Las fases de una dictadura

AutorJosefa Dolores Ruiz Resa
Páginas27-62
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CAPÍTULO 1
LAS FASES DE UNA DICTADURA
No siempre es fácil proceder a la periodificación del Régimen
franquista, ya que según se atienda a aspectos económicos,
políticos, sociales o jurídicos, se podría llegar a consideraciones
diferentes. Sin embargo, las diversas perspectivas que pueden
adoptarse coinciden en apuntar tres fases dentro del Régimen:
una larga posguerra que dura hasta el final de los años cincuenta,
en los que aún se dejan sentir sus efectos; una etapa tecnocrática,
con menos presencia de las ideologías políticas que justificaron y
apoyaron la guerra, y contribuyeron a fundamentarlo durante los
años anteriores, y que coincide también con el desarrollo de una
liberalización de la economía española; un agónico final, en el
que la posible extensión de esa liberalización (no siempre puesta
en práctica de manera clara y manifiesta) queda ahogada en un
recrudecimiento de la represión política y social, durante unos
años en los que se debatía el futuro del Régimen, ante la
inminente desaparición física de Franco. Las características
económico-sociales, y jurídico-políticas propias de cada etapa
constituyen elementos que deben tenerse en cuenta para analizar
la ideología socio-laboral del Régimen franquista. Y en la medida
en que el paso del tiempo y el curso de los acontecimientos
proyectan también una serie de transformaciones dentro de esa
ideología, nos detendremos en el análisis de las etapas del
franquismo.
1. LA PERSPECTIVA DE LA ECONOMÍA
Hay, en general, un acuerdo entre quienes se han dedicado al
estudio de la economía franquista en torno a la idea de que
existen en ella tres etapas claramente diferenciadas. Siguiendo a
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José Luis Delgado y Juan Carlos Jiménez6 pueden exponerse así:
en primer lugar, la etapa autárquica, comprendida entre 1939-
1950, la cual estaría caracterizada por un fuerte intervencionismo
económico que no evita sin embargo la depresión y la escasez.
Ese intervencionismo fue desarrollado desde una “mentalidad
reglamentista”, que no desaparecerá durante los años que dure el
Régimen, y en lo que posiblemente tenga que ver el miedo a la
libertad de los regímenes autoritarios, que casa mal con la libre
competencia. No debe descartarse tampoco la influencia que
pudo ejercer el hecho de que los militares se ocuparan de la
cartera ministerial de industria, debido probablemente al interés
que existió en la España de aquel tiempo por esta industria, muy
vinculada al armamento y la guerra. Tal circunstancia explica que
el Ministerio de Industria se dirigiera siguiendo más bien usos
castrenses que principios de ciencia económica7. En esta etapa
quedarían interrumpidos el crecimiento económico que, aunque
moderado, mostraba una tendencia que se venía apreciando
desde el último tercio del siglo XIX y primero del siglo XX, y la
modernización iniciada por la II República. La segunda etapa,
que García Delgado y Jiménez consideran como el decenio
bisagra, discurriría entre 1950 y 1960, y estaría caracterizada por
los intentos de liberalización y apertura al exterior, que apuntan a
un cierto despegue económico que todavía no logra situar a la
economía española en los niveles del resto de Europa. Aunque
serán característicos los vaivenes entre aperturismo y vuelta a la
política económica anterior, se va a conseguir un mejor
ensamblaje de España en el marcado internacional, lo que le
permitirá beneficiarse de la prosperidad de otros países. La etapa
6 Vid. José Luis GARCÍA DELGADO y Juan Carlos JIMÉNEZ, Un siglo
de España: la economía, 2ª edición ampliada, Marcial Pons, Madrid, 2001
(1ª edición 1999), capítulo 3 “La época del franquismo: del
estancamiento al desarrollo”, pp. 105 y ss.
7 Vid. José Luis GARCÍA DELGADO y Juan Carlos JIMÉNEZ, Un siglo
de España: la economía, op. cit., p. 111.
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final, de 1960 hasta 1974 (siendo el 1959 el año que marca el
punto de inflexión, con el Plan de estabilización), es la etapa en la
que la economía española parece al fin despegar, gracias al bajo
precio de la energía y de la mano de obra, y también gracias a las
divisas de los emigrantes y los turistas. Siguiendo las directrices
de la OCDE para sus países miembros, España conseguirá
aumentar sus márgenes de productividad, aunque, según estos
autores, podría haber tenido mejores resultados si se hubiera
liberado del agarrotamiento institucional que caracterizó al
Régimen franquista. En cualquier caso, García Delgado y Jiménez
apuntan que la evolución que ilustran estas tres etapas se debió,
más que al pragmatismo, a un sentido adaptativo del Régimen
que no obstante consideran lento y romo8.
8 Vid. José Luis GARCÍA DELGADO y Juan Carlos JIMÉNEZ, Un siglo
de España: la economía, op. cit., p. 109. Desde la perspectiva de la nueva
economía institucional, Caballero Míguez realiza un análisis histórico
comparativo de esta adaptación de la economía e instituciones del
Régimen, que le lleva a afirmar que la necesidad de perdurar llevó, a un
Régimen depredador como fue el franquismo, del totalitarismo-
autoritarismo, típico de la etapa autárquica, hasta el desarrollismo y una
mayor liberalización. Este cambio coincide con una mejora de la
atención del interés general, frente a la atención exclusivamente
prestada a los intereses privados durante la etapa autárquica, ya que
parecía que esos intereses privados necesitaban para ser satisfechos de
una mejora del interés general (lo que se denomina “segunda mano
invisible”). Esta tendencia continuó hasta volver totalmente obsoleto el
Régimen franquista, que acaba y da paso a otro más democrático,
porque sus dirigentes y élites se dan cuenta de que las únicas
instituciones que podrían seguir garantizando esa tendencia que lleva a
hacer coincidir la satisfacción de sus intereses particulares con el interés
general, son las del sistema democrático. Los cambios institucionales
producidos, que llevaron, pues, de una dictadura hasta una democracia
en 1978, ocurrieron, según esta perspectiva, de manera gradual. Vid.
Gonzalo CABALLERO MÍGUEZ, “El cambio institucional de la
economía española del franquismo a la democracia”, Política y gobierno,
volumen XV, Número 2, II Semestre de 2008, pp. 353-401.

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