La aplicación estricta de la ley como requisito formalmente ineludible

AutorFrancesc Guillén Lasierra
Páginas90-93

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La ley también juega un papel formalmente crucial en este modelo, sobre todo por la coyuntura histórica en que aparece y porque siempre estamos hablando de modelos de policía en estados democráticos, en estados que se rigen por los principios propios del Estado de Derecho. Por ello, si se ha citado ya repetidamente que la policía tiene numerosas potestades que implican una limitación de los derechos de los ciudadanos, que pueden llegar incluso, en determinadas circunstancias y cumpliendo unos requisitos concretos, al uso de la fuerza (incluso con consecuencias letales), no puede plantearse un saber policial al margen del estricto cumplimiento de la ley, entendida en sentido amplio, incluyendo obviamente los preceptos constitucionales. De hecho, este es el elemento de legitimación política del modelo. Wilson (1968) y después Jar (2000) siguiendo la clasificación del primero, lo califican como modelo o estilo legalista44. Es decir, consideran que la característica más destacada del modelo es su apego a la legalidad, distanciándose de la amplia discrecionalidad en las actuaciones policiales que había llevado a la policía a ser muy cuestionada por su arbitrariedad y manipulación política en los años anteriores a la aparición del paradigma profesional.

La legitimación profesional vendría dada por el saber, por el conocimiento, pero aquello que legitima políticamente a la policía delante de las autoridades y los ciudadanos y que le garantiza su independencia de influencias torticeras es su escrupuloso respeto del ordenamiento jurídico democráticamente elaborado (Bertaccini, 2011). Es un instrumento para resistir la presión política. Otra cosa es que en las aplicaciones prácticas del modelo haya profesionales que, aún estando de acuerdo con los parámetros generales del mismo, sientan la legislación (o algunos de sus mandatos) como un obstáculo, como una cortapisa que les impide llevar a cabo de manera adecuada su misión, que no es otra que la lucha contra la delincuencia, contra los delincuentes. No se descubre ningún secreto al afirmar que hay miembros del colectivo policial partidarios de este modelo que consideran legítimo incumplir preceptos legales si se hace por una finalidad justa como es la aprehensión de un delincuente (Fekjaer, Petersson y Thomasson, 2014). El aspecto profesional, la finalidad perseguida, pasa a veces por delante de la ley. El caso queda muy bien ejemplificado en la película Dirty Harry (Harry

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