Análisis económico de la relación entre tecnología y volumen de empleo

AutorJuan Delgado Alaminos y Soledad Barrios Martínez
CargoUniversidad de Granada

Desde su origen, la historia del cambio tecnológico ha estado sembrada de dudas. Por un lado, el desarrollo e incorporación de nuevas tecnologías se ha presentado como el motor que impulsaba la economía en general y sin el cual el crecimiento se debilitaría y los niveles de vida descenderían. Por otro, también se ha identificado el cambio tecnológico como el responsable de las elevadas pérdidas de puestos de trabajo. La polémica al respecto puede resumirse de la siguiente forma: el cambio tecnológico generador o destructor de empleo.

A la luz de las diferentes aportaciones sobre el tema, se debe resaltar la complejidad de la interrelación entre la tecnología y el volumen de empleo. Para poder estudiar de forma coherente todas las implicaciones del cambio tecnológico en el empleo, hay que adoptar diferentes puntos de vista y considerar que no todas las tecnologías generan el mismo efecto sobre el empleo. Este artículo pretende mostrar las distintas implicaciones de la tecnología sobre el volumen de empleo en función del tipo de innovación aplicada y el ámbito de estudio considerado.

Innovaciones de proceso y de producto

En el análisis de los efectos de las nuevas tecnologías sobre el empleo vamos a considerar que no todas las tecnologías tienen la misma relación con el empleo. En este sentido, podemos distinguir entre innovaciones de proceso, que mejoran los procesos de producción, e innovaciones de producto, que determinan la fabricación de nuevos productos. De igual forma, hay que establecer diferencias entre el ámbito microeconómico o a nivel de empresa individual, y el ámbito macroeconómico o a nivel del sistema económico en su totalidad.

Vamos a comenzar el análisis por la incorporación de innovaciones que supongan la adopción de métodos de producción nuevos o sensiblemente mejorados (innovaciones de proceso). Cuando se introduce una nueva tecnología en un proceso productivo es de esperar que se produzca una reducción de los factores productivos utilizados por unidad de producto. Como se sabe, la eficiencia económica implica que un proceso productivo no utilice más recursos productivos que los estrictamente necesarios para la tecnología elegida, por lo que cualquier innovación en el proceso productivo implicará un ahorro de factores productivos.

Si el análisis se circunscribe al ámbito de la empresa y en el supuesto de que la producción se mantenga constante, la aplicación de una innovación tecnológica supone que se necesite menos cantidad de mano de obra por unidad de producto. En este sentido, el primer efecto de la introducción de una innovación de proceso es una reducción del volumen de empleo. Sin embargo, esta situación puede cambiar con el paso del tiempo si las empresas trasladan a los precios de los bienes o servicios que producen la reducción de costes obtenida, ya que el incremento de la demanda que supone la reducción de precios y, por tanto, la necesidad de una cantidad adicional de factores para satisfacer la mayor demanda, puede compensar la inicial reducción de empleo.

Por tanto, a largo plazo, los efectos de la incorporación de una innovación tecnológica en los procesos productivos no están claros, ya que dependen de varios factores: a) la transmisión de la reducción de costes a los precios, que a su vez depende del poder de monopolio de la empresa y de la importancia de las economías de escala; b) la elasticidad de precio de la demanda, (si ésta es mayor que uno, las reducciones de precios determinarán variaciones positivas del empleo); y c) la elasticidad de sustitución entre los factores productivos (OCDE, 1988).

No todas las innovaciones tienen como finalidad la mejora de los procesos productivos. Algunas innovaciones se dedican a posibilitar la creación de nuevos productos o a la mejora de los ya existentes: son las denominadas "innovaciones de producto". Los efectos sobre el empleo dependen de si los bienes o servicios son totalmente nuevos, es decir, satisfacen necesidades que antes no existían, o si, por el contrario, los nuevos productos sustituyen a otros ya existentes o a productos que desempeñaban funciones similares.

Cuando se trate de productos totalmente nuevos, el incremento en la demanda provocará un aumento en el nivel de producción y en la demanda de factores productivos necesarios para su fabricación y, por lo tanto, en el nivel de empleo de la empresa. La magnitud de este efecto dependerá de la estructura de mercado, en el sentido de que cuanto más competitivo sea éste menores serán los efectos sobre el empleo de este tipo de innovación. Esto se debe a que las empresas innovarán cuando perciban la posibilidad de obtener ventajas competitivas sobre sus competidores, que les permitan obtener un beneficio adicional suficiente para compensar los gastos realizados en su desarrollo e implantación. En el caso de productos que sustituyen a otros ya existentes, el efecto sobre el empleo no está claro, ya que el desplazamiento de la demanda hacia estos productos provocará una reducción en la demanda de los productos obsoletos en favor de los nuevos productos.

Efectos de compensación en el ámbito macroeconómico

Si lo que se pretende es analizar los efectos sobre el volumen de empleo de la incorporación de las nuevas tecnologías, el ámbito microeconómico resulta insuficiente ya que no considera los efectos que tiene el cambio tecnológico en otras empresas y/o sectores de la economía. Si bien es cierto que la introducción de una nueva maquinaria supone aumentos en la productividad de la mano de obra y, por tanto, menores necesidades de mano de obra por unidad de producto, también lo es que existen numerosos efectos que compensan la situación inicial. Por tanto, los aspectos macroeconómicos o la consideración del sistema económico en su conjunto tienen especial relevancia a la hora de estudiar el efecto global de las innovaciones sobre el empleo agregado (ver figura 1).

En el ámbito macroeconómico o de la economía en su conjunto, la teoría económica apunta una serie de efectos que pueden compensar el efecto ahorrador de mano de obra provocado por la aplicación de innovaciones tecnológicas (Stoneman,1983; OCDE, 1988 y 1996):

A nivel macroeconómico hay una serie de efectos que pueden compensar el efecto ahorrador de mano de obra provocado por la aplicación de innovaciones tecnológicas:

El ahorro de costes unitarios provocado por un incremento en la productividad puede hacer que disminuyan los precios relativos y a su vez que se incremente la renta real de todos los consumidores, con el consiguiente aumento de la demanda global. El efecto final que, como se ha indicado, depende de la competencia en el sector, de las facilidades en la aparición de economías de escala y de la elasticidad de la demanda, tendrá consecuencias positivas en el empleo.

Si el tipo de cambio con respecto a las demás monedas se mantiene constante, la reducción de precios del país en cuestión aumentará la competitividad de las empresas nacionales, suponiendo que el resto de los países no adopten tecnologías similares; de cualquier forma, la aplicación de nuevas tecnologías preserva al país de la menor demanda provocada por una mayor competitividad extranjera. En el ámbito sectorial y dada la creciente globalización de la economía, la mayor competitividad de los sectores innovadores supone mayores cuotas de mercado y, por tanto, mejoras en los niveles de empleo respecto a los sectores no innovadores.

El cambio tecnológico lleva asociada la creación de nuevas industrias destinadas a la creación y el mantenimiento de las nuevas tecnologías. Los sectores que abastecen de los bienes de equipo deben elevar la producción, demandando, por tanto, mayores factores productivos incluidos inputs intermedios a otros sectores. Este efecto multiplicador que se difunde por el sistema productivo generará un incremento en el volumen de empleo.

Los menores costes unitarios, en algunos casos, se traducirán en mayores beneficios que a su vez conllevarán aumento de la inversión, lo que sería positivo de cara al empleo. Sin embargo, este planteamiento fallaría si la empresa sólo buscase obtener una determinada tasa de beneficio y por lo tanto no invirtiera (de cualquier forma, parte de esa tasa de beneficio no invertida repercutiría en fases posteriores en incremento del consumo, de la demanda y por lo tanto del empleo). Por otra parte, en el caso de que se invirtiera ese excedente, podría ocurrir que la contratación de nuevos trabajadores debida a esta nueva inversión fuese menor que la destrucción de empleo provocada por la aplicación inicial de nuevas tecnologías.

Ante los incrementos en la productividad conseguidos en los sectores innovadores, los sindicatos pueden conseguir subidas salariales, lo que incrementa la renta y a su vez la demanda y, por consiguiente, el empleo en otros sectores.

En mercados laborales caracterizados por la flexibilidad, la reducción inicial de demanda de mano de obra provoca una reducción de los salarios reales o, al menos, un freno en su crecimiento; lo que puede poner en marcha un mecanismo de sustitución de determinados factores productivos por trabajo. Este movimiento depende tanto de los coeficientes de sustitución entre factores como de la flexibilidad de dicho mercado.

En definitiva, y como ha señalado la OCDE en reiteradas ocasiones, cualquier análisis serio sobre los impactos de la tecnología en el empleo debe tomar en consideración el sistema macroeconómico como un todo, ya que las pérdidas de empleos en una empresa, industria o región, pueden resultar compensadas o más que compensadas por la creación de empleos en otros sectores de la economía. Además, los procesos de compensación no se producen de forma automática y, a menos que sean asistidos, pueden resultar dolorosos para la sociedad.

Evidencia empírica e implicaciones políticas

La revisión de numerosos trabajos empíricos desarrollados acerca de esta cuestión, que sin duda merecen un detenido estudio en un artículo independiente, muestran la dificultad de evaluar el impacto cuantitativo de la tecnología sobre el empleo. Unos trabajos vaticinan que la tecnología tendrá efectos negativos sobre la cantidad de empleo y, en cambio, de otros se extraen conclusiones totalmente opuestas. Los trabajos realizados se han desarrollado a todos los niveles posibles (microeconómico, sectorial y macroeconómico), pero los resultados no se pueden considerar concluyentes ya que, o no abarcan el suficiente número de empresas como para poder extrapolar los resultados (en el caso de los estudios de ámbito empresarial), o no consideran los efectos compensadores de empleo que se producen en otros sectores (como es el caso de los estudios sectoriales), o los resultados no pueden considerarse definitivos (como es el caso de los estudios macroeconómicos).

De todas formas, sí parece que se confirman algunas cuestiones basadas en una gran parte de los autores y estudios que tratan el tema de la relación entre tecnología y empleo:

En la relación entre tecnología y empleo aparecen una serie de determinantes sociales, institucionales, económicos, culturales y organizativos que la condicionan. Estos factores influyen de manera determinante en la capacidad creativa o destructiva de la tecnología sobre el empleo.

La evidencia empírica se decanta por el hecho de que la tecnología contribuye a un mejor comportamiento del empleo en aquellas industrias más avanzadas tecnológicamente.

El aprovechamiento del potencial de las nuevas tecnologías para crear empleo requiere importantes inversiones en la formación de los trabajadores y cambios organizativos e institucionales para la mejor adaptación de las nuevas tecnologías a los procesos productivos.

En el proceso de destrucción y creación de empleo que rodea la incorporación de las nuevas tecnologías se observa que los nuevos empleos tienen características muy distintas a los empleos destruidos. Este hecho se traduce en un aumento en la ocupación de los empleos con mayor nivel de cualificación en detrimento de los de menor nivel, así como en un cambio en el contenido de las tareas de cada ocupación, caracterizado por una mayor polivalencia y flexibilidad del empleo.

Un reciente estudio llevado a cabo por los autores de este artículo en el ámbito de la industria de Andalucía (una extensa región del sur de España) sobre el impacto de la introducción de nuevas tecnologías en el empleo señala, entre otros aspectos, que la incorporación de innovaciones a las empresas no ha producido una destrucción de empleo como podía esperarse. Se produce casi un equilibrio entre las empresas que crean empleo a través de la incorporación de nuevas tecnologías y las que destruyen empleo (el 23,1% de las empresas estudiadas frente al 22,7%). Para la mayoría de las empresas (54,2%), la introducción de nuevas tecnologías no ha supuesto modificación alguna en el volumen de sus plantillas aunque sí en su composición (en el 26% de las empresas estudiadas se ha producido un cambio en la estructura ocupacional de la empresa pero sin modificar el volumen de empleo, mientras que en el 28,2% restante de casos no se ha producido ninguna influencia directa sobre el empleo).

Además, el estudio señala que el impacto de las nuevas tecnologías en el empleo es muy diferente en función del nivel tecnológico del sector donde operen las empresas. Así, cuanto mayor es el contenido tecnológico de los sectores mejor es el comportamiento del volumen de empleo. En los sectores más innovadores, el aumento de producción obtenido debido, entre otros factores, a los nuevos productos, a las ganancias de competitividad, mejoras de la calidad de los productos, etc., ha compensado la inicial reducción de mano de obra. Esta investigación reafirma la conclusión anteriormente indicada respecto a que la tecnología contribuye a un mejor comportamiento del empleo en aquellos sectores más avanzados tecnológicamente.

En definitiva, los estudios realizados sobre el tema ponen de manifiesto que para poder aprovechar el potencial creador de empleo de las nuevas tecnologías es necesario llevar a cabo cambios económicos y políticos (nuevas formas de organización, nuevas cualificaciones, nuevos tipos de bienes de capital, nuevas técnicas de gestión empresarial, etc.) que permitan el desarrollo de las nuevas tecnologías en las condiciones más favorables. En este sentido, se apuntan de forma global dos bloques de medidas (asumidas por la OCDE) que deben tenerse en cuenta por las autoridades para el fomento de los efectos beneficiosos de las tecnologías avanzadas. Por un lado, medidas que giren en torno al fomento de la creación, acceso y difusión del conocimiento tecnológico. El aumento de la inversión pública en la financiación de la investigación, así como la potenciación de la investigación en el sector privado y la vinculación entre las instituciones públicas de investigación y las empresas son medidas importantes a desarrollar. Por otro lado, es necesario fomentar políticas que promocionen el desarrollo de los recursos humanos y cambios organizativos como forma de obtener mayor flexibilidad. La inversión en capital humano a través de la educación y la formación continua de los trabajadores constituye un importante núcleo de actuación en la asimilación de las nuevas tecnologías dentro del sistema económico. Todas estas medidas deben tener especial consideración en el ámbito de las pequeñas y medianas empresas, ya que hasta ahora las políticas gubernamentales han estado centradas en el desarrollo de la tecnología en las grandes empresas.

Conclusiones

Si bien, inicialmente, la aplicación de una innovación de proceso muy probablemente conlleva un ahorro de mano de obra, el efecto final depende de un conjunto de variables y/o mecanismos que pueden compensar la inicial reducción de mano de obra a través de un incremento de la demanda. Asimismo, se suele aceptar que las innovaciones de producto son, en general, beneficiosas para el empleo, aunque esta afirmación depende de si los bienes o servicios son totalmente nuevos o, en cambio, sustituyen a otros ya existentes.

Para analizar de forma coherente los impactos del cambio tecnológico sobre el volumen de empleo se debe considerar todo el sistema económico en su conjunto, ya que los empleos que se pueden perder en una empresa o región pueden ser compensados en otros sectores o zonas geográficas. Así, en el ámbito macroeconómico o de la economía en su conjunto, la teoría económica apunta una serie de efectos que pueden compensar el efecto ahorrador de mano de obra provocado por la aplicación de innovaciones tecnológicas: a) aumentos en la renta real, b) mejoras en la competitividad, c) creación de nuevas industrias, d) mayores niveles de inversión, d) subidas salariales que aumenten la capacidad adquisitiva, y e) mecanismos de sustitución de algunos factores productivos por trabajo.

Los distintos enfoques y formas de analizar la relación entre el cambio tecnológico y el empleo han determinado la realización de diversos análisis en diferentes ámbitos de estudio que han tratado de dar una respuesta sobre el carácter generador o destructor de la tecnología sobre el empleo. Los resultados de las aportaciones teóricas y empíricas al debate son muy dispares. Se puede afirmar que, en la actualidad, no existen conclusiones definitivas, aceptadas universalmente y debidamente cuantificadas, del efecto final del cambio tecnológico sobre el empleo. Sin embargo, la evidencia empírica se decanta por el hecho de que la tecnología contribuye a un mejor comportamiento del empleo en aquellos sectores más avanzados tecnológicamente y en aquellos países en los que la introducción de nuevas tecnologías se realiza más rápidamente.

En definitiva, en la incorporación de nuevas tecnologías a los sistemas productivos se produce un proceso de destrucción creadora en el que se producen pérdidas y creación de nuevos puestos de trabajo de forma simultánea. Si bien la relación cuantitativa varía entre empresas, sectores, regiones y países, en función de la competitividad y de la posición relativa en la economía mundial, del entorno institucional, de las políticas gubernamentales y de las estrategias empresariales que han de servir para crear un marco en el que los efectos de compensación se produzcan de la forma más potente y rápida, y evitar así tensiones en el mercado de trabajo.

Palabras clave

tecnología, innovación de proceso, innovación de producto, empleo, precios, costes, inversión, demanda, elasticidad de la demanda, productividad, competitividad

Referencias

OECD Technology, Productivity and Job Creation, vol. 1 Highlights, vol. 2 Analitical Report, París, 1996.

OCDE Perspectivas de empleo 1988. Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Madrid, 1988.

Stoneman, P. The Economic Analysis of Technological Change. OUP, Oxford, 1983.

Contactos

Juan Delgado Alaminos, Universidad de Granada

Tel:. +34 95 812 01 88/95 824 28 83, fax: +34 95 824 40 46, correo electrónico: delgadoj@platon.ugr.es

Soledad Barrios Martínez, Universidad de Granada

Tel:. +34 95 812 01 88/95 824 28 83, fax: +34 95 824 40 46, correo electrónico: sbarrios@platon.ugr.es

Dimitris Kyriakou, IPTS

Tel.: +34 95 448 82 98, fax: +34 95 448 83 26, correo electrónico: dimitris.kyriakou@jrc.es

Sobre los autores

Juan Delgado Alaminos es Licenciado y Doctor en Economía por la Universidad de Granada. Actualmente es profesor de Economía del Trabajo y Macroeconomía del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Granada. Sus actuales líneas de investigación se centran en el análisis del cambio tecnológico y el empleo.

Soledad Barrios Martínez es licenciada por la Universidad de Málaga y doctora en Economía por la Universidad de Granada. En la actualidad es profesora de Teoría Económica y Microeconomía del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Granada. Sus actuales líneas de investigación se centran en la economía andaluza.

The IPTS Report, is the refereed techno-economic journal of the IPTS,edited by D. Kyriakou, published monthly in English, French, German and Spanish.

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