Ciudadanía y vivienda. Encrucijadas del estado de bienestar y retos comunitarios

AutorOctavio Vázquez Aguado/Fernando Relinque Medina
Páginas59-78

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1. Introducción

Las relaciones entre ciudadanía y vivienda están mediadas por las políticas públicas orientadas a los temas habitacionales. Esto que parece obvio, una vez se concibe como un campo social objetivo manifiesta tal cantidad de relaciones mutuamente imbricadas que más allá de referirse a directrices, normas, programas, ayudas, subsidios, incentivos de vivienda, etc., parecen ser asuntos que bien podrían pertenecer —sin ser una lista acabada de direcciones— a lo financiero, arquitectónico, laboral, territorial u ocupacional, recayendo siempre, al final de cualquier trayectoria que se elija, en alguna manifestación dentro de la variada gama de modos de vida domésticos y públicos existentes entre una población, cuya diversidad da, además, un plus de complejidad. Para decirlo en otras palabras, según la forma como se entienda la política de vivienda se afectará directamente la vida cotidiana de las personas en su singularidad —presupuestal, organizacional, emocional, estética—, bien individual, o familiar (atendiendo a su especificidad estructural-funcional), o comunitariamente (sea vecinal o sea una comunidad más amplia). Pero también generará problemas al Estado de Bienestar e impondrá nuevas tareas a las comunidades.

La identificación y comprensión de las relaciones en el campo de la vivienda que, además de ser múltiples, varían; dependerá del punto de vista que las conciba,pues cada resultado investigativo pondrá en evidencia una singularidad concreta, no una totalidad, entre las distintas situaciones objetivas que en el campo habitacional se producen. De ahí que en este capítulo interese trasladar una visión general y operativa de las políticas públicas con arreglo a las posibilidades de intervención y ayuda social, función que aglutinan los operadores de políticas de primera línea como son la/os trabajadora/s sociales, de manera que, además, sea posible mostrar cómo la investigación de la que es fruto este trabajo ha atravesado el modo de pensar las relaciones entre ciudadanía y vivienda1.

Se esbozará un marco de análisis que redimensione la perspectiva social de la vivienda, el cual permitirá reinterpretar la problemática derivada de la gestión del parque público de vivienda2y los problemas sociales derivados de

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la crisis inmobiliaria, que por afectar a una población significativa que no hace uso de la «vivienda social» debería tenerse en cuenta dentro de los alcances de una política social ampliando su espectro de atención. Para ello se abordaran dos temas: el campo habitacional y sus corolarios (vivir-en, campo, dispositivo y trabajo social); y, los ámbitos de relación entre ciudadanía y vivienda (políticas, derechos, ordenamientosy cultura de la vivienda). Con base en ellos, una vez tamizados por el contextode la crisis, se presentarán las encrucijadas y los retos al bienestar y a la comunidad.

Con dificultad se podría hablar de las políticas de vivienda si se evita incorporar en el análisis los efectos dela llamada «crisis inmobiliariaespañola». ¿Existe relación entre ciudadanía, vivienda y la burbuja inmobiliaria, en consecuencia, entre política de vivienda y crisis financiera?; ¿dicha crisis comprometeal Estado de Bienestar y al Estado Social de Derecho?; ¿puede entenderse una crisis en materia habitacional como una crisis del Estado de Bienestar?; ¿una crisis habitacional del Estado de Bienestar sería interpretable como una crisis del Estado Socialde Derecho? (cfr. Lorente, 2011)

Si las políticas públicas son «…todo lo que los gobiernos deciden hacer o no hacer» (Dye, 1995, p.2),entonces la crisis ha sido efecto de una política pública por presencia, ausencia o limitación. A lo mejor la respuesta no se pueda desplegar como se quisiera en este espacio, pero la importancia de las preguntas es decisiva para empezar a entender, y quizás para comenzar a desarrollar estrategias interpretativas basadas en el campo habitacional sobre los acontecimientos sucedidos en él y los mecanismos desplegados en respuesta. No obstante la limitación de presentar respuestas rotundas, sí se tiene con dichas preguntas, el acceso a la diacronía en materia de vivienda de tal modo que es posible identificar hitos, cambios, procesos e historias, que nos permitan hacer visibles algunas encrucijadas y retos inherentes al campo habitacional.

Lo cierto es que la crisis ha propiciado una nueva movilización que ha renovadola conciencia ciudadana sobre el vivir con dignidad; vivienda es vivir-en, fundamento del derecho humano a la vivi-enda. También ha sido la crisis la que ha coadyuvado a leer la política de vivienda como dispositivo y ha propiciado la apertura hacia el análisis discursivo de los contenidos que han quedado visibles en las normas, planes y programas asociados a ella, lo cuales a su vez ha develado el campo de juego en el que se disputan muchos intereses, en medio de los cuales ha quedado la ciudadanía como afectada. No es por casualidad que una de las más activas plataformas ciudadanas en

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materia habitacional lleve en su nombre el término «Afectados», Plataforma de Afectados por las Hipotecas, PAH.

2. El campo habitacional y sus corolarios

La utilidad del campo habitacional y sus corolarios radica en su capacidad para hacer visibles los juegos, estrategias, intervención de fuerzas, y agentes que se debaten en la lucha por ocupar un sitio del campo y posicionarse en él. Interesa en este apartado dar un sentido teórico que contribuya a la explicación de las tensiones, contradicciones y complejidades que surgen en lo habitacional, las cuales parecen desbordadas con los últimos acontecimientos de las crisis. Serán útiles los conceptos vivir-en, campo habitacional, dispositivo de vivienda y Trabajo Social que encuadran a los agentes interesados en interactuar en el campo y posibilitan su objetivación. Así pues, vivienda, campo y dispositivo son a la vez, fuente y parte de lo que acontece en lo habitacional; lo producen, definen y redefinen progresivamente3.

2.1. «Vivienda viene de vivir»

En el español la palabra vivienda cuya etimología se puede rastrear en viv?r, que es vivir4, no está pensada, ni menos vinculada con la ciudadanía. Es desde luego distinta a la inglesa housing, a la francesa logement, y a la italiana alloggio. Queda sin ser tratado el significado de living. Hablar del lugar (casahogar-residencia), o del emplazamiento (edificación, inmueble, construcción, residencia), o de la función (alojamiento) no es lo mismo que hablar del modo de vivir, aunque tal acepción esté en desuso para el redactor de esa entrada en el diccionario. Parece ser que la interpretación desde los derechos humanos, rescata la vivienda como vivere, noción fundamental para la vida digna de las personas que consignan tales derechos y activa la posibilidad de ayuda social cuando el modo de vida es resquebrajado, dando entrada a los trabajadores sociales como agentes legítimos del campo habitacional.

No es menor este desplazamiento que va del establecimiento «casa» al «lugar en que se vive»; consiste en pasar de la casa edificio a la casa habitación, y de ésta, a la casa en la que se vive o vivienda. Ésta última, la vivienda

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en sí, despliega la vitalidad no el bios, no el zoos, la vita, que se quiere recuperar. La vitalidad que abarca las demandas fundamentales como persona, y las derivadas que son territorializadas (hechas lugar y residencia) y funcionalizadas (en forma de alojamiento y cobijo). Habitar se convierte en acción territorial para la ocupaciónde un espacio para vivir, como si se dijese colonizar o cultivar, términos estrechamente ligados a lo cultural del vivir, dimensión no ligada en la política habitacional hegemónica que gestiona la administración del residir. La vivienda es el lugar en el que se realizan los distintos modos de vida de una sociedad o de una comunidad, el locus de la reproducción social, no solo donde se recibe cobijo o donde se pernocta5.

El lenguaje cotidiano pregunta «¿dónde vive usted?», mientras que el lenguaje burocrático, desposeído de toda subjetividad lo que pregunta imperativamente, como en los pasaportes, es por el «lugar de residencia» queriendo obtener por respuesta las coordenadas de un sitio que le es más funcional a su racionalidad. La intención de sustituir vivienda por residencia, subjetivamente poderosa, busca romper el vínculo con lo vital —que al menos entre hispanos— estaría en resistencia con la inevitable respuesta «vivo en». No es difícil encontrar en los aeropuertos o en alguna dependencia administrativa a alguna persona que pregunta «¿residencia?», y alguna otra que le refuerza: ¡si, donde usted vive! No es, pues, un mero matiz semántico aquel que acusa la diferencia entre residir y vivir; tal vez por ello nuestro idioma nos ha legado, como se ha insinuado, la palabra «vivienda» para designar lo que en otros idiomas sería más técnico y comercial que vital.

2.2. El campo habitacional

Para lograr una comprensión de las relaciones entre ciudadanía y vivienda se recurre al concepto bourdieuano de campo social, y a su matriz metodológica que consiste en que todo aquello pensado o descrito en el campo

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debe ser constatado en la realidad, y todo lo que la realidad manifieste del campo debe estar objetivamente encuadrado en él. De ese modo las relaciones entre ciudadanía y vivienda son unas relaciones específicas y objetivas del campo habitacional, que es el espacio de la vida social que explica el porqué de las condiciones que le...

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