La diversidad animal de España

AutorMiguel Lizana - José Luis Viejo
CargoProfesor titular de Zoología. Universidad de Salamanca. - Catedrático de Zoología. Universidad Autónoma de Madrid.
Páginas39-111

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I Introducción

Biodiversidad o diversidad biológica es un neologismo compuesto de los tér-minos bio (vida) y diversidad. Las raíces del concepto se encuentran en los trabajos de ecólogos que propusieron los primeros índices destinados a comparar la diversidad interna de los ecosistemas. El concepto más en boga, el de "biodiversidad" fue acuñado por Thomas Lovejoy en 1980, pero lo popularizó el entomólogo y divulgador Edward Wilson en 1986, sustituyendo al de diversidad biológica, menos eficaz desde el punto de vista de la comunicación. Desde 1986 el uso del término se ha extendido entre biólogos, ecologistas, dirigentes políticos y ciudadanos en general.

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La definición más utilizada de Biodiversidad o Diversidad Biológica (a partir de ahora BD) es la que procede del Artículo 2 del Convenio sobre la Diversidad Biológica de Río de Janeiro (Brasil): "La variabilidad entre los organismos vivos, incluyendo los terrestres, marinos y de otros ecosistemas acuáticos, así como los complejos ecológicos de los que forman parte; esto incluye la diversidad dentro de las especies, entre especies y en los ecosistemas". De un modo resumido, se ha descrito como "la "totalidad de genes, especies, y ecosistemas de una región".

La biodiversidad tiene tres niveles principales: la diversidad genética, la diversidad de especies y la diversidad de ecosistemas. La primera alude tanto a la variación genética entre los distintos individuos de una población de organismos, como a la disparidad (variación) genética entre diferentes poblaciones de la misma especie. Este concepto, aunque de capital importancia, es con frecuencia difícil de esclarecer y no suele ser motivo de debate fuera de los medios estrictamente científicos. Muy distinto es lo que sucede con la diversidad de especies, que acapara el debate público y que es el nivel de la biodiversidad al que se presta más atención; la diversidad de especies a menudo se conoce como riqueza de especies. Por último, la diversidad de ecosistemas se refiere al número y variedad de sistemas biológicos (ecosistemas) que se pueden hallar en una determinada zona del planeta; este importantísimo componente de la biodiversidad ciertamente recibe atención tanto desde el ámbito de la ciencia ecológica, como de las instituciones públicas, si bien no termina de calar (como la diversidad genética) en la opinión pública; además, la atención que recibe, en tanto que análisis, debate y protección (en un plano puramente teórico, por desgracia) es considerablemente superior en los ámbitos internacionales que en los más locales, lo que no contribuye a su conservación. La conservación de la biodiversidad afecta por igual a los tres niveles, y olvidar o preterir cualquiera de ellos supondrá un fracaso en los planes o políticas referidos a su protección.

En este artículo nos vamos a referir principalmente al segundo nivel de la biodiversidad, es decir, a la diversidad de especies, en este caso, animales, pero queremos dejar claro desde el principio la indisoluble relación entre los tres niveles. Hay que recordar, sin embargo, que el número de especies de una zona también depende del concepto de "especie" que consideremos. En general, se hace referencia a un concepto "evolutivo o clásico" de especie. Si se aplicara un concepto más amplio, como el filogenético o cladista, el número de especies se multiplicaría, como ha sucedido en algunos estudios recientes sobre aves o murciélagos norteamericanos.

En este trabajo nos referiremos por tanto al concepto de especie evolutivo tradicional, sin entrar en niveles taxonómicos inferiores, como el de subespecie o poblacional. Las subespecies suponen una variabilidad genética que tienen una gran importancia a la hora de la conservación de poblaciones diferenciadas genética o geográficamente, pero esto excede el alcance de este trabajo.

El concepto "diversidad" tiene, en Ecología, unas connotaciones bastante específicas. Por eso algunos ecólogos se han resistido a emplear alguno de estos términos. En

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cualquier caso, "diversidad" (en ecología), o "diversidad ecológica", con sus diversos índices, alfa, beta y gamma no es lo mismo que "biodiversidad" o "diversidad biológica".

Como ya plantearon Darwin y Wallace hace siglo y medio, en términos generales, la diversidad biológica en los ecosistemas terrestres, entendida como diversidad de especies, disminuye con la latitud; dicho de otro modo, a medida que nos aproximamos a los trópicos o al Ecuador aumenta la riqueza de especies. Este gradiente se debe, entre otras razones, a la historia evolutiva y al clima; las comunidades tropicales son en general evolutivamente "más antiguas" que las boreales o australes, y en las primeras las perturbaciones climáticas generales más infrecuentes; considérense por ejemplo las glaciaciones. Los dos factores climáticos que más se correlacionan con la biodiversidad son la radiación solar y la disponibilidad de agua, mucho más abundantes, de modo conjunto, en las áreas tropicales. Pero a medida que disminuimos la escala, encontramos más factores que influyen en la diversidad, como el área de la zona considerada y la heterogeneidad ambiental derivada del relieve, la orientación de las montañas, la interacción con las actividades humanas, etcétera.

Pero... ¿Por qué nos preocupa tanto últimamente la biodiversidad? Probablemente porque la estamos perdiendo, y esta pérdida sin duda nos afecta en una amplísima gama de aspectos, el primero de los cuales podría ser la biofilia, término que, como el propio de biodiversidad, ha sido introducido por E.O. Wilson. La biofilia (literal y etimológicamente amor por la vida) es la innata inclinación, por una comprensible conexión, de los seres humanos hacia la naturaleza en general y hacia otras formas de vida en particular. La creencia de que otros organismos merecen vivir (o al menos sobrevivir) está en numerosas mitologías y religiones, si bien algunos de estos conceptos religiosos pueden haber contribuido también al expolio de la naturaleza, o al menos eso podría deducirse de las ideas platónicas que empapan la civilización y cultura judeo-cristianas: el Hombre como medida de todas las cosas. Pero es que además de estos aspectos biofílicos, la biodiversidad proporciona innumerables beneficios a los seres humanos, ya que muchas especies amenazadas podrían cultivarse o explotarse para la obtención de alimentos, fármacos, u otras materias primas. Se estima que al menos un 25% de las principios activos de la farmacopea moderna fueron originalmente descubiertos en las plantas, y eso sin contar con las medicinas de extracción vegetal directa que proporciona la farmacopea tradicional; la extinción de las especies acarrearía la pérdida de una fantástica fuente de medicamentos. Además de estos beneficios directos en forma de medicinas, alimentos, fibras textiles, herramientas, etcétera, la biodiversidad (o mejor, sus componentes) contribuye a unos esenciales servicios del ecosistema, que comprenden todos los procesos que permiten mantener la vida en el Planeta, tal y como la conocemos, y a la que pertenecemos los seres humanos, y entre los que podemos mencionar desde el mantenimiento y depuración de la atmósfera o la hidrosfera, hasta el reciclado de residuos o nutrientes, la polinización, la dispersión de semillas, el control de las plagas agrícolas o forestales, etcétera.

La principal amenaza de la biodiversidad es la acción humana sobre el Planeta, expresada en numerosas actividades que, genérica y básicamente, se pueden agru-

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par en cuatro: destrucción del hábitat, introducción de especies, sobreexplotación e intromisión en las redes ecológicas. Todas ellas están conectadas y a menudo unas llevan a otras; así, la destrucción de los bosques naturales (sean amazónicos, afrotropicales o del sudeste asiático) suele ser consecuencia de una sobreexplotación de los recursos madereros, que además supone con frecuencia la entrada de especies invasoras o la desaparición de especies clave en la dispersión de semillas o la polinización, como por ejemplo sucederá con las higueras (árboles del género Ficus) en relación con sus himenópteros Agaonidae polinizadores.

II La diversidad animal en el planeta

La BD existente en la Tierra actualmente es el resultado de más de 4.000 millones de años de evolución. Durante mucho tiempo, ha sido un misterio conocer con exactitud cuántas especies animales se han descrito científicamente. Obsérvese que no decimos "especies animales existentes en la Tierra", ya que su número real es desconocido y sólo podemos aproximarnos mediante predicciones más o menos realistas. El conocimiento sobre la biodiversidad, en la que se incluye la diversidad animal, ha ido creciendo exponencialmente durante los últimos 200 años, desde que los naturalistas de la Ilustración desarrollaron sus trabajos de compilación y descripción, en particular Linneo (1758), quién con su...

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