Diplomacia, reformismo y virreinato de Nueva Granada en los inicios del siglo XVIII

AutorConsuelo Maqueda Abreu
Páginas229-290

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Este artículo se ha elaborado en el marco del Proyecto de Investigación "La institución virreinal en América" (PB 97-0296-C04-03), financiado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología. Dirección General de Investigación.

I Introducción

Lo que Paul Hazard llamó la "crisis de la conciencia europea", en España fue denominado de muy diversas formas, como "el agonizar de una monarquía", "el desmayo de España" (Luciano de Taxonera), "la crisis de la propia identidad territorial española" (R. García Cárcel), sin faltar quienes consideran que el "Imperio era un mero fantasma, una simple sombra de lo que había sido" (A. Domínguez Ortiz) o hablan de una España donde dominan los "sentimientos de postración y desánimo" (V. Palacio Atard); todas ellas expresiones dolorosas de una realidad histórica, la de la España de la segunda mitad del siglo XVII, que despierta la opinión unánime de los grandes especialistas del período, aunque cada uno resalta alguna de las diversas cuestiones que conforman el período de los dos últimos Austrias, en los que "todas las fuerzas morales y materiales iban de tumbo en tumbo, a la deriva, ya sin amarre posible":

"Una tristeza inmensa, llena de augurios funestos y de amargas desesperaciones, flotaba siniestra sobre el ámbito de la exhausta tierra española. Perdidas las heredades, sin cultivar las fincas, arruinadas las villas, vacíos los talleres, paralizadas las industrias, hundidas las casas, pobladas de vagos las plazas (...) parecía que España había dejado de ser España" 1.

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Frente a esta postura negativa, actualmente ha surgido una línea historiográfica, que con carácter renovador, ha destacado algunas reformas que ya fueron planteadas por los teóricos de este siglo y que se iniciaron -dice Agustín González Enciso- en los últimos veinte años del reinado de Carlos II, "que vieron un programa de reformas con algunos frutos importantes, frenando la decadencia anterior y poniendo las bases para lo siguiente" 2. En este sentido, Palacio Atard considera que durante el primer tercio del siglo XVIII se dará cita una generación de hombres que han bebido de dichas teorías reformistas del siglo anterior, que "respiran aires nuevos", "muy receptivos a los modelos europeos, generación que simbolizan el criticismo racionalista dominante y la voluntad de reformas", nombres tan insignes como los ilustrados Feijoo y Mayans, el marqués de Santa Cruz, Jerónimo de Uztáriz, Patiño y Macanaz 3, y abundando en la misma postura, González Enciso afirma:

"(...) no creo que el reinado de Felipe V fuera prerreformista: De hecho se iniciaron importantes reformas ya desde 1679. Estas reformas estaban de hecho planteadas por los tratadistas en torno a 1600 y pensadas políticamente en los primeros tiempos de Olivares, poco después de 1621, si bien lo que se produce a finales del siglo XVII es una conciencia más profunda, dirigida al principio de "no basta con corregir el sistema, sino que es necesario cambiarlo" 4.

Y Domínguez Ortiz afirma que los mecanismos de poder de la monarquía borbónica presentan facetas diferentes a la de los Austrias, tanto en cuanto el peso ejercido por los estamentos privilegiados ante el absolutismo real, del que van a partir -o de sus colaboradores más cercanos- todas las decisiones del Estado, como en la organización de una maquinaria estatal de la Corona española y de Indias, fuerte y decisiva, centrada en la potencia de su armada y de su ejército, más que en la riqueza proporcionada por las Indias.

España y América siguen un proceso paralelo, como nos dice Martiré: "Está claro, pues, que en las últimas décadas del siglo XVII el imperio español estaba en decadencia y que los "reinos" de las Indias encontraban en esa situación la ocasión para fortalecer sus intereses a costa de la metrópoli, o bien en acuerdo con ella, a punto tal de edificar esa suerte de "autonomía de facto" de que hablamos" 5; considera el autor que en este período encontramos unos virreinatos lejanos con escasa dependencia de España, un mar en manos de enemigos, un peligro de desintegración del sistema, una criollización de la sociedad y una complicada autonomía política y funcional, que conducirán a una progresiva independencia de América.

Como señala Luis Navarro, el período que estudiamos es la "historia de un proceso expansivo (...) parcialmente impulsado por los Gobiernos metropolitanos", Page 231 de un proceso de maduración que explica el surgimiento a comienzos del siglo XIX del deseo de liquidar la dependencia colonial para constituir en las distintas provincias americanas naciones independientes y concluye: "a lo largo del siglo XVIII, las Indias españolas son la más poderosa entidad política americana" 6.

Por su parte, Macanaz nos ofrece una visión pesimista en su sátira Testamento de España, donde pone en entredicho la soberanía de los reyes españoles sobre América, considerando que sólo la ambición y la fuerza fueron la base de la usurpación de las Indias, "donde se cometen abusos como: incompetencia de consejos, virreyes y gobernadores, complicidad de las autoridades en el contrabando, tiranía sobre los indios, fraudes a la Hacienda, indefensión militar, provecho en realidad para los extranjeros" 7.

Pero sin profundizar aún en el tema, nos preguntamos cuál sería el planteamiento de Felipe V con respecto a las Indias y creo que la pregunta tiene su respuesta en el Decreto de 10 de febrero de 1715, remitido a las provincias del Perú y Nueva España, que dice lo siguiente:

"Siendo en el gobierno de mis reinos el único objeto de mis deseos la conservación de nuestra santa religión en su más acendrada pureza y aumento del bien y alivio de mis vasallos, la recta administración de las justicia, la extirpación de los vicios y exaltación de las virtudes, que son los motivos porque Dios pone en manos de los monarcas las riendas del gobierno (...) no obstante hallarse ya prevenido por los Reyes mis predecesores y por mí a ese Consejo repetidas veces contribuyera en todo lo que depende de él a estos fines por lo que le toca, he querido renovar esta orden y encargarle de nuevo vigile y trabaje con toda la mayor aplicación posible al cumplimiento de esta obligación, en inteligencia de que mi voluntad es que en adelante no sólo me represente (...) sino que también replique a mis resoluciones siempre que juzgaren contravienen a cualquier cosa que sea, protestando delante de Dios no ser mi ánimo emplear la autoridad que ha sido servido de depositar en mí (...) y que yo descargo delante de su Divina Majestad sobre mis ministros todo lo que ejecutaren (...)" 8.

En líneas generales podemos decir que mientras que en el siglo XVII en América y su economía se observa la aparición de un sistema regional, de un bloqueo comercial, que suprime tráfico y aumenta el control, como señala Céspedes del Castillo: "es entonces, en fin, cuando cada núcleo geopolítico y demográfico indiano tiende, en consecuencia, a encerrarse en sí mismo, a aislarse de los demás, a diversificar su producción para hacerse autárquico en la medida de los posible" 9. En el siglo XVIII, se puede hablar de un reformismo borbónico, en el que coinciden unánimemente los autores, aunque se centran en diversas cuestiones, entre las que nos parece interesante resaltar dos variables, la dialéctica Page 232 Estado-Nación y la potenciación de la estrategia atlántica, siguiendo la opinión de Mario Sánchez Barba 10, reformas iniciadas en el reinado de Felipe V (con la organización del sistema monetario), pero que se verán alcanzadas con mayor o menor éxito en el reinado de Carlos III.

II Las claves políticas de un período

Por exigencia de nuestra investigación, que centramos en las causas que conducen al nacimiento de un nuevo Virreinato, el de Nueva Granada en 1717, sólo nos interesa el estudio de los primeros años del reinado de Felipe V y los vamos a estructurar en dos períodos perfectamente definidos, en nuestra opinión, los años iniciales de la centuria hasta 1715 y una segunda etapa que abarca los años de 1717 a 1719.

1. España en europa

La vertiente internacional en los años finales del siglo XVII (1698) y el primer período del reinado de Felipe V, hasta 1715, es de gran diversidad. La paz de Ryswick marca el final de las contiendas del siglo XVII y el inicio de una amarga etapa, donde en variadas ocasiones se plantea la amenaza de reparto territorial entre las grandes potencias, Francia, Inglaterra y Holanda, o de desintegración del Imperio español, que se encuentra indefenso ante una realidad que maneja Francia y los planes ambiciosos de Luis XIV, rey que siempre ha sido considerado el monarca más absoluto de Europa, aunque esta imagen que ha sido matizada en algunas dimensiones, como hace por ejemplo Carmen M. Cremades, en el sentido de que el absolutismo real en Francia no fue completo por la compra de cargos, el abandono del gobierno en manos del Consejo y la ampliación de libertades civiles. Por otra parte, afirman algunos autores que Luis XIV convirtió España en una marioneta que bailaba a su antojo y así lo sintieron en muchas ocasiones los políticos del período y el propio pueblo español, aunque también se puede dar otra lectura de los mismos hechos, como hace la autora citada en su introducción al libro de Baudrillart, donde dice "que el año 1700 (Tratado de Londres y La Haya, en marzo y el 3 de octubre...

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