Aspectos psicosociales

AutorEva Gutiérrez Hernan - Francisco Corzón Pereira
Cargo del AutorPsicóloga y Antropóloga - Antropólogo Social y Cultural
Páginas257-306
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XII.
ASPECTOS PSICOSOCIALES
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Psicóloga y Antropóloga
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Antropólogo Social y Cultural
A pesar de ser una voz a la que de inmediato dotamos de conte-
nido y signi cación (tal vez por estar incorporada en todas las facetas
y aspectos de nuestra existencia), la familia siempre ha estado sujeta
a cambios y reformulaciones, ya bien sea por cuestiones azarosas de
la Historia, adaptación al medio físico o imposición desde los esta-
mentos del poder civil y eclesiástico.
En el presente capítulo, es nuestra intención, subrayar la impor-
tancia que tiene abordar la institución de la familia desde un enfo-
que psicosocial. En primer lugar, porque aúna en su metodología las
herramientas precisas para acometer una buena gestión del con icto
en situaciones de mediación familiar y en segundo lugar, y suscribien-
do lo que a rmaba Rom Harré en “El ser social”, porque “es en la inter-
sección del individuo y sus colectivos donde está por hacer el trabajo más
interesante y signi cativo, al efecto de comprender el modo en que el orden
social se genera” (1982:20).
Lejos quedan aquellos primeros trabajos antropológicos,
etnográficos y sociológicos en los que, influenciados por una
corriente evolucionista de pensamiento, se presuponía que “el
matrimonio y la familia habían surgido de la promiscuidad primitiva a
través de diversas formas de matrimonio plural, hasta llegar a la mono-
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gamia” (Bottomore, T. B. 1978: 214). A las sociedades “primitivas”
(designación que, por fortuna, hoy en día se ha desterrado) se les
adjudicaba un estadio “larvario” y poco evolucionado de aquellos
otros modelos familiares, propios de sociedades supuestamente
“más avanzadas y complejas”, sociedades de las que, por supuesto,
formaban parte los autores. Claro ejemplo de ello es el seminal
trabajo del suizo Jakob Bachofen, “Mutterrecht” (Derecho mater-
no) (1961), en el que se establece la hipótesis de “la prioridad de la
descendencia matrilineal y su conexión con los niveles inferiores de la
cultura primitiva”. Según Bachofen, dado que la promiscuidad rei-
naba en estas sociedades, resultaría prácticamente imposible
determinar cuál era el padre progenitor, concluyendo, por consi-
guiente, que la línea materna era el eje principal entorno al que
se articulaba la familia y demás relaciones parenterales (Bottomo-
re. 1978:215).
En la segunda mitad del  y primera del , asistimos a un
auge en la producción de estudios sobre la estructura del parentesco,
con rmándolo como uno de los grandes campos de investigación
dentro de la Antropología y la Sociología (básicamente británica y
americana). Este impulso, a veces de marcado talante legalista (véase
Sistemas de consanguinidad y a nidad de la familia humana” de Henry
Morgan, 1864), será el que marque el punto de partida para poder
determinar cuáles son los rasgos distintivos de la familia según en
qué tipo de sociedad nos encontremos.
En líneas generales y a modo de síntesis, se podría decir que la
mayor parte de las de niciones que se han propuesto para la familia,
incorporan cuatro factores a tener en cuenta:
• Reproducción.
• Producción.
• Consanguinidad.
• Espacio físico compartido por sus integrantes (casa-lar-hogar).
G. Peter Murdock (en “social Structures”,1949), presenta de esta
guisa su noción de familia: “la familia es un grupo social caracterizado por
una residencia común, cooperación económica y reproducción. Incluye a adul-
tos de ambos sexos, dos de los cuales mantienen una relación sexual social-
mente aprobada, y uno o más niños, propios o adoptados, de los adultos que
cohabitan sexualmente”.
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De igual forma (treinta años después) K. Gough incide en estos
mismos aspectos: “la familia es una pareja casada o cualquier otro grupo
de adultos emparentados que cooperan económicamente y en la crianza de
los niños, y que comparten una residencia común” (en “origin of the
family”. 1975: 52). No obstante, los factores citados con antelación
no se postulan como características de nitorias de lo que se entien-
de por familia sino, más bien, como instrumentos de análisis, coor-
denadas o hitos primarios a través de los cuales poder constatar la
heterogeneidad de la familia en nuestra sociedad. La necesidad de
establecer un paradigma universal e irreductible de la familia, en
muchos casos defendiendo exclusivamente su biogénesis, acabó
siendo teóricamente insostenible (autores como Malinowski y E.
Parsons se mostraron contrarios o al menos escépticos con este
planteamiento).
En la actualidad resulta complicado defender ciertos modelos
que se consideraban universales, como la familia nuclear (también
denominada estricta o conyugal), máxime cuando hay formas que
desafían su “morfología”. Sin embargo, es un standard que ha sido
aceptado por prácticamente todos los grandes especialistas de la
materia. E. Durkheim, T. Parsons o P. Laslett, señalan a la familia
nuclear como estructura elemental y básica de toda organización
social. G.P Murdock, uno de los grandes pioneros de la Antropolo-
gía del parentesco, sentenciaba que la familia nuclearcomprendía a
un hombre y mujer casados y a su prole, aunque en casos dados pueden
residir con ellos más personas” para añadir después: “el lector reconocerá
al punto a esa familia nuclear como la que reconoce su propia sociedad con
exclusión de otros tipos. Sin embargo, entre la mayoría de los pueblos de la
tierra, las familias nucleares se combinan, como los átomos en la molécula,
para formar agregados más grandes” (1949: 1-2). Los problemas apare-
cen cuando se intenta incorporar a este y a otros conceptos (familia
troncal, matrimonio, unidad doméstica etcétera) casos como el de la
Unión libre de los Nayar (India), donde las mujeres “se emparejan,
normalmente de forma pasajera, con hombres de su elección, desprovistos de
derechos sobre su progenie” o los Matrimonios entre mujeres de los Nuer
(Africa), que no implican relaciones homosexuales (ver “Some
aspects of marriage and the family among the Nuer” de Evans-Pritchard)
o los Matrimonios Fantasma, en los que un hombre representa a un difun-
to junto a su esposa, y la familia así constituida lleva el nombre del difunto

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