La persona con discapacidad en el derecho infraconstitucional nacional argentino

AutorWalter David Pelle
Cargo del AutorUniversidad Nacional de Mar de Plata
Páginas307-357

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"Nadie rebaje a lágrima o reproche

Esta declaración de la maestría

De Dios, que con magnífica ironía

Me dio a la vez los libros y la noche"

Fragmento de Poema de los dones, escrito por Jorge Luis Borges en el año en que, designado Director de la Biblioteca Nacional, a la vez, recrudeció su enfermedad dejándole prácticamente ciego.

1. Aclaración terminológica

A menudo la terminología que se utilice para conceptualizar o definir las cualidades de las personas conllevan connotaciones axiológicas implícitas, condicionando de algún modo todo lo que pueda decirse sobre el tema posteriormente, e incluso generando consecuencias en las actitudes que se toman a partir de las palabras usadas.

A lo largo de la historia reciente -sin necesidad de recorrer siglos atrás- se han manejado -tanto en la sociedad en general como en la ciencia jurídica- varios términos para definir a las personas con discapacidad. Así, se presentaron distintas denominaciones para dichas personas, tales como "deficientes"1, "impedidos", "minusválidos"2, "incapacitados", "incapaces", "discapacitados", Page 308 personas con capacidades diferentes, personas con capacidades reducidas3, etc.

Varias de dichas denominaciones fueron cayendo en desuso ante las críticas que recibían por sus connotaciones negativas, las cuales se observan con claridad en casos como "deficientes", "impedidos" y "minusválidos", por ejemplo.

La O.N.U., en su "Declaración de Derechos de las Personas con Discapacidad" (del año 1975), utilizó el término "impedido" para referirse a toda persona que, a consecuencia de una deficiencia de sus facultades físicas o mentales, se encuentre incapacitada de subvenir por sí misma, total o parcialmente, a las necesidades de una vida individual o social normal. Ya por entonces dicho término había caído en desuso por sus claras connotaciones negativas. Por ello, el propio organismo modificó su traducción al castellano algunos años después, suplantándolo por la expresión "personas con discapacidad".

Poco tiempo después, en 1980, la O.M.S. distinguió (en su "Clasificación Internacional de Deficiencias, Discapacidades y Minusvalías") entre "deficiencia", "discapacidad" y "minusvalía". Destinó el primero de los conceptos a la pérdida o anormalidad permanente o transitoria de estructura o función, sea ésta psicológica, fisiológica o anatómica. Por discapacidad entendió cualquier restricción o impedimento del funcionamiento de una actividad en la forma o dentro del ámbito considerado normal para el ser humano, causada por una deficiencia. Finalmente, minusvalía significó para la O.M.S. la incapacidad que constituye una desventaja para una persona, limitando o impidiendo una función que es normal para esa persona según su edad, su sexo y los factores culturales y sociales. En este último concepto se encuentran reunidos los modelos tradicionalmente denominados "médico" (que parte de un defecto proveniente de la persona, proveniente de un problema de salud) y "social" (que pone énfasis en que la discapacidad no deriva de una condición del sujeto sino de la interacción de tal condición con el ambiente social)4. Ciertamente, la sociedad toda crea barreras físicas Page 309 y culturales que impiden la inclusión y el libre desarrollo de las personas con discapacidad, más allá de sus cualidades. Vale acotar que lo mismo acontece con otros grupos sociales tales como los menores o los marginados económicamente. De allí se desprende la importancia de la educación -único elemento capaz de revertir la situación existente- como factor de cambio de conductas sociales, pues en un medio adecuado las "discapacidades" desaparecerían.

Actualmente se utilizan los términos "discapacidad" y -preferentemente- "personas con discapacidad", acentuándose el modelo social en su explicación. Así, las limitaciones de las personas con discapacidad no surgen de un "problema" que nace de ellas, sino que el ambiente social en el que despliegan sus cualidades no les es propicio. Los escollos que encuentran las personas con discapacidad para integrarse al resto de la sociedad son a veces tangibles y físicos, otras incorpóreos pero aún más limitantes por surgir de prejuicios arraigados y discriminatorios, por lo cual abordar el tema desde la perspectiva social es lo adecuado.

En este trabajo, de conformidad a las tendencias actuales y para evitar términos portadores de connotaciones disvaliosas, utilizaré las expresiones "discapacidad" y "personas con discapacidad", salvo en aquellas oportunidades en que cite textualmente una norma jurídica o la comente, y dicho texto contenga otra terminología (por ejemplo "incapaz", "insano", o "interdicto" dentro del Código Civil5). En este sentido, nuestro Código Civil deja ver su desactualización en la materia, mostrando asimismo el modelo médico -no social- sobre el cual se configuró. Page 310

2. Las personas con discapacidad en sociedad Importancia de la concientización de la población e insuficiencia del derecho sin ella

Séneca, en sus "Epístolas morales a Lucilio", expresó que "el hombre es cosa sagrada para el hombre" ("homo homini sacra res"), dando un parámetro claro de comportamiento basado en la dignidad humana6. En él no hay lugar para la discriminación, la indiferencia ni el desprecio.

Sin embargo, en relación a las personas con discapacidad, estos disvalores aparecen frecuentemente7, y no se trata de un tema menor. En el año 2.000 la O.M.S. estimó que entre el 7% y el 10% de la población mundial tiene algún tipo de discapacidad (o sea, entre 500 y 600 millones de personas). Por su parte, el Programa de Desarrollo de Naciones Unidas estima que el porcentaje mundial de personas con discapacidad es del 5,2% de la población. Del total, el 80% vive en países en desarrollo, donde el acceso a los servicios necesarios de rehabilitación, educación y salud es más limitado8. Page 311

En el Informe Preliminar sobre la situación de las personas con discapacidad en la Argentina, efectuado por el Comité de Evaluación del Seguimiento de la Convención Interamericana para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra las Personas con Discapacidad en agosto del año 2003, puede leerse: "...No sabemos cuántas son las personas con discapacidad que habitan nuestro país. Puede estimarse, no obstante a partir de parámetros internacionales, que su número supera los tres millones de personas y está en crecimiento como consecuencia de la crisis generalizada. Tres sectores son particularmente críticos: - los niños que nacen con discapacidad o que la adquieren en los primeros años de vida como consecuencia de la desnutrición, de la pobreza y la exclusión social; - los ancianos, quienes han ampliado su expectativa de vida y son proclives a las enfermedades invalidantes. Además por la pobreza, el no acceso a la medicina, una inadecuada alimentación y la no debida contención afectiva y social, experimentan una baja calidad de vida; - y las personas que han sufrido accidentes, especialmente automovilísticos o de trabajo y no han logrado acceder a una rehabilitación adecuada... Nos preocupa la incidencia que el aumento de los índices de pobreza y desocupación tienen sobre la situación de las personas con discapacidad. Esta problemática tiene una transversalidad que la hace depender de factores sociales, sanitarios, económicos, culturales, educacionales y familiares. La pobreza no solamente acentúa las consecuencias negativas de la discapacidad sobre las familias, sino que es en sí misma un factor que favorece el surgimiento de discapacidades, sea por la incidencia de condiciones de vida desfavorables, cuanto por la falta de accesibilidad a los servicios de salud, educación y rehabilitación, que acompaña, generalmente a la pobreza extrema y a la desocupación. Los factores anteriormente enunciados hacen esperar un crecimiento muy importante de personas con diversas discapacidades, lo que exige una respuesta activa del Estado".

A pesar de que la problemática es evidente y, desde lo teórico y lo ético no existen dudas acerca de qué debe hacerse, la sociedad persiste en su actitud discriminadora e indiferente ante la discapacidad. Vivimos en un mundo que -aunque a veces desde el discurso lo niegue- cotidianamente discrimina9. Supuestas "mino-Page 312 rías" son las víctimas de ello, por razones de edad (ancianos, niños), sexo (mujeres, homosexuales), religión, raza, origen social, nacionalidad, enfermedad, disfunción, etc. Si sumáramos todas las personas implicadas, nos daríamos cuenta que los excluidos son la gran mayoría. Si a ello le agregáramos la exclusión social originada en la pobreza y la indigencia, la situación en nuestro país aún parecería más alarmante. Y, a no dudarlo, aunque parezca apocalíptico, allí es donde estamos situados10.

En lo referente a la discriminación e indiferencia hacia las personas con discapacidad, ni siquiera desde el egoísmo se genera alguna reacción positiva. En efecto, todos somos potencialmente personas con discapacidad. Un simple accidente puede reducir nuestra movilidad, ocasionando que un sencillo escalón se plante frente a nosotros como una barrera insoslayable. El simple transcurso del tiempo -que, en el mejor de los casos, todos soportamos- nos...

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