La burla del "siglo de oro" contra el personal de la curia

AutorModesto Barcia Lago
Cargo del AutorDoctor en Derecho, Licenciado en Filosofía y en Ciencias Políticas
Páginas387-396

Page 387

Del hostil predicamento social hacia el mundo de la justicia son buena muestra un soneto burlón incluidos en las "rimas humanas y divinas del licenciado Tomé de Burguillos" que reflejan la actitud de Lope de Vega, buen conocedor de los intríngulis judiciales, a los que sus excesivas aficiones a arriesgados amoríos y conflictos familiares le llevaron, y probablemente relacionado, según sugiere PÉREZ BUSTAMANTE800, que recoge el segundo de los que aquí transcribimos, con el Dr. Ascensio López, fundador y primer Decano de la Congregación de los abogados de Madrid, como ya quedó dicho más atrás. En uno, el elogio otorgado a su abogado Don Juan Valdés, calificándole de "Alciato español" -remedando al famosísimo juris-consulto italiano autor de los celebérrimos "Trattati degli Emblemi", muy difundidos por toda Europa y con repetidas ediciones en España hasta fines del siglo XVIII-, no oculta la ironía con que se contempla la acción del profesional en una curia insana:

Digna siempre será tu docta frente, Alcïato español, del verde engaste; venciste para mí, don Juan, triunfaste, y mi fortuna lo contrario intente. ¡Qué claro, qué erudito, qué elocuente Page 388 al senado católico informaste!, en cuya heroica majestad mostraste tus letras y elocuencia ilustremente.

Premio tendrás, que hables o que escribas, del senado real, cuando sus puertas el parabién de vencedor recibas.

Las leyes vivas siempre fueron ciertas, mas ¿qué importan, don Juan, las leyes vivas en pleito donde están las dichas muertas?801.

En la otra, se muestra aún más atrevido e irreverente en su descreimiento en la funcionalidad del sistema de justicia:

Pleitos, a vuestros dioses procesales confieso humilde la ignorancia mía, ¿cuándo será de vuestro fin el día?

Que sois, como las almas, inmortales. Hasta lo judicial perjudiciales, haceis de la esperanza notomía que no vale razón contra porfia donde sufre la ley trampas legales. ¡Oh monte de papel y de invenciones! Si pluma te hace y pluma te atropella ¿qué importan Cinos, Baldos y Jasones? ¡Oh justicia, oh verdad, oh virgen bella! ¿Cómo entre tantas manos y opiniones puedes llegar al tálamo doncella?802

La burla, desde luego, da en la diana de un entramado procedimental complejo y farragoso, que posibilitaba múltiples corrupciones de la pluralidad de intervinientes, desde los jueces y oidores, hasta los relatores, escribanos, alguaciles, procuradores, y, claro está, también los abogados. En este contexto, el propio Lope no dejó de Page 389 zaherir cruelmente a concretos curiales del orden inferior, como en el soneto dedicado "a la muerte de un pernicioso alguacil", que había declarado contra el poeta en uno de sus procesos por libelo:

Paso, quedito, paso, no despierte,

Que está debajo de esta losa fría

El infame soplón Diego García,

Alguacil de la corte y de la muerte.

Nació con buena aunque de baja suerte, De viles padres de nación judía.

Huyó de noche y espantó de día,

Cobarde en armas y en prisiones fuerte. Puso en prisión su padre y sus amigos; Prendió ladrones, siéndolo en extremo; Fue perseguir hidalgos su regalo;

Hizo mil causas, indusió testigos

Y, cuando le esperaba horca o remo,

Vino la muerte y escusole el palo803.

El inclemente ditirambo, que lamenta que el fallecimiento del desgraciado agente del juzgado le hubiese salvado de ser condenado a la horca o a galeras, no era, desde luego, una excepción del rencoroso poeta.

También buen conocedor en carne propia de los entresijos de los tribunales, el mordaz ingenio de Francisco de Quevedo y Villegas, dejó, asimismo, constancia de su inquina contra los ínfimos curiales, alguaciles y corchetes, "que son podencos del verdugo", según los calificaba804, y cuya venalidad y bajeza moral eran proverbiales, siendo odiados por el vulgo, por ser los que "soplaban", es decir, delataban y denunciaban, frecuentemente con falsos testimonios, y prendían a los justiciados, haciéndolos objeto de sus abusos. En la "Premática del tiempo" no ahorró descalificaciones:

Item, mandamos que el que matare corchete o soplón (gozque de las regatonas, bufoncillo de los tinientes, trasto de la repú-Page 390blica, que embaraza y no sirve, y puñal del demonio) u otro cualquiera ministro de los allegados a falso testimonio, le sea lícito desollarle y andar con el pellejo en las manos entre los pleiteantes, para que le dé cada uno un tanto, como hacen los que tienen ganado con el que mata un lobo, advirtiendo y mandando estrechamente a quien tal hiciere, que no diga viene de matar un hombre, sino de despabilar una vela de a dos, que ardía en daño de muchos y se consumía entre sí misma805.

El relato del buscón Don Pablos en la cárcel es crónica de la corrupción, que las monedas del afligido engrasan, desde el alguacil al alcaide, hasta que consigue salir con el arreglo de un estimulado escribano, y el relator, dice, "no se descuidó porque mudó tono, habló quedo y ronco, brincó razones y mascó cláusulas enteras"806, infidelidad proverbial de que ya acusara Lisias al grammateos Nicómaco807.

No más piadosa es la descripción de Mateo Alemán, que en su "Guzmán de Alfarache" tacha a los alguaciles de desvergonzados y de calumniosos, atribuye a los corchetes toda clase de vicios y bellaquerías, a los alcaides y carceleros los mayores abusos y arbitrariedades, y no se olvida de zaherir la venalidad de jueces y escribanos, descalificando globalmente el aparato forense, donde "la calle de la justicia es ancha y larga", rogando, como una jaculatoria, que "líbrete Dios de juez con leyes de encaje y escribano enemigo o de cualquiera dellos cohechado"808.

De la perversidad del juez pesquisidor con sus ángeles de guardia, escribano y...

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