¿Un nuevo determinismo? La exclusión de las relaciones probabilísticas y de las influencias situacionales en los enfoques neurocientíficos

AutorLuzia Fäh, Silvie Rainer; Martin Killias
Cargo del AutorInstituto de Criminología, Universidad de Zùrich
Páginas227-238

Page 227

El debate entre indeterminismo y determinismo es un tema clásico de la ciencia del Derecho Penal. Los últimos hallazgos han hecho que diversos investigadores del cerebro vuelvan a defender la tesis de que el hombre carece de libre albedrío, y de que, en general, la conducta punible tiene su origen en déficit neurobiológicos. Distintos experimentos han demostrado que la actividad neuronal precede al acto voluntario percibido como consciente. De ello se ha inferido que no es el hombre, sino su cerebro, el que genera las decisiones conscientes. En consecuencia, el culpable sería el cerebro, y no el hombre.

En este trabajo tratamos de demostrar que este enfoque parte de una visión determinista que ignora la causalidad probabilística y compleja de la conducta humana. La cuestión no es si determinadas anomalías cerebrales son el origen de la conducta criminal, sino si éstas determinan totalmente la conducta humana o sólo influyen en ella, en el sentido de que constituyen un factor de riesgo. De igual modo, los últimos hallazgos neurobiológicos no permiten explicar la delincuencia a partir de funciones cerebrales. Además, el debate actual sobre la supuesta inexistencia del libre albedrío y la exigencia de supresión del Derecho Penal vinculada a esta idea, ignoran la acusada influencia de factores situacionales (del entorno).

1. Introducción

La ciencia lleva siglos debatiendo la cuestión de la determinabilidad de la conducta humana. En la actualidad, este debate ha cobrado nuevo impulso gracias a las investigaciones neurocientíficas. En este contexto, algunos neurocientíficos defienden la tesis de que el comportamiento humano está completamente determinado por el cerebro. Un ejemplo clásico del siglo XIX es el caso de Phineas Gage, un trabajador ferroviario cuya personalidad experimentó una transformación radical como consecuencia de una lesión del córtex frontal causada por un accidente, pues hasta entonces había sido recto y honrado y se convirtió en una persona agresiva y asocial (Damasio 2005, 25 y ss.). En los últimos años, el desarrollo Page 228 de sistemas de diagnóstico por imagen ha permitido adquirir nuevos conocimientos sobre el cerebro humano. Se ha realizado, por ejemplo, una investigación sobre anomalías estructurales del cerebro de delincuentes (Raine et al. 1998), en la que se demostró que, en comparación con personas que no habían incurrido en conductas criminales, éstos presentaban una clara reducción anormal del córtex prefrontal. El córtex prefrontal es responsable de muchas funciones, como la conducta social, el control de los impulsos, y la planificación y el control de las emociones, y por este motivo es especialmente interesante en relación con delincuentes. En otro estudio se ha constatado un funcionamiento anormal del córtex prefrontal de criminales (Raine et al. 2000). Los resultados han sido interpretados por algunos neurocientíficos en el sentido de que el hombre y su conducta están determinados por la actividad cerebral y que, por consiguiente, las anomalías cerebrales han de tenerse en cuenta al enjuiciar conductas criminales.

Relacionada con lo anterior está también la cuestión de la existencia del libre albedrío del hombre. Vivimos pensando que podemos decidir libremente y que siempre podríamos optar por una decisión distinta de la que hemos tomado. Nos consideramos causantes de nuestros actos y, por consiguiente, también responsables de sus consecuencias. Los investigadores cerebrales llevan tres décadas abordando el concepto de «libre albedrío». La existencia de la libre voluntad se investiga con nuevos métodos de forma intensiva a raíz de las sorprendentes conclusiones de un estudio del neurofisiólogo estadounidense Benjamin Libet et al. (1983). En su momento, al igual que en la actualidad, estos hallazgos dieron y siguen dando lugar a controvertidos debates. Algunos investigadores cerebrales se basan en los resultados de los experimentos de Libet et al. (1983), y consideran que el libre albedrío no existe y que el individuo no actúa por decisión propia, sino como le «ordena» su cerebro. A este respecto, por ejemplo, el neurocientífico Gerhard Roth (2003a, 553) opina que, en este sentido, la libre voluntad es una ilusión, aunque el hombre la perciba como algo subjetivo, ya que el sentimiento de realizar un acto de libre voluntad surge después de que las estructuras más profundas del cerebro (el sistema límbico) ya hayan determinado qué debemos hacer.

Trasladado al ámbito de la Criminología y del Derecho Penal, este debate tiene amplias consecuencias, como ya han señalado autores españoles (Serrano Gómez 1981; Serrano Maíllo 1996 y 2003). ¿Se le pueden exigir responsabilidades a un delincuente por sus acciones si su cerebro le «ordena» cometer el delito? Los partidarios del determinismo responden negativamente a esta pregunta, ya que consideran que el principio de culpabilidad no tiene en cuenta este hecho porque el individuo no actúa por libre voluntad y, en consecuencia, tampoco se le puede hacer responsable de sus actos.

A continuación se describen las distintas posiciones y se presenta una propuesta de enfoque que parte del concepto de causalidad probabilística y compatibilidad. Page 229

2. Determinismo frente a indeterminismo
2.1. Posiciones contrarias sobre causas y explicaciones

El término determinismo se utiliza en contextos muy diferentes. Se habla de determinismo lógico, de determinismo biológico o causal, entre otros. No obstante, todos estos conceptos pueden subsumirse en una única teoría general del determinismo. La idea principal es que todo lo que sucede y sucederá está determinado de antemano hasta el más mínimo detalle, y ello en el sentido de un nexo causal natural («si-entonces»). Para el determinismo, la ley causal goza de plena validez, cada acontecimiento tiene una causa determinada y, a su vez, un efecto determinado. Todos los sucesos universales están formados por cadenas ininterrumpidas de causa y efecto. A este respecto es importante que exista una relación necesaria (biyectiva) entre causa y efecto, de forma que siempre que actúe la causa se produzca el efecto y viceversa, que no haya efecto sin la acción previa de una causa (Spilgies 2004, 17 y ss.).

De estos supuestos se desprenden dos importantes principios prácticos para determinar la calidad de las teorías científicas: por un lado es posible averiguar la causa de lo ya sucedido, y por otro pueden realizarse predicciones de acontecimientos cuya causa ya debe conocerse (Spilgies 2004, 20 y ss). En cualquier caso, aunque un acontecimiento concreto esté determinado de antemano, no tiene que ser necesariamente predecible, ya que, en ciertas circunstancias, aún no se conocen determinados nexos causales (totalmente reales). En cualquier caso, la falta de predictibilidad no constituye un argumento contra el determinismo.

Para Dorsch (1998, 391), el indeterminismo se define como la corriente filosófica que considera que los deseos y los actos del hombre no están determinados causalmente (por causas), ni por motivos preponderantes del momento, puesto que puede decidir libremente en todo momento al respecto. Según los postulados del indeterminismo, un acontecimiento no necesariamente tiene que producirse, ya que podría suceder otra cosa. De este modo, un suceso no está determinado por una causa, sino que es indeterminado, esto es, totalmente casual. Por consiguiente, en principio, un acontecimiento nunca puede explicarse, ya que no necesariamente ha tenido que ocurrir. De igual forma, no se pueden hacer predicciones sobre un acontecimiento, ya que no hay regularidades. Para el indeterminismo, nada tiene por qué suceder, pero puede suceder todo (Spilgies 2004, 25 ss.).

Estas dos tesis adoptan una postura extrema en el debate acerca del libre albedrío del hombre. Los defensores de las hipótesis deterministas, con sus premisas causales («si-entonces»), se encuentran principalmente en las ciencias naturales, mientras que el indeterminismo no es, en principio, reconciliable con consideraciones científicas, ya que todo es totalmente casual y, en consecuencia, no predecible.

2.2. Posiciones...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR