Las empresas de Nicolás Urgoiti en el marco de la industria cultural española

AutorJ.M. Sánchez Vigil
Páginas205-213

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Sesenta años después de la muerte de Nicolás María de Urgoiti y Achúcarro (Madrid, 1869-1951), conocido en el País Vasco como «El Papelero» por su vinculación a las fábricas de papel desde su juventud, aún no se ha reconocido su aportación a la indus-tria cultural española. En el Primer Congreso Vasco de Bibliografía, celebrado en el Instituto Bibliográfico Manuel de Larramendi de Zarautz en abril de 2011, presentamos su labor como editor y bibliógrafo, apuntando algunos de los aspectos que glosaremos a continuación. Urgoiti fue ante todo un intelectual comprometido con sus ideas, un creativo capaz de transformar sus proyectos en empresas, de trabajar hasta la extenuación por mantenerlas, e incluso de batirse en duelo por defenderlas. Fue siempre fiel a sus principios, se preocupó por los problemas de los demás, fue amigo de sus amigos, y sufrió en silencio las ignominias de sus enemigos. En dos ocasiones superó la depresión provocada por las traiciones, tan dolorosas para él que estuvieron a punto de quebrarle la mente.

Su nieta, la profesora María Soledad Carrasco Urgoiti, le recordaba como una persona tierna, cariñosa, emotiva, encerrada durante horas en su magnífica biblioteca, apurando el cigarrillo que le escondían para que dejara de fumar, repasando las páginas de la colección Universal y hojeando el Times en las horas de sobremesa. Y es que tras la guerra civil su vida cambió radicalmente, pasando de la actividad frenética al sosiego, del primer plano mediático al silencio. La Enciclopedia Universal Ilustrada, editada por la empresa que él había fundado en 1918 y que había convertido en un imperio al fusionarla con Espasa, ni siquiera le dedicó unas líneas en las necrológicas del suplemento correspondiente (1949-1952), tan solo una brevísima referencia al tomo 20, publicado en 1929, donde se destacaban sus valores como empresario:

Es conveniente poner de relieve algunas de las iniciativas que ha desarrollado Urgoiti en esta empresa. Son las principales: la creación de dos escuelas, una para empleados en Tolosa, y otra para obreros, en Zalla, lo cual permite a la Papelera disponer en todo momento de personal especializado y apto, dándose así el caso de que el más humilde empleado pueda llegar, y llegue, en efecto, a desempeñar los más altos cargos. De este modo, cada cual se siente estimulado al cumplimiento de su deber, porque sabe que ha de obtener la debida recompensa; pero además, los obreros y empleados gozan de otras ventajas, aun desde antes de que las leyes las hubieran concedido. Son estas: su participación en los beneficios, con arreglo a normas fijas, considerándolos a los efectos de los intereses como si poseyeran un

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capital equivalente a la suma de sus retribuciones ordinarias y extraordinarias durante el año y percibiendo sobre este capital el mismo dividendo que los accionistas; cooperativas, cajas de socorro, etc., administrándolas automáticamente por los sindicatos obreros; instituciones de previsión, becas, seguros, subvenciones a los sindicatos con arreglo a la producción, auxilios por accidentes del trabajo, y para las operarias en la época anterior y posterior al parto, etc. [Enciclopedia Universal Ilustrada, 1929: 1.439].

Urgoiti perdió a su madre cuando tenía ocho años y fue internado en las Escuelas Pías de Tolosa. Se trasladó a Madrid para estudiar Ingeniería en la Escuela Politécnica y en la de Caminos, Canales y Puertos, licenciándose en 1892 en la Universidad Central. Las prácticas de la asignatura de máquinas las había realizado en la papelera VascoBelga de Rentería, y al terminar los estudios fue contratado como ingeniero por la fábrica de Cadagua, que se fusionaría con la anterior en diciembre de 1901 con el nombre de Papelera Española y bajo la dirección de Urgoiti.

Las empresas que llevó a cabo en el primer tercio del siglo XX se encuadran en los sectores de edición, prensa e imprenta, con especial atención al aspecto productivo, y en ese sentido sentó las bases de lo que se ha dado en llamar industria cultural. En el desarrollo de esa actividad productiva e intelectual modificó las estructuras convencionales, apostando por un modelo democrático que se anticipó a la política republicana, basado en los derechos y deberes, en la intensificación y expansión de la cultura y en el trabajo, con igualdad de posibilidades para todos.

En seis lustros fundó más de una docena de empresas de las que se ocupó personal-mente, repartiendo los tiempos en función de las necesidades: Papelera Española, Sociedad Cooperativa de Fabricantes de Papel de España, Almacenes Generales de Papel (AGP); Sociedad Arrendataria de Manipulados (SAM), Prensa Gráfica, Editorial Calpe (luego Espasa-Calpe), los diarios El Sol, La Voz, Luz y Crisol, la agencia de prensa Febus, y la agencia de publicidad Urgoiti, Salas y Porrero. Después de la guerra crearía Gráficas Reunidas, el laboratorio IBYS (Instituto de Biología y Sueroterapia), Telas Metálicas Perot y Onena.

Todos estos proyectos giraron en torno a tres: Papelera Española, la editorial Calpe y el periódico El Sol. Cuando en 1901 se hizo cargo de la dirección de la primera tenía 32 años y había adquirido una gran formación. En la única biografía autorizada, redactada en 1929 por la empresa de la que había sido responsable, se explica el proceso de crecimiento del negocio y por tanto de su aportación a esta industria:

Los años que pasó Urgoiti en aquel retiro fueron de sumo provecho para su espíritu y le permitieron estudiar a fondo los grandes problemas técnicos, industriales y sociales, que todo es uno. Fruto de ello fue la fundación de la Papelera Española, entidad hoy una de las más poderosas de la nación y a la cual ha dedicado Urgoiti los mejores años de su vida, su extraordinaria actividad y su poderosa inteligencia [Enciclopedia Universal Ilustrada, 1929: 1.439].

En los tres primeros lustros del siglo Urgoiti se dedicó a La Papelera Española, si bien fue tejiendo la red para crear un grupo de comunicación. Aunque siempre estuvo interesado por el periodismo, hasta 1915 no fundó el grupo Prensa Gráfica, compuesto por las revistas ilustradas Nuevo Mundo, Mundo Gráfico, La Esfera y Por Esos Mundos, cubriendo así un amplio espectro: información general (Nuevo Mundo y Mundo Gráfico), cultural (La Esfera) y viajes (Por Esos Mundos). Los dos grupos empresariales que acaparaban el cuarto poder eran Prensa Española, dirigida por Torcuato Luca de Tena y editora del diario Abc y de la revista Blanco y Negro, y la Sociedad Editorial España, compuesta desde 1906 por El Imparcial, El Liberal y El Heraldo de Madrid. El proceso de

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creación de Prensa Gráfica se realizó en dos etapas, fusionando primero Mundo Gráfico con La Esfera y después estas dos con Nuevo Mundo, en marzo de 1915 (Sánchez Vigil, 2003: 83). La revista estrella fue La Esfera, creada en enero de 1914 con todo lujo de detalles...

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