Procesos comunicacionales inclusivos en clínicas jurídicas: un aporte para el goce efectivo de derechos de personas con discapacidad

AutorSabrina Aguilera - Triana Kossmann
Páginas101-113

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"Frente a una cultura que legitima guerras de exterminio, que engendra neofascismos, que degrada los valores que nos vuelven humanos y obliga a quienes la aceptan a rendir honores al altar monoteísta del mercado; necesitamos recrear una cultura de la rebeldía, de la resistencia, de la memoria, de la solidaridad, de la diversidad, de la crítica, de la libertad"3

1. Introducción

En el presente artículo nos permitimos ensayar y problematizar algunos conceptos que se viven cotidianamente a nivel social y que, en consecuencia, se circunscriben dentro de una Clínica Jurídica. Desde esta mirada se intenta discutir el concepto de discapacidad, el peso de este imaginario en la formación de los estudiantes que son parte de la Clínica, tanto como los profesores y en las mismas personas con discapacidad que acuden a ella. Asimismo se pretende debatir el rol de educadores y educandos, para lograr concebir la enseñanza que tiene lugar en la Clínica como un proceso dialógico, entendiendo que todo lo que sucede en el marco de una Clínica Jurídica recrea imaginarios y puede profundizar ciertos prejuicios y estereotipos que se alejan de la perspectiva de la discapacidad desde los derechos humanos.

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En este mismo contexto, es imprescindible debatir el concepto de comunicación dentro de estos procesos, comprendiendo que cuando hablamos de comunicación no es posible seguir concibiendo el modelo emisor-mensaje-receptor, sino que es preciso considerarla en la raíz Comunicación/ Educación, concepto útil para denotar el entramado en el que, siendo con otros, se construyen sentidos y se forman los sujetos. Es decir, comprender la Comunicación/Educación como un sinfín de procesos donde se transversalizan los sentidos, las prácticas sociales, las luchas de poder. Son estas re-significaciones cuyo debate consideramos necesario para dimensionar las identidades que se ponen en juego en la práctica clínica.

Finalmente, será necesario recorrer la práctica clínica desde una perspectiva crítica asumiendo que, como en toda práctica social, allí también se trazan los rasgos identitarios de los sujetos que son parte de ella. El sentido pedagógico que allí se aborde será elemental para comprender los alcances y posibilidades de co-crear una verdadera comunicación inclusiva, y, a través de ésta, posibilitar el reconocimiento del otro como sujeto de derechos.

2. Desandando conceptos

Desde hace siglos, la discapacidad ha sido, y aun es considerada y vi-vida a través de diferentes perspectivas que llevan a entender a las personas con discapacidad como desechables, prescindibles, que deben ser rehabilitadas, normalizadas, asistidas. Lo que en todos los casos, de cualquier manera, significa excluidas.

Sin embargo, desde alrededor de los años ´70, a nivel social se ha iniciado un camino a través del cual se considera a la discapacidad como una cuestión de derechos humanos. De hecho, como afirma Agustina Palacios, el modelo social de discapacidad "se encuentra íntimamente relacionado con la asunción de ciertos valores intrínsecos a los derechos humanos y aspira a potenciar el respeto por la dignidad humana, la igualdad y la libertad personal, propiciando la inclusión social, y sentándose sobre la base de determinados principios: vida independiente, no discriminación, accesibilidad universal, normalización del entorno, diálogo civil, entre otros. Parte de la premisa de que la discapacidad es en parte una construcción y un modo de opresión social, y el resultado de una sociedad que no considera ni tiene presente a las personas con discapacidad"4.

Discapacitado, minusválida, incapacitado, inválida, rengo, loca, tonto, mogólica, invidente, enfermo, tullida, retrasado, especial, anormal, con capacidades diferentes, tarado, imposibilitada, lisiado...

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¿Qué sentidos estamos construyendo en torno a la discapacidad al utilizar términos como éstos? ¿Qué lugar ocupa la discapacidad en este imaginario? ¿Desde qué perspectiva nos estamos situando para nombrar a las personas?

Los parámetros sociales, médicos, económicos, culturales que se basan en esta mirada y que nombran con estos conceptos construyen focalizando en el déficit.

¿Qué construyen? Imaginarios, identidad, objetos/sujetos.

¿Dónde queda el otro en esa construcción?

¿Dónde queda el ser en esa identidad?

Al estar basada en el déficit, la mirada se centra en lo que la persona "no puede", casi rozando el límite de lo que la sociedad cree que "no debe", dado que la carga que se le ha puesto a la "incapacidad" es tal que se transforma en un indebido. Es tan determinante la anulación del sujeto, de su capacidad, que ante cada acción que refiere a "una posibilidad de" se lo anula, se perpetúa esa anulación.

Y es también en este sentido en que la persona queda en el lugar de objeto de la asistencia, donde es otro el que permite o niega, donde es otro el que decide, es otro el que reclama, otro el que incluye o excluye.

Repensar esta forma de nombrar podría ser un inicio para un cambio de mirada, en la cual se reconozca al otro desde su forma de ser-estar en el mundo, en su diversidad, como sujeto de derechos, como ser activo y en plena participación en su configuración personal.

Sin embargo, no es posible construir procesos de resignificación de esa otredad sin valorar críticamente el sentido desde el cual estamos cimentando nuestro imaginario. Es decir, sin reconocer que la construcción de ese déficit se hace indefectiblemente desde una perspectiva de la normalidad que considera a la persona con discapacidad como deficitaria, anormal en función de cierto estándar promedio.

Tal y como lo entiende Butler, "La normalidad es la medida del mundo y del Hombre. Nos encontramos, así, con la dimensión productiva de las normas, las cuales producen cuerpos a su medida, fabrican un tipo de individuos ajustados a los límites, útiles, productivos y capaces de adaptarse a los requerimientos de la inserción productiva en un mundo normal. Todo aquello que no sigue esa norma es señalado, separado, castigado, expulsado a ´territorios de exclusión´"5.

De este modo, es preciso comprender que cuando construimos desde la perspectiva de la normalidad entendemos a las personas dentro del

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proceso de producción de un sistema que se sustenta a través de prácticas enfocadas en el rendimiento, que segmentan en base a las reglas del mercado.

En este sentido, vale considerar que más del 90 por ciento de las personas con discapacidad quedan excluidas del mercado laboral por "no contar con" las aptitudes necesarias para desenvolverse en un sistema competitivo. De este modo, quedan, en su mayoría, relegadas a un sistema de talleres protegidos y a su no reconocimiento como trabajadores6.

Tampoco se suele tener en cuenta que las personas con discapacidad han sido y son excluidas del sistema educativo, bajo este mismo precepto de la productividad y el rendimiento, lo cual decanta a una situación de mayor exclusión del sistema que asume como uno de sus requisitos básicos la obtención de un cierto nivel académico.

Pero también, esta idea de lo normal se asocia a lo extraño, lo ajeno, lo infrecuente, lo excesivo, lo incompleto. Cabe preguntarnos entonces, ¿a qué óptica responde esta noción de la normalidad? Se trata de una construcción basada en la lógica de las mayorías, una construcción hegemónica: el 90 por ciento de la población mundial no tiene una discapacidad7.

De la misma manera, todo aquello que consideramos normal se relaciona directamente con la idea de lo natural, ser normal es, entonces, inherente a la naturaleza humana: por ejemplo dos piernas, dos brazos, el sentido de la vista, el sentido del oído. En esta noción, lo que no funciona de esa manera queda fuera de lo normal y natural.

Para ser normales debemos ser productivos;

Para ser normales debemos circunscribirnos al estándar de la mayoría. Para ser normales debemos ser acordes a la "naturaleza";

Este deber ser = ser normal es entonces una idea que se construye, desde éstas y muchas otras posibles variables, y se reconstruye permanentemente8.

Por todo ello, las reglas sociales construidas a partir de la noción de normalidad excluyen, es decir erigen moldes que dejan fuera a aquellos otros que no cumplen con el estándar. Y es a partir de éstos que las sociedades se cimientan sobre parámetros de segmentación y, junto con ella, sus...

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