Concepto de malos tratos

AutorMaria José Azaustre Fernández

1. Introducción

El vocablo «maltrato», según diccionarios de la Real Academia Española, alude al maltratamiento, que a su vez es la acción de maltratar, tratar mal, hacer daño, y cuyos sinónimos pueden ser: atropellar, brutalizar, lapidar, molestar, vilipendiar, zamarrear, pegar o echar a perder.

Prácticamente el significado de esta locución se concreta en lo físico, no abarcando el cúmulo de agresiones violentas cotidianas y no sólo físicas, que son las que definen realmente nuestro objeto de estudio.

Hay quien define1 los «maltratos» o «malos tratos» como aquella «situación en que las mujeres reciben agresiones físicas (golpes, palizas, violaciones, etc., limitaciones de su movilidad, encierros, prohibiciones) y/o agresiones psíquicas (vejaciones, desvalorizaciones, humillaciones, etc.) por parte de sus cónyuges, de sus parejas o de sus exparejas. Muchas veces esta violencia se extiende a las posibles hijas e hijos en forma de palizas y también de violaciones y abusos sexuales. Estas agresiones habitualmente son reiteradas y en ocasiones pueden llegar al asesinato, entonces se puede hablar de terrorismo doméstico y de torturas».

También se entiende frecuentemente que uno de los sinónimos del maltrato es el término «violencia», que dentro de las ciencias físicas, derecho, moral o filosofía se refiere a situaciones de fuerza que se oponen a la espontaneidad, naturalidad, a la responsabilidad jurídica, a la libertad moral, etc. También se habla de violencia cuando el hombre desencadena un proceso de fuerza que contraría al espontáneo curso libre de otro hombre. Violencia equivale a aplicación de una «fuerza mayor» que pasa de un sujeto (violentador) a otro (violentado) produciendo una distorsión de la espontaneidad o de la libertad (violentación) del sujeto pasivo2.

Sin embargo, la definición de un acto como violento y su valoración social como tal, depende de un cúmulo de factores3: de quién realiza el hecho, de las razones y circunstancias que promovieron el acto, y de quién es el receptor de la violencia y el daño infligido y de la aceptación que tenga ese acto por la sociedad circundante.

A tenor de lo anteriormente dicho, la violencia no tiene porqué ser destructiva, pero aún siéndolo, puede incluso que esté institucionalizada y aceptada dentro de un determinado marco social.

Tal ha sido el caso de la violencia de género, la violencia basada en la superioridad de un sexo sobre otro; de los hombres sobre las mujeres. Una violencia que afecta a toda la organización de nuestra sociedad, por eso debemos analizarla dentro de ésta, al ser una expresión de la relación de desigualdad entre hombres y mujeres.

Es el abuso4, entendido como una modalidad de conducta que una persona ejerce habitualmente sobre otra, sin escuchar ni respetar mensajes como «no quiero», «ya no puedo más»; es el abuso físico o psíquico, que ejerce una persona sobre otra físicamente más débil dentro del núcleo familiar, es la violencia intrafamiliar.

Una noción de violencia que se ciñe más a nuestro objeto de estudio, sería la que la delimita5 considerándola como la utilización de la fuerza física o verbal para conseguir un fin determinado en un conflicto. La violencia así considerada es una acción destructiva que puede básicamente manifestarse en diversos tipos de agresiones:

1) La violencia psicológica tiene por efecto denigrar a una persona, se expresa a veces por una relación de castigo que consiste en ignorar la presencia del otro/otra o negar la comunicación. Se podría decir que es cualquier acto o conducta intencionada que produce desvaloración, sufrimiento.

2) La violencia verbal consiste en humillar a otra persona (en este caso pareja o miembro de la familia) con amenazas de desprecio, de intimidaciones o de agresiones físicas.

3) La violencia física comprende la vulneración de la integridad física: heridas, fracturas, quemaduras, palizas, etc. En general, hace referencia a cualquier acción no accidental ni inevitable que provoque o pueda provocar daño físico o enfermedad.

4) Finalmente la violencia sexual es una relación sexual influida, coaccionada o determinada por la violencia, es decir, una relación impuesta por el agresor6.

La violencia intrafamiliar, si bien desgraciadamente está institucionalizada, porque así hasta ahora ha sido aceptada por la sociedad como problema intrínseco o privado de la familia, es definitiva y trágicamente destructiva. La «violencia doméstica» o «violencia en la familia», fue definida durante el I Congreso de Organizaciones Familiares celebrado en Madrid, diciembre de 1987 como «toda acción u omisión de uno o varios miembros de la familia que dé lugar a tensiones, vejaciones u otras situaciones similares en los diferentes miembros de la misma», «toda situación que, sobrevenida en su seno, revele un quebranto o perturbación de la paz y las normales relaciones de convivencia y armonía que entre las personas que forman aquella deben presumirse existentes»7.

Esta definición es demasiado sutil para lo que realmente significa vivir en un

estado permanente de violencia psicológica, física o sexual, dentro del marco de la familia, considerándose ésta como generadora de unos vínculos de parentesco que condicionan la formación de una determinada unidad de convivencia. De ahí que resulte especialmente reprochable la conducta violenta que se da dentro de ella. No obstante, esta definición se concreta en mayor medida si lo ceñimos a la violencia contra la mujer. Una violencia generada igualmente por la desigualdad de poder, concretada en el género. La desigualdad social del hombre y la mujer reflejada en el marco familiar a través de golpes, gritos, insultos, amenazas, violaciones, abusos de todo tipo. Conducta habitual, por permanente y eterna, al estar aceptada por la sociedad desde siempre y para siempre, «así se dispuso» durante generaciones.

La violencia de género podría incardinarse en el marco de la violencia intrafamiliar, en la medida en que suele acontecer en el mismo ámbito privado o doméstico, pero su causa es la desigualdad de poder provocada por la desigualdad social de género.

La violencia intrafamiliar se caracteriza por darse en el ámbito doméstico entre personas unidas por una relación de parentesco, por unos lazos de poder desiguales: ascendientes, descendientes o tutelados. Durante muchos años se ha concebido como la legitimación del derecho de corrección, del que también formaba parte la mujer, por ser propiedad del hombre. La «debilidad natural» de la mujer la hacia diferente, un ser que precisaba de todo el control del hombre. La desigualdad que conllevaba era distinta a la del hijo o a la del ascendiente. La mujer debía servir al hombre, ya sea marido, padre o hijo. Las consecuencias del intento del hombre por mantener este poder, su derecho de propiedad sobre la mujer, son los malos tratos.

2. Agresividad y violencia

La agresividad es intrínseca al ser humano, pudiendo considerar como un impulso indispensable para el crecimiento, el desarrollo y la individualización de las personas, por tanto, no sólo conduce a la destrucción, sino también tiene una función de...

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