Acción y Pensamiento políticos del clero de Madrid

AutorJ.L. González Gullón
Páginas71-87

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La vida política del clero católico durante la Segunda República ha sido objeto de investigación desde hace décadas. Los estudios han analizado con detalle las relaciones entre el poder civil y el eclesiástico, sobre todo entre los distintos Gobiernos republicanos, la Santa Sede y los Cardenales Vidal i Barraquer, Gomá y Segura100. Estos trabajos han sido posibles gracias a los aportes documentales y a las memorias de quienes fueron protagonistas de las relaciones entre la Iglesia y el Estado en la España republicana.

El acercamiento reflexivo al fenómeno anticlerical durante la República ha abierto una nueva línea de investigación, sobre todo desde que se empezaron a señalar las conexiones que se produjeron entre el anticlericalismo popular o violento y el anticlericalismo político o doctrinal. De este modo, ha sido posible identificar no sólo a los inductores, actores y víctimas del anticlericalismo, sino también a la ideología - liberal o revolucionaria- que subyacía detrás de la violencia contra los católicos, en especial contra el clero101.

Han aparecido también biografías, generalmente parciales, de sacerdotes que tuvieron una presencia política destacada, sobre todo en el caso de presbíteros que fueron diputados en las Cortes o dirigieron sindicatos católicos102.

El artículo que ahora presento ofrece un punto de vista muy novedoso: la vida política de un grupo clerical, concretamente el de los sacerdotes que residieron en

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Madrid durante la Segunda República. Esos presbíteros fueron en números absolutos 1.100 seculares y 600 religiosos103: un colectivo social numeroso, pero abarcable, que permite extraer conclusiones de conjunto basadas en fuentes primarias.

Esta biografía política colectiva se apoya en la lectura de 721 expedientes de presbíteros diocesanos que se encuentran en el Archivo Histórico de la Diócesis de Madrid y en el Archivo Central de Curia de la Archidiócesis de Madrid, a los que se añaden otras consultas a los archivos provinciales de los jesuitas, carmelitas y escolapios. La investigación se ha completado con otros archivos estatales y eclesiásticos -en especial el Archivo Secreto Vaticano-, las principales publicaciones de esos sacerdotes durante los años republicanos y la bibliografía posterior.

He dividido el trabajo en tres partes: las ideas políticas y su evolución durante la República, la expresión pública de ese pensamiento y la actuación política. Dado el carácter sintético de este artículo, resumo en cada parte las ideas y acciones políticas más relevantes -en ocasiones serán simples pinceladas, a la espera de nuevos trabajos-, y remito al lector a la bibliografía específica sobre partidos y grupos políticos de la Segunda República.

1. El pensamiento político
a) Ideas políticas

La casi totalidad de los sacerdotes del Madrid de la Segunda República había transcurrido al menos diez años -generalmente desde los quince a los veinticinco- formándose en el seminario o en el noviciado. El curriculum académico no incluía una asignatura que tratase sobre doctrina política, pero los profesores daban por sentado - y la mayoría de los alumnos lo secundaban sin especiales quiebras intelectuales- que los sacerdotes españoles seguían el modelo de la España tradicional, es decir, un Estado monárquico oficialmente católico y antiliberal. Por tanto, la doctrina liberal sobre la que descansaba el sistema parlamentario canovista no estaba bien vista, aunque se reconocían los gestos que Alfonso XIII había mostrado hacia la Iglesia católica, en especial mediante la consagración de España al Sagrado Corazón en el año 1919.

Aun dentro del seminario, los futuros sacerdotes habían tenido ocasión de reflexionar y compartir ideas sobre la política y la sociedad. ¿Cómo se debía hacer frente a una realidad social mutante? Los planteamientos teológicos y pastorales eran habitualmente apologéticos, es decir, defensivos. Frente a la avalancha del modernismo, a la pérdida de valores en las costumbres y a la ciencia enfrentada a la fe había que mantener la tradición católica104.

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Al concluir la Guerra Civil, un ciudadano de Madrid fue interrogado sobre la actuación política del rector del patronato del Buen Suceso durante la contienda. Respondió diciendo: «siempre lo juzgué como persona de convicciones derechistas en el aspecto político y de hombre de orden en el aspecto social»105. Aparecen aquí dos categorías políticas propias del pensamiento de gran parte de los presbíteros durante la Segunda República. Ser de "derechas" y de "orden" expresaba el deseo de que se mantuviera el modelo estatal tradicional, que los diversos grupos sociales conservasen su statu quo adquirido. Y un elemento propio de ese orden social era el reconocimiento -y protección- de la actuación pública de la Iglesia católica.

La "tradición" fue una idea central del pensamiento político de la mayoría del clero. El tradicionalismo como tal consistía en la adhesión política al carlismo, pero la palabra tradición ampliaba su radio semántico, pues hacía referencia a una actitud de presencia y de defensa de los valores tradicionales que habían formado a España - entre los que se contaba la fe católica- frente al avance del liberalismo106.

La formación cultural que los sacerdotes habían recibido valoraba la tradición recibida hasta el punto de que se buscaban en ella las soluciones a los problemas políticos o culturales, sin tener en cuenta los avances y las propuestas contemporáneas. De este modo, el tradicionalismo cultural se había hecho integrista o inmovilista en el pensamiento de muchos sacerdotes107. El integrismo buscaba en la fe cristiana una respuesta única a las cuestiones culturales planteadas, en este caso, por la República108. Se veía así mismo como un combatiente frente a la modernidad y al liberalismo109. Por eso, los integristas pensaron siempre que la República no era un régimen adecuado para España.

Una vez implantada la República, la mayoría de los sacerdotes desearon el triunfo de las derechas en los tres procesos electorales vividos entre 1931 y 1936. Pongo como ejemplo las elecciones de noviembre de 1933. Como eran las primeras votaciones desde los comicios que eligieron a los diputados para las Cortes constituyentes, se consideraron como un referéndum encubierto sobre la Constitución republicana. Allí acudieron las principales fuerzas de derechas bajo la bandera de la CEDA. Pues bien, cuando se supo que ésa era la primera fuerza política en número de votos, muchos presbíteros se alegraron profundamente. El padre Ayala, en carta a los jesuitas españoles exiliados en Bélgica, les decía que «el triunfo de las derechas ha sido

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espléndido. Han superado a Azaña, más que nadie, la organización de las derechas y las mujeres»110.

Con estos planteamientos, ¿era posible que el clero participase activamente en la vida política? Desde luego que el papel asignado a los representantes de la Iglesia - obispos y sacerdotes- era fundamentalmente de liderazgo religioso, algo que se llevaba a cabo mediante la administración de los sacramentos y la predicación del Evangelio. Pero no sólo. Los presbíteros también dirigían publicaciones donde se abordaban temas políticos o participaban en la dirección de los sindicatos católicos. Y ¿en las Cortes? Algunos sacerdotes defendían su presencia y otros la rechazaban. El claretiano Cándido Bajo adujo en La Ilustración del clero que, si la religión necesitaba defensores en el Congreso de los diputados, los presbíteros eran los más idóneos: «El clero, como clase, es custodio de la Religión y de la Moral en la sociedad -decía Bajo-. Pues bien, aunque pueda asignarse a cada profesión o clase el coto cerrado de sus peculiares intereses, la política se resiste a todo exclusivismo de clase, que no puede ser patrimonio de ninguna profesión cerrada, porque a todas las clases interesa por igual y directamente, ya que con todas se roza»111. En cambio, el sociólogo y dominico José Gafo consideraba que «los errores y extralimitaciones que, consciente o inconscientemente, puede cometer el clero en el orden civil y político, han merecido en los modernos tiempos el calificativo de clericalismo, excesiva intervención del clero en los negocios seculares, con o sin pretexto de religión»112.

Hasta aquí algunas de las principales ideas políticas configuradotas del pensamiento clerical. Adentrémonos ahora en el año 1931, cuando se abrió paso con nueva y triunfante energía la idea de que España fuese una república, debido al desgaste producido por la dictadura de Primo de Ribera. ¿Cómo reaccionaron cuando llegó la Segunda República española?

b) La evolución de los planteamientos políticos

La unidad ideológica entre ser de derechas y ser católico -a la que, en algunos casos, se unió el ser monárquico- era incuestionable para muchos creyentes ya antes de 1931. Y, durante los años republicanos, no hizo más que afianzarse. El diálogo entre las derechas tradicionales, los librepensadores y los partidarios de la revolución social fue mínimo. La radicalización y absolutización de los propios planteamientos se generalizó. Se produjo una división polarizada que estaba acompañada por una

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fragmentación en cada polo113. Y en esa división, las derechas se hicieron cada vez más oficial u oficiosamente confesionales y los grupos de izquierdas fueron también incrementando su anticlericalismo como arma política.

Pienso que hubo cinco momentos en la República donde los presbíteros endurecieron su pensamiento político acerca del régimen constituido. Pese a lo que pudiera parecer, el primero no fue la...

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