Eugenesia, planificación familiar y contracepción: las tesis feministas de Margaret Sanger y Marie Stopes

AutorVanesa Morente Parra - Gregorio Saravia
Cargo del AutorUniversidad Carlos III de Madrid
Páginas33-60

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I La eugenesia decimonónica: del evolucionismo biológico al evolucionismo social

El primero en acuñar el término y desarrollar la idea de la eugenesia -como un proyecto de mejora genética de la especie humana mediante la sustitución de la selección natural por una selección artificial- fue el inglés Francis Galton. Si bien los estudios históricos acerca de la eugenesia suelen citar fragmentos de la República de Platón o la Política de Aristóteles como testimonios antiguos del interés que existió por el arte del buen nacer -según el origen etimológico del término-, lo cierto es que no cabría hablar de ella hasta la época en que el desarrollo científico hizo posible el ejercicio de algún tipo de control sobre la reproducción humana.

Nacido en 1822 en Birmingham y fallecido en 1911 en Haslemere, Galton fue el típico ejemplo de científico aventurero de la era victoriana1. En

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1850, emprendería un viaje bajo los auspicios de la Royal Geographic Society, aunque financiado con su propio dinero, hacia Sudáfrica y Namibia. En esta excursión exploratoria por la casi desconocida África meridional, llegó a tener contacto con las tribus guerreras de los namaqua y a establecer con bastante precisión las longitudes y latitudes de toda la región. Al regresar a Inglaterra en 1852 y exponer la memoria de su viaje, fue premiado con la medalla de oro de la Royal Geographic Society y aceptado como miembro de la prestigiosa y antigua Royal Society. En el campo de la meteorología, son atribuidas a Galton las primeras cartas meteorológicas británicas confeccionadas durante la década de 18602.

A partir de estos reconocimientos, Galton adquiere notoriedad en los círculos científicos londinenses y se vincula con figuras como Herbert Spencer y Thomas Henry Huxley. Como gran admirador de la teoría de la evolución desarrollada por su primo Charles Darwin3, estudiará con detenimiento el problema de la herencia no sólo de las cualidades físicas sino también intelectuales y morales entre individuos unidos por lazos de parentesco4. Haciendo uso de la matemática y de la estadística, Galton estudió las enciclopedias biográficas con el fin de demostrar que los más importantes juristas, estadistas, científicos, poetas, músicos, jefes militares y pintores ingleses estaban emparentados entre sí en un elevado porcentaje. De ahí que llegase a la conclusión de que el talento tiene un carácter hereditario, como también lo tienen las fa

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cultades morales, las enfermedades o las malformaciones. En virtud de este interés, Galton desarrollará la teoría de que pueden mejorarse las cualidades innatas de una determinada raza a través de la reproducción de los miembros de la misma que estén mejor dotados. De esta forma, Galton puede ser considerado como el fundador de una disciplina, que él consideraba científica, denominada eugenesia5.

En el marco de un extendido determinismo biológico -como idea a partir de la cual se considera que las facultades, conductas y relaciones humanas tienen su causa predominante en las características biológicas del individuo- el proyecto eugenésico de la segunda parte del siglo XIX se encontraba estrechamente vinculado a la noción de progreso social y adquirió con el correr de los años entidad pública e incluso estatal. De ahí que no resulte extraño que los principios expuestos por Galton fueran compartidos, en un sentido o en otro, por conservadores, liberales, progresistas y hasta socialistas que podían disentir en el modelo de sociedad que buscaban construir pero que coincidían en que la biología desempeñaría un papel protagonista en el mundo urbano e industrial. Problemas tales como la miseria de las masas, el alcoholismo, la prostitución o el elevado porcentaje de hombres no aptos para el cumplimiento del servicio militar eran vistos como una amenaza a la cual había que hacer frente mediante una política demográfica que tuviera en cuenta la creciente degeneración de la biología humana6. Las ideas de Galton también tuvieron eco

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"en importantes personalidades científicas y literarias de su tiempo, como H. G. Wells, George Bernard Shaw, Karl Pearson o el propio Charles Darwin"7.

La eugenesia tenía un claro trasfondo político y social vinculado con las que Galton creía eran las necesidades de la compleja y moderna vida inglesa. En su opinión, la raza inglesa había ingresado en un proceso de degradación8 que debía ser contrarrestado por la aplicación de la doctrina eugenésica. En este sentido, creía que los sujetos ineptos debían prestarse voluntariamente a no reproducirse con el objetivo altruista de no afectar a la comunidad a la que pertenecen. Sin embargo, en aquellos casos en el que el altruismo no pudiese convertirse en el principal motivo de estímulo para estos sujetos, es decir que no se llegase a generar una auténtica conciencia eugenésica en la sociedad, el Estado estaría llamado a cumplir un rol fundamental en la aceleración de la selección natural por cuanto las clases menos aptas, es decir, las pobres se multiplican a un ritmo muy superior que las clases altas que son las que, en opinión de Galton, están mejor dotadas moral e intelectualmente. Ante este panorama de degeneración progresiva de la población, sólo cabe favorecer la reproducción de las clases mejor dotadas e impedir, o al menos dificultar, la de las clases inferiores9.

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Uno de los principales problemas que se planteaba para la doctrina eugenésica es la determinación de las características o cualidades que deben ser seleccionadas y la determinación de los sujetos que las poseen. Entre las primeras, Galton destacaba, sobre las demás, la energía entendida como la capacidad de trabajo, aunque también la salud, la habilidad o la hombría. Respecto de los sujetos, el científico confiaba "en la educación de la población para que los ciudadanos acepten de buen grado participar en el proyecto realizando los matrimonios considerados eugénicamente juiciosos"10. Sin embargo, no se encontraba excluido, para Galton, el uso de la coerción en aquellas situaciones en que se hiciera indispensable, por ejemplo en el caso de los criminales o los degenerados.

II El desarrollo de la doctrina eugenésica en Inglaterra y en los Estados Unidos

La recepción de las ideas de Galton en Inglaterra y en los Estados Unidos fue despareja y no exenta de importantes obstáculos. Por un lado, se encontraban aquellos teóricos, cercanos al darwinismo social de Herbert Spencer, que rechazaron la doctrina galtoniana por considerar que el elemento coercitivo estatal era inaceptable o, bien, innecesario. En el primer caso, se sostenía que el Estado no podía inmiscuirse en una esfera íntima y libre de las personas como es la vinculada a la reproducción, mientras que en el segundo caso el argumento era que la selección natural, o mejor dicho artificial en términos sociales, ya se encargaría ella misma de hacer prevalecer a los más aptos frente a los que no lo eran11. Por otro lado, estaban los que rechazaron el principio de que la inteligencia fuera un rasgo heredable, como así también aquellos que, desde posiciones religiosas, creían que la biología no podía desplazar a Dios y su capacidad de infundir en cada ser humano distintas capacidades mentales. Por último, también cabría hacer referencia a una minoría de intelectuales, como G. K. Chesterton, que se opusieron al moderno credo laico de la eugene-

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sia por considerar que era muy factible que la ciencia llegase no sólo a invadir esferas privadas de la libertad personal sino a convertirse en una peligrosa tiranía que busca establecer un sistema de castas completamente antidemocrático y contrario a los valores básicos de la humanidad12.

En los Estados Unidos, una vez difundidas las leyes mendelianas de la herencia, el biólogo Charles B. Davenport consiguió una importante donación de la Institución Carnegie de Washington para crear en 1904 un centro, situado en Cold Spring Harbor (Long Island), destinado al estudio experimental de la evolución13. La principal preocupación de Davenport era la composición genética de los individuos y la preservación de lo que él consideraba el linaje sano y bueno que coincidía con el de los denominados wasps, es decir, los blancos, anglosajones y protestantes. En virtud de este interés, se comenzó a diferenciar entre una eugenesia positiva, como aquella que es el resultado de la procreación voluntaria entre dos individuos de buena estirpe, y una negativa que busca eliminar las tendencias a la imbecilidad, la locura, el alcoholismo o el crimen a través de la prohibición de reproducirse o la esterilización14de quienes tuvieran supuestos defectos genéticos15. La principal amenaza a la genética superior de los protestantes blancos provenía de la inferioridad biológica heredable no sólo de los millones de inmigrantes que llegaban a Estados

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Unidos oriundos del este y sur de Europa sino también de los negros que habitaban el país desde varias generaciones atrás. Las investigaciones del centro eugenésico de Cold Spring Harbor, se vieron complementadas por la creación, a principios de 1910, de la Oficina de Registro Eugenésico. Bajo el mecenazgo de la fortuna de la familia Harriman, dicha institución comenzó a desarrollar estudios de campo sobre los débiles mentales y a publicar memorias y boletines en los que se proponía la esterilización de individuos que padecían diversas enfermedades que iban de la esclerosis múltiple a la tuberculosis pasando por el bocio o la pelagra16.

Si bien el racismo estuvo presente tanto en el desarrollo de la eugenesia estadounidense...

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