Aproximaciones al tratado de libertate ecclesiastica de Juan López de Segovia

AutorSalustiano de Dios
Páginas257-295

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I Datos sobre la vida y obra del autor

Lo que me propongo en este trabajo, efectuado en homenaje al profesor José María García Marín, maestro de historiadores del derecho, es poner el acento en un tratado de Juan López de Segovia sobre la inmunidad eclesiástica, muy poco reconocido, pese al significado del mismo para el estudio de las relaciones entre libertades eclesiásticas y poder civil en la llamada época moderna, que en el caso de los juristas castellanos, desde el último tercio del siglo XV, con los Reyes Católicos, se orientaban en una dirección regalista, muy distinta a la mantenida por el canonista segoviano en este reinado, según se verá. Claro que, para apreciar mejor su doctrina, y situarla en el debido contexto, no sobrará que comencemos dando algunas notas acerca de la vida y obra del autor, que ya avanzamos, no siempre son de fácil verificación, sobre todo en relación a los aspectos biográficos, sin olvidar lo relativo a sus escritos, porque las fuentes impresas, a las que únicamente hemos acudido, están plagadas de imprecisiones y contradicciones1. Pero algo diremos, pues las dificultades no sirven de excusa para la tarea de enfrentarse con su exposición; cosa distinta es si logramos llenar alguna laguna sobre el particular2.

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¿Qué sabemos de su vida? Muchos aspectos son objeto de controversia en torno a ella, según venimos avanzando, aunque una cosa no lo es, el lugar del nacimiento del autor, Segovia, ciudad con la que quedaría vinculado para siempre su apellido López. En cambio, la fecha del natalicio es más debatida, porque si bien la mayor parte de escritores se inclina por el año de 1441, por la lectura del epitafio de su sepultura romana, no faltan los que sitúan su llegada al mundo en 1430, o en 14403. Y al parecer, lo que no es secundario para ahon-

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dar en su posterior trayectoria, nació en el seno de una familia judía conversa, dedicada al oficio de los mercaderes y vinculada a la segoviana iglesia de Santa Columba(o Santa Coloma)4.

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¿Qué estudios llevó a cabo? Todo parece indicar, como lo señalan con unanimidad sus biógrafos, que las enseñanzas de primeras letras y gramática las recibió en su ciudad natal, tras de lo cual, por iniciativa de su entorno familiar, se fue a Salamanca a estudiar jurisprudencia, en su vertiente de derecho canónico, una rama de saber, que además de ciencia, y cátedras en la propia Universidad, capacitaba al canonista para poder desempeñar en el futuro cargos relevantes al servicio de la iglesia y de la monarquía. Una vez en Salamanca, se graduó de bachiller, licenciado y doctor en decretos, es decir, que obtendría todos los grados académicos de cánones, lo que pocos estudiantes se permitían el lujo de adquirir por lo costoso de los grados y de la larga estancia en la ciudad, pero que en su caso, además de por su aptitud académica, vendría facilitado, en nuestra opinión, por la posición social de la familia, de mercaderes, y por los beneficios eclesiásticos que desde estudiante comenzaba a acumular Juan López5. Hay datos que inducen a confirmar estas aseveraciones de los grados6, al igual que poseemos alguna información de los intentos del autor por introducirse en la academia salmanticense como catedrático de cánones, aunque debieron de fracasar con estrépito, sin que sepamos bien las causas7. Asimismo podemos ma-

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tizar que a pesar de que realizase estudios y oyese lecciones en ambos derechos, cánones y leyes, conforme era usual en Salamanca entre los juristas de uno y otro derecho, el título de doctor lo era por Decretos, contradiciendo el doble doctorado que se le atribuyera desde sus tiempos en la catedral de Segovia hasta el momento mismo de su sepultura, en el epitafio de la misma, para alabanza de la sabiduría del deán, como ocurría con otros muchos supuestos de letrados, sobre todo en Italia, donde a los juristas se les asignaba con gran facilidad la condición de doctor en derecho civil y canónico, utriusque iuris doctor, en su versión latina8. E igualmente se debe apuntar que su formación de canonista fue muy sólida, conforme revelan sus escritos y podríamos ratificar probablemente, si se conservase, por la selecta biblioteca que llegaría a reunir. No cabe olvidar, en todo caso, que en sus tiempos de preparación como canonista Salamanca comenzaba a despuntar en la enseñanza del derecho, así lo atestigua el nombre de un relevante y longevo profesor de cánones, Juan Alfonso de Benavente, de quien sin duda recibió lecciones Juan López de Segovia durante varios años, como otros coetáneos suyos9. Pero poco más nos atrevemos a decir de su etapa salmantina10.

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En cualquier caso, a pesar de lo poco que conocemos de su estancia en Salamanca, sí podría presumirse, por su espléndida formación y grado de doctor en decretos, que le esperaba una prometedora carrera a Juan López de Segovia, que sin embargo, como sus cátedras, se iba a ver muy ensombrecida y en gran medida frustrada11. Si bien, de inicio, no parece que le salieran tan mal las cosas al joven clérigo segoviano, porque además de obtener un beneficio perpetuo en su iglesia de santa Columba fue nombrado canónigo del cabildo de la catedral segoviana y casi de seguido deán del mismo cabildo, cargo que mantuvo hasta el final de sus días. Probablemente sería deán antes de finalizar 1469, momento de su primera ida a Roma, por encargo de su obispo, Juan Arias Dávila, que también había sido deán de la catedral de Segovia y alumno de derecho canó-

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nico en Salamanca, con grado de licenciado en decretos, además de colegial de San Bartolomé12.

Ya en la catedral, y durante unos cuantos años, más de un decenio, el deán estuvo estrechamente ligado al mencionado obispo, Juan Arias Dávila (o de Ávila), con quien tendría también severas discrepancias y desavenencias, que de todo hubo en sus relaciones13. Entre sus encuentros, según sus biógrafos, se contabiliza el encargo del prelado Arias Dávila a Juan López para que éste fuese a Roma con varias comisiones suyas, una de ellas, muy personal y delicada para el obispo, la de intentar evitar su propio emplazamiento ante la corte romana tras las graves acusaciones que contra él había formulado el rey Enrique IV, a quien no fue muy leal Arias Dávila, cabe agregar. Otro de los cometidos consistiría en conseguir del pontífice romano, como se consiguió, una bula en pro de la nueva construcción de la catedral de Segovia que había impetrado Juan Arias Dávila, mecenas de arte. Como tercer encargo, el más cultural, se ha señalado la pretensión del obispo de que mediara el deán para que el impresor alemán Juan Párix se trasladase de Roma a Segovia para introducir la imprenta en su sede

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episcopal, tema de obvia trascendencia en el ámbito de la difusión del saber en general y de la formación de los clérigos de la diócesis de Segovia en especial, un empeño de prelado reformista, dada la escasa preparación de la mayor parte del clero en aquellos tiempos14.

Es justamente este último cometido el que más atención ha merecido por variedad de autores desde hace un tiempo, sobre todo a la hora de perfilar la fecha y el lugar de las primeras impresiones en España, que tendrían lugar en Segovia, en los inicios de los setenta, del siglo XV, desde 1471-1472 a 1474-1475, por iniciativa de Juan Arias y protagonismo romano de Juan López de Segovia, de connivencia, pues, en esta materia entre ambos eclesiásticos15. Los primeros incunables versaban principalmente sobre libros de derecho, con la excepción, si no lo consideramos jurídico, que en gran medida lo era, del Sinodal de Aguilafuente, así como de una obra teológica de Pedro de Osma y de un manual de confesores de Andrés Díaz de Escobar16.

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Pero si en estos proyectos de formación del clero, a través de la maravillosa herramienta que supuso la imprenta, se producían puntos de entendimiento que unían a ambas personalidades, la del deán de la catedral, Juan López de Segovia, y la del obispo de la diócesis, Juan Arias Dávila, en otros aspectos, en cambio, se mostraban divididos profundamente uno y otro eclesiástico. Así ocurría en el campo de las relaciones que debían existir entre el cabildo de la catedral y el obispo, una cuestión que afectaba directamente a la comprensión de la jerarquía de la iglesia y al papel que debían jugar en ella los órganos colegiados y todos los miembros de la iglesia. Juan López de Segovia era clérigo, muy clérigo, y siempre desconfió del alcance de las potestades de la iglesia, de la figura del papa, y de la de los obispos, también. Sus escritos así lo manifiestan, como intentaremos luego exponer, y aunque sean de una etapa posterior, impresos tras su marcha definitiva a Italia, no dejan de ayudarnos a comprender los enfrentamientos, durísimos en ocasiones, de uno y otro a propósito del control del cabildo catedralicio17. Porque, según todos los indicios, Juan López ahondó en los pleitos y diferencias que ya venían ocurriendo en verdad, antes de su condición de deán, entre el prelado y el cabildo, un cabildo poderoso económicamente a la par que estaba perdiendo facultades muy importantes, decisivas, diríamos mejor, como la elección de los propios obispos, a cargo de los cabildos castellanos durante un buen trecho de la Edad Media, y muy sometida a debate la provisión de dignidades, canonjías y raciones catedralicias, sobre la que pugnaron cabildos, obispos, papas y monarcas18.

En este sentido, aunque Juan López de Segovia no asistió al sínodo de Aguilafuente de 1472, sino por procurador, sus resistencias a la potestad episcopal, que se consagraba en el sínodo, ya se manifestaban en Roma, donde en el mismo año de 1472 logró del papa Sixto IV varias bulas a su favor de exención de jurisdicción del obispo19. Tan dura llegó a ser la situación, con aceptaciones

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y retractaciones del deán, vuelto a...

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