo se hace circular por el tamiz de lo legal, todo debe circular delante de los ojos de la Justicia: no quedaría ya nada en la vida moderna que pueda existir por fuera del Derecho, por fuera de la decisión o atención de los jueces. Leandro no deja que su padre, el juez Dandín, salga de su casa. Este mismo juez concibe la esencia de su vida como “resolver pleitos”. No concibe la tarea de la Justicia de otra manera, solo así: pleitos, litigios, confrontaciones, desacuerdos, mezquindades, peleas. Resolver esto sería la tarea esencial de la Justicia. Leandro, hijo del juez, logra impedir, con ayuda de otros personajes, como se dijo, que Perrin Dandin, el juez, salga de la casa. Lo mantienen encerrado. Desde su encierro el juez reclama, sin embargo, que le traigan “pleitos”. Quiere resolver más “pleitos” (“Perrin Dandin quiere hablar día y noche sobre Derecho, es un hombre monotemático, unidimensional, adicto a los procesos”8). Entonces su hijo Leandro le recomienda al juez que se ocupe de “dirimir” el caso de un perro (Citron) acusado de haber robado un gallo capón. Todo esto sucede cruzado por una historia de amor

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en la que el hijo del juez está involucrado. En el último acto, en la casa del juez, se dirime el proceso contra el perro acusado por robo. Dos abogados improvisados recitan discursos incoherentes ante el juez. En medio de esto, Leandro le presenta a su padre un contrato donde se confirma el consentimiento del padre de la muchacha (Monsieur Chicanneau) con quien Leandro quiere casarse. Su padre sentencia que la boda...

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