Criminología del desarrollo y del curso de la vida

AutorDavid P. Farrington
Cargo del AutorInstituto de Criminología, Universidad de Cambridge
Páginas239-266

Page 239

1. Introducción

En este trabajo revisaré cuatro cuestiones clave dentro de la Criminología del desarrollo y del curso de la vida (DCL: developmental and life-course Criminology): el desarrollo de la conducta delictiva y antisocial a lo largo del curso vital, los factores de riesgo y de protección, los efectos de los acontecimientos vitales y cambios dentro de las personas, y las principales teorías de la Criminología del desarrollo y del curso de la vida (véase Farrington, 2003a).

A la hora de llevar a cabo esta investigación sobre el desarrollo, los factores de riesgo, los acontecimientos vitales y las teorías de la Criminología del desarrollo y del curso de la vida, es fundamental realizar encuestas longitudinales prospectivas. Me referiré especialmente a los conocimientos adquiridos en el Estudio de Cambridge sobre el Desarrollo de la Delincuencia, que es un estudio longitudinal prospectivo de más de 400 varones de Londres con edades comprendidas entre los 8 y los 48 años (Farrington, 1995, 2003b). En general, los resultados obtenidos en las encuestas longitudinales británicas sobre delincuencia (por ejemplo, Kolvin et al., 1990; Wadsworth, 1979) concuerdan en gran medida con los obtenidos en estudios comparables de América del Norte (por ejemplo, Capaldi y Patterson, 1996; Farrington y Loeber, 1999), de los países escandinavos (por ejemplo, Klinteberg et al., 1993; Pulkkinen, 1988), y Nueva Zelanda (por ejemplo, Fergusson et al., 1994; Henry et al., 1996), y desde luego con los resultados obtenidos en estudios británicos que incluyen una muestra representativa (por ejemplo, Flood-Page et al., 2000; Graham y Bowling, 1995).

La razón principal por la que la criminología del desarrollo y del curso vital adquirió importancia durante la década de 1990 fue por el enorme volumen e importancia de la investigación longitudinal sobre la delincuencia publicada durante esta década. Tuvieron una particular influencia los tres estudios sobre «Causas y Correlatos» montados inicialmente por la Oficina de Estados Unidos sobre Justicia Juvenil y Prevención de la Delincuencia de Denver, Pittsburgh y Rochester (Huizinga et al., 2003; Loeber et al., 2003; Thornberry et al., 2003). Otros proyectos longitudinales importantes destacados en la década de 1990 fueron el Page 240 Proyecto de Desarrollo Social de Seattle (Hawkins et al., 2003), el estudio Dunedin de Nueva Zelanda (Moffitt et al., 2001), el estudio Experimental Longitudinal de Montreal (Tremblay et al., 2003), y otros análisis posteriores llevados a cabo por Sampson y Laub (1993) del estudio clásico de los Glueck.

Las teorías de la DLC tratan de explicar la delincuencia llevada a cabo por las personas (en contraposición, por ejemplo, a los índices de delincuencia de las áreas). La «delincuencia» se refiere a la mayor parte de los delitos comunes de hurto, robo, robo con violencia, violencia, vandalismo, fraude menor y utilización de drogas, y al comportamiento que en principio puede dar lugar a una condena en las sociedades industrializadas occidentales como las de Estados Unidos y el Reino Unido. La mayor parte de la investigación se ha centrado en los varones.

La delincuencia se mide comúnmente utilizando bien los registros oficiales de arrestos o condenas o los autoinformes de delincuencia. La cuestión clave es si se obtienen los mismos resultados con ambos. Por ejemplo, si ambos muestran un vínculo entre la supervisión parental y la delincuencia, es probable que la supervisión esté relacionada con el comportamiento delictivo (más que con cualquier parcialidad en la medida). En general, los delincuentes que cometen los delitos más graves de acuerdo con los autoinformes (teniendo en cuenta la frecuencia y gravedad) tienden a ser también los que cometen los delitos más graves de acuerdo con los registros oficiales (Huizinga y Elliott, 1986). En el estudio de Cambridge, los factores de predicción y correlatos de la delincuencia oficial y autoinformada fueron muy similares (Farrington, 1992c).

2. Desarrollo
2.1. Prevalencia

Aun cuando es medida por condenas, la prevalencia acumulativa de la delincuencia es sustancial. En el estudio de Cambridge, un 40% de los varones fueron condenados hasta la edad de 40 años (Farrington et al., 1998). De acuerdo con las cifras nacionales para Inglaterra y Gales (Prime et al., 2001), el 33% de los varones y el 9% de las mujeres nacidos en 1953 fueron condenados hasta una edad de 45 años por un delito de «lista estándar» (es decir, un delito más grave, excluidas, por ejemplo, las infracciones de tráfico y la embriaguez). La prevalencia de los delitos se eleva hasta un punto máximo en los últimos años de la adolescencia (entre los 15 y los 19 años) y luego desciende (Farrington, 1986).

Se han propuesto muchas teorías para explicar por qué los delitos (especialmente los cometidos por varones) alcanzan un punto máximo en los años de adolescencia. La explicación más popular pone énfasis en la importancia de las influencias sociales. Desde el nacimiento, los hijos se hallan bajo la influencia de sus padres, que en general desaniman a la comisión de delitos. Sin embargo, durante sus años de adolescencia, los jóvenes se apartan gradualmente del control de sus padres, y reciben la influencia de sus compañeros, que en muchos casos pueden animar a la comisión de delitos. Después de los 20 años, la delincuencia desciende nuevamente, ya que las influencias de los compañeros dan paso a un Page 241 nuevo grupo de influencias familiares hostiles a la delincuencia, que tienen su origen en las esposas y compañeras del sexo femenino.

Por supuesto, la prevalencia de la delincuencia de acuerdo con los autoinformes es aún mayor. En los estudios longitudinales a gran escala de Denver, Rochester y Pittsburgh, la prevalencia anual de los «delitos callejeros» (robo, hurto grave, robo con violencia, agresión con agravante, etc.) aumentó por debajo de un 15% a la edad de 11 años hasta casi un 50% a la edad de 17 años (Huizinga et al., 1993). De modo similar, en el Estudio Nacional sobre la Juventud de Estados Unidos, la prevalencia anual de la violencia autoinformada aumentó hasta un punto máximo del 28% para los varones de 17 años, y del 12% para las mujeres de edades comprendidas entre los 15 y los 17 años (Elliott, 1994).

2.2. Inicio y continuidad

La investigación sobre la carrera delictiva utilizando registros oficiales de delincuencia suele mostrar una edad máxima de inicio entre los 13 y los 16 años. En el estudio de Cambridge, la edad máxima de inicio estaba situada en los 14 años; el 5% de los varones fueron condenados por primera vez a esa edad (Farrington, 1992a). Las curvas de inicio hasta la edad de 25 años de varones de la clase obrera en Londres y Estocolmo fueron bastante similares (Farrington y Wikström, 1994). Las secuencias de inicio fueron estudiadas para delincuentes de Montreal por LeBlanc y Frechette (1989). Descubrieron que los hurtos en tiendas y el vandalismo tendían a suceder antes de la adolescencia (edad media de inicio de 11 años), el robo y el robo de vehículos de motor en la adolescencia (edad media de inicio entre los 14 y los 15 años), y los delitos sexuales y de tráfico de drogas en los últimos años de la adolescencia (edad media de inicio entre los 17 y los 19 años).

En el estudio de Cambridge, los varones que fueron condenados por primera vez a las edades más tempranas (entre 10 y 13 años), tendían a convertirse en los delincuentes más persistentes, que cometían una media de 9 delitos que dan lugar a condenas en una carrera delictiva de 12 años de duración, hasta los 40 años (Farrington et al., 1998). De modo similar, Farrington y Wikström (1994), utilizando los registros oficiales de Estocolmo, LeBlanc y Frechette (1989) en Montreal, utilizando ambos autoinformes y los registros oficiales, mostraron que la duración de las carreras delictivas disminuyó con el aumento de la edad de inicio. En general, es cierto que una edad de inicio temprana de conducta antisocial predice una carrera antisocial larga y grave (Loeber y LeBlanc, 1990).

En general, existe una continuidad significativa entre los delitos en un abanico de edad y en otro de los delitos. En el estudio de Cambridge, prácticamente las tres cuartas partes (un 73%) de las personas condenadas como delincuentes juveniles a edades comprendidas entre los 10 y los 16 años volvieron a sufrir condena como delincuentes juveniles entre los 17 y los 24 años, en comparación con tan solo un 16% correspondiente a aquellos que no fueron condenados como delincuentes juveniles (Farrington, 1992a). Prácticamente la mitad (45%) de los condenados como delincuentes juveniles volvieron a ser condenados entre los 25 y los 32 años, en comparación con tan solo un 8% correspondiente a aquellos que no fueron Page 242 condenados como delincuentes juveniles. Asimismo, esta continuidad en el tiempo no reflejó realmente una continuidad en la reacción de la policía contra la delincuencia. Para 10 delitos especificados, la continuidad significativa entre los delitos de un abanico de edad y los delitos cometidos en un abanico de edad posterior, fueron objeto de autoinformes así como de...

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