Gonzalo Martínez Díez, S. J. (1924-2015), in memoriam

AutorEmiliano González Díez
Páginas811-828
Varia 811
AHDE, tomo LXXXV, 2015
OBITUARIOS
GONZALO MARTÍNEZ DÍEZ, S. J. (1924-2015). IN MEMORIAM
Dos meses ha, el 21 de abril, fallecía en Villagarcía de Campos en la residencia de
la Colegiata de San Luis de la Compañía de Jesús el padre Gonzalo Martínez Diez tras
rendir sus ya escasas fuerzas muy debilitadas por una larga y dura enfermedad.
Este triste y doloroso desenlace, no por previsto, especialmente nos golpeó con
especial dureza y aflicción a aquellos que tuvimos la fortuna de compartir en primera
persona su dilatada y fecunda vida universitaria porque entendíamos que con él se iba
igualmente gran parte de nosotros, dejando tras de sí el vértigo de su ausencia y la
orfandad académica.
Por ello me abruma y me intimida redactar estas líneas que por razón de responsa-
bilidad y cariño asumo para recordar la figura de quien fuera mi maestro y referencia
universitaria cuya semblanza, como no puede ser de otra manera, está penetrada de
afecto y gratitud pero también de un sereno y obligado discurso ajustado a los datos y
hechos más relevantes de este gran historiador del derecho. Porque en efecto, el
P. Gonzalo Martínez Diez era sobre todo un vocacional universitario activamente com-
prometido con la investigación; tarea infatigable que consumió prácticamente su vida y
que sólo las limitaciones de los últimos dos años le obligaron discretamente a declinar.
Aunque parezca como obvio voy a apelar al circunstancialismo orteguiano para
considerar el yo del P. Gonzalo, vinculado tanto al natural entorno familiar y social
como al cruento acontecimiento que quebrantó su adolescencia y marcará toda su vida
acompañándole como un negro sueño sólo desvelado en extenso en los últimos momen-
tos de lucidez, con enorme amargura y perdón. Era un recio y austero castellano de la
tierra burgalesa de pinares, en concreto de Quintanar de la Sierra (20-V-1924) donde su
padre por aquel entonces ejercía de maestro nacional. Será en este ambiente sencillo
donde forjaría sus primeras letras para trasladarse por concurso de su padre a Málaga
donde en mala hora le tocó sufrir los efectos de la guerra fratricida e incivil que le
empujaron a una responsabilidad de adulto siendo aún un adolescente, pues como un
muchacho de 12 años tuvo que asumir la jefatura de una familia desgarrada por la sin-
razón. De regreso a tierras castellanas, cursó bachillerato nocturno en el Instituto
Cardenal López de Mendoza de la capital burgalesa y tras ganar una oposición en el
Instituto Nacional de Previsión, decide abandonar e ingresar en la Compañía de Jesús
en 1942.
Aquí comienza su andadura universitaria labrada brillantemente con cinco licen-
ciaturas, a saber: licenciatura de Filosofía en la Universidad de Comillas (1946-1949),
licenciatura de Teología en las Universidades Gregoriana de Roma, Pontificia de
Comillas y Estatal de Innsbruck (1951-1955), licenciatura de Derecho Canónico en la
Universidad de Estrasburgo (1956-1958), licenciatura de Derecho en las Universidades
de Oviedo, Barcelona y Valladolid (1957-1961) y licenciatura de Filosofía y Letras en
la Universidad Central de Madrid (1963-1964).
Igualmente colacionó en dos ocasiones el grado de doctor: la primera con la tesis
en Derecho Canónico «El patrimonio eclesiástico en la España visigoda. Estudio his-
tórico jurídico», el 29 de enero de 1959, en la Facultad de Derecho Canónico de la
Universidad Pontificia de Comillas; la segunda, en Derecho civil, con el trabajo «La
colección Canónica Hispana. Estudio», dirigida por el gran maestro de historiadores
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del derecho D. Alfonso García-Gallo y defendida en la Universidad Complutense el 15
de abril de 1964.
Será a partir del año 1954 cuando profese primero como Ayudante de clases prác-
ticas de Derecho Canónico e Historia del Derecho, luego como Profesor Adjunto de
Historia del Derecho Español en la Universidad Central de Madrid hasta opositar y
ganar una plaza de Profesor Agregado de Historia del Derecho, en la Facultad de
Derecho también de Madrid, de la que tomó posesión el 17 de julio de 1968. Catedrático
de Historia del Derecho Español desde el 9 de mayo 1970 en la Facultad de Derecho de
San Sebastián de la que fue decano, se traslada por concurso a la Cátedra de la Facultad
de Derecho de Valladolid, que había vacado por la jubilación de D. José Antonio Rubio
Sacristán, el 27 de junio de 1973 y donde cumpliría su servicio activo hasta septiembre
de 1989. A partir de esta fecha pasó a todos los efectos a catedrático emérito en la
misma Universidad (1-X-1989/30-IX-1994); sin duda la etapa más activa e intensa de
su obra universitaria. Finalmente, el 1 de junio de 1998, será nombrado catedrático
emérito primero del Centro de Estudios Superiores Ramón Carande (Madrid) y luego,
el 21-IX-1999, de la recién constituida Universidad Rey Juan Carlos donde finalizó su
itinerario docente.
Pero más allá de su peripecia profesoral, interesa subrayar su honda convicción por
el trabajo investigador exigente y bien realizado con un resultado copioso concretado en
casi cuatro decenas de libros y monografías de Historia y Derecho, acompañados de 264
artículos y ponencias elaboradas en la soledad de su despacho sin más espacio que para
su enorme biblioteca y fuentes documentales de uso cotidiano. En este punto parece
oportuno apuntar que el éxito de su gigantesco esfuerzo estaba basado en tres renglones:
sólida formación académica, rigor metodológico y mucha disciplina, sobre todo esto
último. Su gabinete de trabajo no conocía horario, siempre hurtando tiempo al tiempo,
para interpretar miles de documentos y anotar sus inseparables citas de consulta hasta
el punto que entendemos que su biografía intelectual se identifica con su fecunda obra
investigadora de miles de páginas escritas que dan plenitud a su dignidad como persona
y a su vocación de historiador.
Podemos advertir de su atención bibliográfica varias líneas de investigación distri-
buidas en distintas secuencias de su vida universitaria. La más temprana, pero no por
ello abandonada posteriormente, fue las ediciones críticas de fuentes antiguas y medie-
vales como la Colección Canónica Hispana (6 volúmenes), el Becerro de las Behetrías
(3 volúmenes) o los cuerpos legales alfonsinos del Espéculo, Fuero Real, las
Observancias de Jacobo de Hospital, el Bulario de la Inquisición Española hasta la
muerte de Fernando el Católico, las colecciones documentales de las villas guipuzcoa-
nas (1200-1369) y de monasterios castellanos (San Pedro de Cardeña, San Millán,
Ibeas, San Emeterio de Taranco, El monasterio de Fresdelval, el cisterciense de Santa
María la Real, Villamayor de los Montes, etc.).
Una segunda línea de trabajo ocupa la etapa cenital de su destino docente en San
Sebastián y Valladolid centrada primeramente en el estudio histórico de las instituciones
del País Vasco, luego intensificando la edición y análisis de fueros locales de los reinos
de Castilla y de León, así como el análisis de las antiguas demarcaciones administrati-
vas de la Corona de Castilla (alfoces, tenencia, merindades y Comunidades de Villa y
Tierra) y, en general, de la historia e instituciones medievales del reino de Castilla; una
historia hecha a golpe de miles y miles de documentos y diplomas y del peregrinaje por
los pueblos y archivos en ese ir y venir por la geografía de las merindades menores de
Castilla reconstruyendo la cartografía histórica del realengo, señoríos y behetrías.
Una vez cumplida su jubilación administrativa en 1989, ya como catedrático emérito
y liberado de las obligaciones docentes inmediatas, continúa con más énfasis publicando

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