El papel de la I+D en la Asociación Euro-Mediterránea: una visión desde Europa meridional

CargoDirector de la Oficina de Ciencia y Tecnología de la Presidencia del Gobierno Español

La UE ha expresado oficialmente un creciente interés en el apoyo a los países mediterráneos no pertenecientes a la Unión mediante la puesta en marcha de varias iniciativas cuyo objetivo es estimular la colaboración en la región del Mediterráneo. La cooperación entre la UE y otros países mediterráneos comenzó en los años 70, es decir, bastante antes del proceso iniciado durante la Conferencia de Ministros de Asuntos Exteriores celebrada en Barcelona a finales de 1995. Sin embargo, a principios de esta década ya estaba bastante claro que las concesiones comerciales y la ayuda financiera que caracterizaron los acuerdos de cooperación durante los años 70 y 80 no habían conseguido el objetivo de impulsar un desarrollo socioeconómico vigoroso en la mayor parte de los países del Mediterráneo Meridional y Oriental (Southern and Eastern Mediterranean Countries, SEMC). Por eso, en el marco de la Política Mediterránea Renovada (1992), la Conferencia de Barcelona introdujo por primera vez el concepto de "Asociación" en relación con objetivos concretos entre los que se encuentran, entre otros, "el establecimiento de una zona de prosperidad compartida", constituyendo el Área de Libre Comercio Euro-Mediterránea para el año 2010. "Asociación" implica ya una participación activa de todos los actores -países pertenecientes a la UE o no- para alcanzar los objetivos fijados.

A pesar de las dificultades de todo tipo a las que tuvieron que hacer frente los 27 países que participaron en el reto histórico de poner en marcha el "proceso de Barcelona", esto tiene que considerarse como el primer paso necesario para crear condiciones estables y pacíficas en la región, y también para conseguir el desarrollo sostenible para todos los seres humanos que viven en el área que se extiende desde Helsinki hasta Casablanca y desde Lisboa hasta Amman.

Una de las iniciativas más importantes lanzadas por la UE es MEDA, destinada a fomentar el desarrollo socioeconómico en diversos sectores bajo una perspectiva regional. Sin embargo, el desarrollo socioeconómico de los SEMC es una cuestión muy compleja. El éxito depende de muchos factores diferentes; algunos de ellos tienen que ver con la estructura general y la modernización de la economía y la forma en la que interaccionan los agentes locales, nacionales e internacionales; otros, con el nivel de formación de sus recursos humanos o con la capacidad de las infraestructuras y su diseminación en la región.

Pero éstas son solamente piezas dispersas de un rompecabezas más extenso y más complejo, en el que todos los elementos anteriormente mencionados se mantienen unidos por los imperativos culturales y sociales que explican las dificultades para acelerar el proceso de innovación y la adaptación a nuevos productos y servicios en la sociedad de los SEMC. La fuerte interacción entre ellos excluye el diseño de iniciativas aisladas, incluso cuando en otros contextos hayan resultado útiles. Los avances socioeconómicos se deberían perseguir en todas las perspectivas implicadas. En términos generales, de perspectivas reducidas no van a salir soluciones mágicas y la I+D es una de las áreas que requieren una perspectiva más amplia.

A pesar de las grandes esperanzas puestas en la prioridad para establecer programas de investigación y desarrollo como catalizadores de la innovación, en el pasado se encontraron muchas dificultades prácticas para implicar a políticos y grupos académicos e industriales de ambas riberas del Mediterráneo. No existe todavía una colaboración efectiva entre los países asociados europeos y mediterráneos para conseguir una base sólida para una cooperación a largo plazo.

Esta situación nos obliga a redefinir el papel de las políticas de investigación y desarrollo desde un escenario general y también en sectores específicos. El caso de la Sociedad de la Información es un buen ejemplo, en el que la colaboración mencionada anteriormente podría dar lugar a valiosos resultados, por lo que lo trataremos en detalle.

El enorme progreso de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) acumulado en la última década y su amplio impacto sobre la sociedad ha dado lugar al término "Sociedad de la Información", para describir la sociedad del siglo XXI. Su relevancia en muchos sectores económicos y sociales diferentes, en los que las TIC son el componente básico de la competitividad, es responsable de la gran atención que los gobiernos de todo el mundo han prestado a su desarrollo. Los SEMC no son una excepción.

La principal diferencia entre los servicios y los productos de la Sociedad de la Información y sus tecnologías asociadas, respecto a otras disciplinas, es la capacidad para utilizar las propias TIC como mecanismo para acelerar el progreso saltando pasos intermedios. En otras palabras, la principal ventaja de las TIC es su capacidad para utilizar los productos y servicios más recientes, sin pasar por las etapas intermedias. De aquí se deriva un impulso crucial para la innovación. Otro elemento importante es el impacto horizontal de las TIC en otros sectores tecnológicos (como manufactura, energía, educación, etc.). Nunca en la historia de la humanidad tuvo una tecnología la capacidad potencial que muestran las TIC hoy en día.

En este contexto en el que se persigue la estabilidad política, el rápido desarrollo socioeconómico y una clara visibilidad del proceso, la UE puede justificar el coste de programas como MEDA y la prioridad otorgada a diversos campos de aplicación. La sinergia entre educación, tecnología e innovación debe desempeñar un papel importante en la mejora de los niveles de vida. Estos inputs también serán necesarios para desarrollar una actividad económica que complemente, y no suscite conflictos con la UE. Asociación es la palabra clave.

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